Teka
Teka ronda las chozas de los que antes fueran sus hermanos. Lo reciben lanzándole piedras y toda clase de insultos.
—¡No estoy muerto! Ha sido una treta del brujo para quedarse con mi mujer y mis tierras —alega en su defensa.
—¡Lárgate de aquí, fantasma! —le responden.
Nadie le cree.
—¡No estoy muerto! Ha sido una treta del brujo para quedarse con mi mujer y mis tierras —alega en su defensa.
—¡Lárgate de aquí, fantasma! —le responden.
Nadie le cree.
Perfecta descripción de la muerte social, el rechazo de los iguales hacia ese hombre al que se castiga con la indiferencia, bien por un castigo merecido o por ser víctima de una conspiración.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Vicente.
Un abrazo.
¡Muchas gracias, Asun!
EliminarQuien es víctima de la estigmatización y, por ende, de la hostilidad y el rechazo social, sufre aún más cuando el repudio proviene de las personas que aprecia. Me entusiasma haber podido plasmar la idea.
Recibo tu abrazo y te envío otro de vuelta.
Vicente
Cabe la posibilidad de que tu protagonista esté realmente muerto y no lo sepa, aunque yo apostaría por que está bien vivo y que, como bien define Asun, sufre las terribles consecuencias de esa muerte social infligida con claros intereses. Como en cualquier cultura, por muy moderna que sea, los gestores del supuesto poder divino utilizando sabiamente la cerrazón mental de los feligreses en beneficio propio.
ResponderEliminarQué bien lo cuentas todo, Vicente, con qué limpieza y síntesis, y con cuánta belleza.
Me ha gustado mucho. Enhorabuena.
Un abrazo..
Limpieza y síntesis las que hay, y de sobra, en tus comentarios e historias, Enrique.
EliminarEn efecto, el fanatismo es un campo estéril para el pensamiento pero fértil para el abuso de poder.
Te agradezco infinitamente la lectura y las palabras de aliento.
Abrazos.
Vicente
Vivo o muerto, culpable o inocente, el rechazo y la pérdida son ahora las nuevas circunstancias de Teka. Y todas esas dudas y certidumbres, junto con la angustia del protagonista, son las que conforman el relato y nos muestran que ahí hay una historia que merece ser contada.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Vicente.
Gracias, Notincgas. Esos son precisamente los temas que quise tratar, el rechazo y la pérdida, los cuales, independientemente de la condición específica del protagonista (vivo/muerto, culpable/inocente) permanecen sólidos y lacerantes.
EliminarSaludos.
Rechazado y humillado, Teka se ha quedado solo y pobre. La sociedad a veces puede ser muy injusta con quienes no se lo merecen. Muy buena historia, Vicente.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias por tus palabras, Sandra.
EliminarAbrazos.
Teka iguala la posesión de "sus tierras" a la de la mujer. Quizás el brujo le dé a esta última un trato más igualitario. ¡Bien por el brujo y, si es así, mejor para la mujer!
ResponderEliminarMe gusta el relato. Da juego a distintas interpretaciones, Vicente.
Buena observación, Salvador. Aunque dudo que este brujo tenga mucho de igualitario, si fuera el caso, lo apoyo también yo. Me encanta que cada quien haga suyo el relato y juegue con él hasta cansarse.
Eliminar¡Gracias!
Un abrazo.
¿Dónde van los fantasmas que no encuentran hogar? Tal vez se quedan vagando en la noche, susurrando la historia de sus pecados, camino de Comala, donde los escritores que escuchan sus lamentos, a cambio de 50 palabras, les dan cobijo.
ResponderEliminar¿Sabes, Patricia? Creo que aciertas. No vivo lejos de Comala, ni en la realidad ni en la ficción. Juan Rulfo era el maestro de los fantasmas y la tierra, esa que se agrieta a causa de la miseria y la sequía; donde los perros ladran para anunciar pueblos y los llanos se incendian bajo los pies de los muertos.
EliminarGracias por leer y comentar, querida.
Un abrazo.
Un paisaje donde los vivos y los muertos se encuentran, donde uno duda de hasta de aquellos que llevan varios años bajo tierra.
ResponderEliminarLos vivos y los muertos se encuentran, pero no se reconocen.
EliminarGracias, Ricardo.
Vicente: imaginación al poder. Un relato que queda abierto a varias interpretaciones: ¿estará vivo, muerto, o es que viven en Comala donde vivos y muertos se cruzan sin saber cuáles son unos y cuáles otros?
ResponderEliminarExtraordinario.
Un abrazo.
Pablo
¡Gracias!
EliminarEs un poco la sensación de incertidumbre que deseé transmitir.
¿Qué pasaría si el día de mañana alguien, divino o terrenal, decidiera que hemos dejado de pertenecer al bando de los «vivos»?
Condenados a un exilio que hoy sufren tantos seres, por motivos como la enfermedad, la pobreza, la guerra o la intolerancia.
Pablo, agradezco de nuevo que te hayas tomado el tiempo de leer y analizar mis humildes letras.
Abrazos.
Vicente
Ni el amor puede con la superstición. Un magnífico relato que pone de manifiesto hasta qué punto nos pueden condicionar la vida quienes se autoproclaman representantes del más allá en la tierra.
ResponderEliminarTeka será para siempre una especie de zombi, simplemente porque alguien así lo ha decidido y porque, desgraciadamente, el miedo pesa más que el amor, y siempre encuentra palmeros en la ignorancia.
Fantástico relato, Vicente. Me ha gustado mucho.
Un abrazo
Muchas gracias, Antonio.
EliminarComo atinadamente mencionas, Teka ha de sufrir sólo porque alguien más lo ha señalado con su dedo flamígero. Muerto o no, este «zombi» se asume como un hombre vivo.
Perfecta tu lectura. Otro abrazo de vuelta.
Vicente
Vicente muy buen relato, como dice el dicho, quien se mueve no sale en la foto, pues eso le ha pasado a Teka, ha desaparecido por un tiempo y a su vuelta ya si te he visto no me acuerdo.
ResponderEliminarEnhorabuena, un abrazo.
Muchas gracias por tu amable comentario, Javier.
EliminarPues sí, al parecer nuestro amigo se ha movido o, más bien, lo han movido.
Un saludo afectuoso.
Vicente
Sin profundizar en análisis más profundos, ni dobles lecturas. Gracias Vicente por elegir este género. ME ENCANTA.
ResponderEliminarUn abrazo,
No sabes cómo me complace que te haya gustado, Raquel. Independientemente de si mi texto es bueno, malo o regular, a mí el tema también me parece de lo más interesante.
Eliminar¡Muchas gracias!
Abrazos
Se dice que no existe mayor desprecio que el no aprecio, la llamada luz de gas puede hundir la autoestima del más fuerte. El ser humano es social por naturaleza y, cuando este elemento se le niega, se vuelve una vaina pesarosa y vacía. Asimismo, también precisa alguna dosis de espiritualidad, de eso no hay duda, como tampoco de que a costa de esa necesidad surgen aprovechados que ven la oportunidad de manipular a las personas y acumular poder en su beneficio.
ResponderEliminarUn buen relato que, bajo su hermosa sencillez, trasluce una interesante carga de profundidad.
Un abrazo, Vicente
Desde luego. Un ser que ha sido despojado de rol en su comunidad, ha perdido su estatus y peso social, además de aspiraciones y motivos de vida. Algo muy parecido a lo que, con frecuencia, le sucede a los ancianos, enfermos, indigentes, minorías, en fin, cualquier grupo vulnerable de nuestra «civilización».
EliminarGracias por leer y comentar, Ángel.
Un abrazo.
El linchamiento social es muy duro. Y se hace aún más duro cuando quienes antes eran los tuyos lo ponen en práctica, bien por intereses individuales, bien colectivos, bien porque la manipulación ha hecho de las suyas... ¡Hay tantos brujos en nuestra sociedad!
ResponderEliminarBuen micro, Vicente, que se merece mi modesto me gusta y mi aplauso de lector, aplauso que se une al de otros compañeros lectores que ya previamente te han dado, muy merecidamente (sobra decirlo).
Un fuerte abrazo.
Lo has dicho todo, estimado José Antonio. Sólo me resta agradecer tu acostumbrada generosidad.
EliminarVa otro abrazo, más fuerte todavía.
Vicente
Más de uno volvería la hoyo si supiera lo que realmente piensan de él las personas que en vida le "apreciaban"...
ResponderEliminarEn tu micro, no sé si creerme que el sigue ahí, pero como no me convencen demasiado los brujos... aquí me quedo, con mi super escoba.
Buena apuesta.
Un abrazo y un encantado, "me gusta".
¡Gracias, Rosy! Si te ha gustado, he ganado la apuesta.
EliminarAbrazos.
Uno se queda como un poco desangelado al leer tu micro, Vicente, has conseguido un relato inquietante. Me ha gustado. Un saludo.
ResponderEliminar¡Ánimo, Matrioska! De lo inquietante también pueden surgir hermosas flores. Je, je, je.
Eliminar¡Muchas gracias!
Un abrazo.
Hay quien lanza las piedras en las que no puede evitar tropezarse a otros para espantar sus miserias, y otros jalean el espectáculo porque ni siquiera son capaces de agacharse para encontrarlas.
ResponderEliminarMe gusta tu poblado de chozas en penumbra, Vicente, y las tonalidades verdes con las que lo pintas y el lamento continuo del agua del río que lame las heridas de los insultos y la sinfonía nocturna de los insectos que pone vez a las conciencias dormidas.
¡Grande!
Un abrazo
Oye, ¡gracias, Margarita!
ResponderEliminarFrancamente, es mucho mejor tu comentario que mi relato. Qué belleza. Acá entre nos, aunque no me he animado a tomar los pinceles, ¡amo la pintura!
Agradeciendote infinitamente la obsequiosidad y gentileza de siempre, recibo tu abrazo y te envío otro.
Vicente
Es que ese brujo tiene embrujado a todo el poblado. Todavía no se han dado cuenta de que mañana el "muerto" puede ser cualquiera de ellos. Nos dejamos deslumbrar por algunos que con sus malas artes hacen que otros caigan en desgracia... Estamos rodeados de ejemplos. Muy buen relato para la reflexión, Vicente. Un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana.
EliminarEn verdad es un tema para reflexionarlo.
Saludos.
Magnifico microrrelato que, para mí, cumple con todos los requerimientos del género. Sospecho que las últimas tres palabras están ahí para cumplir con el requisito de las 50, pero, en realidad, el texto no las necesita. ¡Genial, felicitaciones!
ResponderEliminarSaludos.
Te agradezco muchísimo el comentario, Beto.
EliminarUn abrazo.
La visión contaminada y los prejuicios adquiridos o impuestos hace que estigmaticemos y repudiemos a personas que pasan a ser muertos vivientes. Me ha gustado mucho, Vicente. Un abrazo.
ResponderEliminarEstigmas por todas partes, amigo Salvador.
ResponderEliminar¡Gracias!
Abrazos.
Jajaja, excelente Vicente, muy buen relato. Pobre hombre que en vida quedo condenado a deambular como fantasma por un brujo que le robo la esposa. Algo parecido ocurre en el mundo occidental... Pero mejor que me callo.
ResponderEliminarSaludos.
Nunca te calles, amigo Jean. Sospecho que no estarás solo en tu discurso.
EliminarGracias, gracias, gracias.
Un abrazo.