Before I get old
"Aquí está", expresó aliviado. De un tirón, extrajo la chaqueta de piel del guardarropa y se la puso. "Las gafas van perfecto", pensó el ladrón, mirándose sonriente en el espejo. Sólo dos casas más y su atuendo estaría completo. En el suelo, el cadáver del famoso rockero comenzaba a enfriarse.
Genial e inquietante al mismo tiempo esta historia que nos traes, Vicente. No puedo evitar, tomando nota del título, imaginar el cuerpo de R. D. perdiendo temperatura en el suelo; aunque teniendo en cuenta que solo es uno dentro de la lista, bien podría ser cualquier otro. Creo además que es un relato muy visual, cinematográfico, en el que seguro hay más detalles que no he captado.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta estupenda propuesta y un abrazo.
Gracias, Enrique. Aciertas al imaginarte el cuerpo inerte de Roger Daltrey, y por extensión a The Who (desde luego, la referencia a «My Generation» es obvia), a quienes utilizo como arquetipo de la banda de rock. Es claro que, salvo Keith Moon y quizás John Entwistle (muerto a los 57 años), su "deseo" de morir antes de envejecer no se cumplió.
EliminarEl asesino es un fanático de una banda de rock que, a manera de homenaje, decide dar muerte a cada uno de sus integrantes robándoles antes, prendas que simbolizan su personalidad. En fin, alguien cegado por el fanatismo que quiere convertirse en el objeto de su admiración.
Muchas gracias, Enrique.
Otro abrazo.
Vicente muy buen relato, pensé en principio que era un simple ladrón de guante blanco, pero veo que es un asesino de sangre fría que aun después de matar tiene la tranquilidad de ir probándose ropa y atuendos. O tal vez va recopilando trofeos de sus victimas.
ResponderEliminarMe ha gusta do mucho Vicente, un abrazo.
Así es, Javier. El asesino es un psicópata ladrón de personalidades.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Muchas gracias por leer y hacerme un comentario tan positivo.
Otro abrazo, de vuelta.
Vicente
Me recuerda tu relato a la canción de los Who: «My generation», todo un himno del rock. Escrita en el año 65 por Rogert Daltrey una de las frases que quedaron para el recuerdo fue la de quiero morir antes de envejecer, aunque Pete Townshend, en una entrevista años después, dijera que para Daltrey la palabra old quería decir rico cuando escribió la canción (yo, personalmente, dudo de las palabras de Pete).
ResponderEliminarEn resumidas cuentas, y vamos al lío, un relato impecable con un giro inesperado al final y un ladrón que resulta ser un asesino disfrazado de la estrella de rock a la que acaba de no dejar envejecer. Desde el título al final: sublime.
Un abrazo.
Pablo
Haciendo gala de tu reconocida puntería has dado de lleno en el blanco, Pablo. Como expliqué en comentarios anteriores, usé las referencias a «My generation» y The Who (que, por cierto, es de mis bandas favoritas) para construir un relato donde un fanático asesina a sus ídolos buscando parecerse a ellos hasta en el atuendo.
EliminarGracias, Pablo, eres grande.
Vicente
Me gustan los relatos que parten de una escena inicial y te van introduciendo poco a poco en la historia, como el tuyo Vicente.
ResponderEliminarUna historia que empieza con un robo que resulta ser además un asesinato que finalmente aparece perpetrado por una asesino en serie que quiere para sí, no envejecer, aquello que priva a sus víctimas.
Me ha gustado mucho la escena que has compuesto con tu psicópata rockero.
Un abrazo
Muchas gracias, Antonio. Es verdad que esta vez he intentado dosificar la acción persiguiendo un final más estimulante.
EliminarExacto, el asesino quiere tomar la estafeta a la inmortalidad de manos de estas estrellas del rock.
Muchísimas gracias, Antonio.
Abrazos.
Yo también me he quedado fría, Vicente. Por suerte no soy rockera, ni estrella, ni tengo un club de fans.
ResponderEliminarPero vamos a lo importante: me encanta cómo vas secuenciando las palabras para ir abriendo poco a poco el plano hasta mostrarnos la imagen final.
¿Nos contarás si consigue el atuendo completo?
Un beso
¿Cómo que no tienes club de fans, Margarita? Y, entonces, ¿el ejército de tus admiradores y yo qué somos? No nos olvides, je, je, je.
EliminarQué bueno que te haya gustado el ritmo de mi narración. Te diré además que he planeado la historia pensando en que podía ejemplificar el fanatismo, llevado al extremo, que pueden llegar a generar las figuras públicas: músicos de cualquier género, actores y actrices, deportistas, líderes religiosos, etc. Creo que relato bien pudo tratarse de un admirador de Justin Bieber, Katy Perry, Marilyn Manson, Angelina Jolie o Cristiano Ronaldo. Pero, ¿en realidad las celebridades son buenos modelos a seguir? Habría que meditarlo.
En respuesta a tu pregunta, sólo puedo decirte que las botas del guitarrista (Pete Townshend o cualquier otro) me han quedado a la medida.
Un fortísimo abrazo.
Vicente
Soy bastante ignorante sobre los grupos de rock (y de otras muchas cosas), así que estoy aprendiendo algo con vosotros. Sobre el fanatismo, lo considero negativo en general, ya que ese exceso de admiración puede llegar a ser enfermizo. En tu relato lo has reflejado con mucha maestría, Vicente. Saludos
ResponderEliminarCaray, que la tuya no es ignorancia, Juana, es sólo que por aquí hay varios especialistas en el tema. Concuerdo plenamente con tu posición sobre los aspectos enfermizos del fanatismo.
EliminarMil gracias por tu tiempo y acostumbrada gentileza.
Un abrazo.
Se puede admirar a un intérprete cuyas canciones son algo mas que melodías, en tanto forman parte de la vida de una persona, o incluso de la historia colectiva, algo aplicable a actores, etc., pero el fetichismo, no deja de ser una enfermedad pareja a la obsesión, aunque al final todos caemos de alguna forma en él cuando compramos una camiseta, un llavero o lo que quieran vendernos de nuestros ídolos en este mundo consumista que nos ha tocado. Por otro lado, siendo deleznable, literariamente es interesante el personaje que destruye a aquellos a los que admira para tratar de robarles su esencia, algo que obviamente nunca conseguirá.
ResponderEliminarUn relato sobre querencias humanas llevadas al extremo, aparte de un acertado homenaje musical.
Un abrazo, Vicente
En verdad es posible que la admiración ciega se convierta en amenaza, Ángel. Lo importante es nunca perder de vista que, en lugar de suplantar una identidad, debemos desarrollar y valorar la propia.
EliminarGracias por leer y comentar.
Otro abrazo de vuelta.
De no ser por los comentarios de los melómanos no me hubiese acercado ni por asomo al significado real de tu micro, Vicente. Una vez informada, solo puedo decir que… ¡felicidades! Has sabido integrar todo a la perfección y lo has narrado de una forma muy visual, dejando fija en la retina, la escena final. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska. Si la escena final se ha quedado en la retina, me siento muy satisfecho. Creo que esta vez, sin quererlo, he apuntado a un público muy específico. Una disculpa por eso.
EliminarDe nuevo, ¡gracias!
Abrazos.
Hoy un amigo, profesor de universidad, me ha dicho que se siente viejo y que ya no se ve confraternizando con los estudiantes y tomándose unas cañas con ellos. Hay que renovarse, le he dicho. Y a ti, Vicente, te digo lo mismo. ¡Cómo que Roger Daltrey! ¡Lady Gaga! Ahí hay un reto para un psycokiller que se precie.
ResponderEliminarPerdón por la broma y enhorabuena, Vicente.
No sólo te perdono la acertada broma sino que la disfruto y te la agradezco, Patricia. Je, je, je. Tienes razón, quizás debí emplear alguna celebridad más reciente. Como le comenté a Margarita, esta historia bien podría haber sido sobre un admirador de Justin Bieber, Rihanna, Katy Perry, Marilyn Manson, Angelina Jolie, Cristiano Ronaldo o, como atinadamente has sugerido, Lady Gaga (aunque me gusta bastante, no creo que los vestidos de carne le fueran bien a mi protagonista, ja, ja). Ya en aspectos más técnicos, he elegido basarme en The Who sobre todo porque el fragmento de «My generation» se adaptaba al juego de palabras del título. Para mi desgracia, cuando esta agrupación estaba en su apogeo, yo aún no había nacido.
EliminarEn fin, muchísimas gracias por comentar y compartir esa simpática anécdota.
P.D. Dile a tu amigo que no se sienta viejo, que disfrute como yo de Lady Gaga, Adele, Arctic Monkeys, Muse y demás, pero que les enseñe a los más jóvenes la valía de la buena música de cualquier época.
Un afectuoso abrazo.
Vicente
Ladrón, fanático, asesino y fashionista!! Tu protagonista lo tiene todo! Felicitaciones por tu relato! un abrazo
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Renate!
EliminarQué bueno que te ha gustado.
Abrazos.
El título nos ayuda a adentrarnos en el contexto del relato. Un asesino entre la locura, la melomanía y el delirio de grandeza que intenta hacer realidad la frase mítica. Muy bueno, Vicente. Un abrazo.
ResponderEliminarQué amable, Salvador.
EliminarGracias por leer y comentar.
Otro abrazo de regreso.
Las gafas, la chaqueta de piel, y supongo que pantalones y botas, para completar la identificación con el grupo. Bueno, si fuera sólo un fanático del grupo, con robárselo le habría bastado. Este protagonista es un psicópata en toda regla, seguro que lo tenía todo planificado al milímetro.
ResponderEliminarMuy bien contado Vicente.
Un saludo,
Carme.
Gracias, Carme. La visión de este psicópata está totalmente inundada por su mal encaminada admiración, por lo cual, poseedor de tanta información de sus víctimas, es de esperarse que haya preparado el crimen con sumo cuidado.
EliminarDe nuevo gracias por leer y comentar. Te envío un afectuoso saludo.
Vicente
¡Muy bueno ese ladrón de personalidades, Vicente! Qué bien contada la frialdad que caracteriza a los psicópatas. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso.
¡Mil gracias, Sandra! Si te ha gustado, he cumplido.
EliminarAbrazo.
Un mitómano y, a la vez, ladrón y asesino. Y actúa por partes. En una casa, las gafas; en otra, la chaqueta de piel... Y le queda algo más (¿qué será?) y está muy cerca.
ResponderEliminarBuen microrrelato, Vicente. Va mi me gusta y mi enhorabuena por tu buen discurrir, creando intriga en tan poco espacio.
Un abrazo.
Así es José Antonio, a este criminal le hacen falta un par de trofeos no identificados (dejemos que juegue la imaginación del lector) para sentirse estrella.
EliminarQué maravilla que mis cincuenta palabras te hayan gustado y, sobre todo, intrigado. Muchas gracias por tu amable comentario.
Otro abrazo de regreso.
Ese ladrón coleccionista de recuerdos de sus cantantes favoritos da mucho miedo, actúa con una frialdad que aterra, antepone los trofeos que va atesorando a las vidas de sus ídolos. Todo un asesino en serie.
ResponderEliminarMuy bueno, Vicente.
¡Gracias, Asun!
EliminarUn abrazo.
Vaya, vaya con el coleccionista. Esperemos que no le dé por montar un museo del Rock.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Vicente.
Ja, ja. Ojalá y no haya más crímenes, Notincgas.
Eliminar¡Saludos!
Jajajaja genial Vicente, creo que las siguientes casas eran la de Stephen King y la otra de David Linch, así se gana el repudio de todos el maldito ladrón.
ResponderEliminarSaludos y felicitaciones.
¡Gracias, Jean! Creo que si va a la casa de Stephen King, el victimario podría convertirse en víctima.
EliminarSaludos, amigo.
Los de los clubs de fan, menuda tontería... este sí que es un auténtico fan.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Qué amable, Rosy, muchas gracias por leer y comentar.
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