Bosques
Subí a la rama más alta. Las nueces formaron una avanzadilla inesperada, disparando sus cáscaras. Sus cerebros, que destilaban aceite, no conocían los rayos de sol y se fundieron. Recibí la oleada aceitosa. Las cáscaras marrones, entonces, se convirtieron en escalas, y aterricé. Nunca más volví a ser una ardilla.
Hola, Cinta Rosa. Muy buena la forma en que has dado rienda suelta a la imaginación, en un monólogo casi onírico, lleno de acción. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Ya me gustaría a mí, después de una experiencia de aprendizaje así, poder elegir nacer en otra piel. Nos has dejado con la incógnita, Cinta Rosa, ¿en qué se convirtió luego esta ardilla aventurera? Muy imaginativo. Parece un cuento infantil muy bien recreado. Saludos
ResponderEliminarCon un lenguaje claro, directo y poético, nos has presentado la vida y muerte de una ardilla.
ResponderEliminarNo se puede pedir más en cincuenta palabras.
Suerte y mi saludo cariñoso.