Vidas en serie
Él vuelve a casa. Ella le recibe radiante. El angelical niño le regala una sonrisa, y el perro mueve el rabo sin parar. La velada es inolvidable: exquisita cena, conversación cautivadora... No se atreve a decir que se ha equivocado de casa. ¿Por qué los arquitectos las construyen todas iguales?
Jajaja no me esperaba ese final, ¡qué bueno!
ResponderEliminarGracias por las risas.
Saludos
Buscaba un relato surrealista q plantee tanto q somos seres planificados en serie como altamente intercambiables unos por otros... Pero espero q nadie viva una experiencia similar. Sería una pesadilla en mi opinión
EliminarQuien haya vivido algo similar sabe que esa experiencia queda almacenada en esas anécdotas que nos hacen siempre reír.
ResponderEliminarQuizás los tres (mujer, niño y perro) estén encantados con este nuevo marido, padre y dueño que ha llegado a la casa.
ResponderEliminarQuizás el verdadero estará cenando con la mujer del otro, que es una tirana, los niños que no paran de pelear en la mesa por la tablet, y el perro que le mordisquea los tobillos. Muy bueno, Azalea.
Un abrazo.
Me alegro de q te gusten los micros con toque absurdo o surrealista. Tú gremio no tiene la culpa. Si buscamos culpables somos todos por renunciar a ser diferentes. Gracias
EliminarMe alegro de q te gusten los micros con toque absurdo o surrealista. Tú gremio no tiene la culpa. Si buscamos culpables somos todos por renunciar a ser diferentes. Gracias
EliminarEspléndido, Azalea. Nos presentas un mal de nuestros días: esas urbanizaciones en las que viviendas, calles y plazas e, incluso, vidas que habitan en ellas son prácticamente idénticas. El final es de antología.
ResponderEliminarVa mi me gusta y con él mi enhorabuena.
Un saludo.
¡Huy!, este me ha golpeado (pertenezco al gremio de la construcción), je, je. Creo que tu relato trata, aunque indirectamente, un tema importantísimo: la pérdida de la diversidad en aras de la persecución de un modelo «ideal» de vida.
ResponderEliminarDebido a la globalización cultural, las casas y familias tienden a parecerse cada vez más entre sí.
Saludos.
Al hilo del comentario de Vicente, con el que estoy totalmente de acuerdo, tu relato muestra que la cacareada globalización es un hecho que se impone cada día, hasta en los mínimos detalles. Las ciudades se parecen, tienen las mismas tiendas, como las cadenas de televisión programas similares, cada vez más todos acabamos por pensar y hacer lo mismo, de ahí lo acertado del título.
ResponderEliminarUn saludo
Esperemos q en un futuro para nosotros lejano, este no sea el planeta de los clones. A mi me asusta y me impone pensarlo
Eliminar¡Increíble que el perro no se diera cuenta! jejeje!
ResponderEliminarMuy divertido.
Saludos.
Gracias por lo de parábola, pero creo que si se caricaturiza la realidad el mensaje llega mejor. Me alegro de que te guste. La verdad que todos los micros que leo en esta página son estupendos.
Eliminar¡Tomaaaaaaaaaa! Tratado con un toque de humor, pero ahí queda la crítica a estas vidas en serie, parecemos robots con la misma programación, todos haciendo lo mismo.
ResponderEliminarMe ha encantado, un beso Azalea.
Malu.
Estupenda parábola de la homogenización que domina estos tiempos. Cada vez somos más iguales, pero no en un sentido democrático, precisamente.
ResponderEliminarMuy bien, Azalea.
Saludos cordiales
No sé yo si estaremos muy lejos de que nos suceda algo similar, al menos en lo que, paradójicamente, llamamos “primer mundo”. Esperemos que no sea así y se quede solo en un gran micro. Felicidades, Azalea. Un saludo.
ResponderEliminarRealmente muy original!
ResponderEliminarComo he leído en algún otro comentario, el señor que se equivocó no tendría una vida mejor que la que encontró en esa casa. Mira, quizá mañana vuelva a equivocarse otra vez ;-)
Bienvenida Azalea.
Carme.