Caracoles indiscretos
Mi vecina tenía una cerradura con pupila incorporada. Sí, sí, con su córnea y todo. De serie, permanente, impertérrita, sin pestañeo alguno. Aquella noche no tuve más remedio que introducir la llave con toda mi fuerza, hasta que un líquido viscoso, cual baba de caracol, resbaló lentamente por la puerta.
¡Qué impresión, Luis! Casi me ha dolido ese ojo reventado, en realidad me ha producido más asco que otra cosa. Tienes un don para presentar las escenas, lo haces todo tan visual que metes al lector en ellas. Felicidades por este tu vigésimo micro y un abrazo.
ResponderEliminarLa de caracoles indiscretos que hay detrás de muchas puertas ...
ResponderEliminarViscoso, gracioso, resolutivo y tratando el tema del cotilleo vecinal de una forma original.
No podría ser de otra manera viniendo de ti.
Un beso fuerte, nos vemos el sábado.
Malu.
Cómo me he reído, Luis. La persiana de la ventana de mi vecina tenía flequillo incorporado. Siempre me quedé con las ganas de dispararle una flecha...
ResponderEliminar¡Bravo, maestro!
Pobres caracoles, pisoteados sin querer, o parte de una ración, lo que no me imaginaba era este final y ese título tan bueno, cargado de un humor surrealista de lo más fino. Que tiemblen las y los cotillas del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
Me ha encantado esa cerradura con pupila y ese surrealista final con el que el protagonista da cerrojazo a tan indiscreto hábito.
ResponderEliminarEs un reto difícil, Luis, el conseguir un relato coherente a partir de elementos surrealistas usando el pegamento del sentido del humor.
Enhorabuena.
¡Jod... qué bueno! Me ha encantado ese surrealismo mircrorrelatado y con humor aderezado.
ResponderEliminarUn abrazaco bien merecido.
Y es que a veces hay que tomar decisiones drásticas. Qué bien contado y que repelús produce el final de tu relato.
ResponderEliminarMuy bueno, Luis. Saludos.
¡Sencillamente genial!
ResponderEliminarUn saludo, Luis.
La navaja de Buñuel y Dalí convertida en llave.
ResponderEliminarBuenísimo.
Saludos, Luis.
Buena historia, José Luis y bien contada. A pesar de repudiar la violencia, no he podido evitar ponerme del lado del protagonista y has logrado provocarme esa empatía con sólo un par de frases de estilo casual. Me parece muy meritorio,de veras.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
A grandes males, grandes remedios. U ojo por ojo...
ResponderEliminarQué original relato surrealista, ¿o no tanto...?
Felicidades, Luis, por tu originalidad.
Un saludo.
¡Muy bueno!
ResponderEliminarRealmente te imaginas la escena... cual cortometraje... ese ojo, esa llave, ese chasquido justo antes de verse la baba del caracol...
Un abrazo.
Carme.
Lo de tu protagonista va mucho más allá del ojo por ojo, aunque lo haces tan divertido y bonito que queda excusada su crueldad. Gran calidad la de tu literatura siempre, Luís.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Si la vecina es cotilla profesional, y todo apunta a que sí, pensará que al menos, y de momento, le queda otro ojo (¿el derecho? ¿el izquierdo?). Aunque, visto lo visto, no sé si le quedarán ganas...
ResponderEliminarSoberbio relato y espléndidamente narrado, con un toque asquerosillo en el final, como la baba de caracol.
Va mi me gusta, Luís, y mi enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
La excesiva curiosidad le ha costado un ojo de la cara a tu vecina, literalmente.
ResponderEliminarMuy ingenioso y divertido, Luis. Saludos
Luís, aunque da un poco de asco, tu micro es muy bueno. La vecina recibió su merecido y tu lo has descrito tan bien! Me ha gustado mucho. Besos
ResponderEliminarCuidado, Luis. Dile a tu protagonista que a la vecina todavía le queda otro caracol vivo.
ResponderEliminarMuy original.
Un abrazo.
Pablo
¡Qué mala baba!, instintivamente he cerrado los ojos, jajaja. Impactante y genial relato, Luis. Un abrazo.
ResponderEliminarLuis, tu terrorífico (con asco incluido) relato casi cuenta la historia de una experiencia personal, muy parecida. Una noche al cerrar la puerta de mi casa escuché un “¡crac!” que resultó extraño. Cuando investigué, vi a un pobre caracol aplastado y toda su baba desparramada, en el marco de la puerta. Te lo cuento porque, ahora que te leo pienso: ¿por qué no se me ocurrió escribir una historia sobre el suceso? Aunque estoy seguro que si lo hubiera hecho no quedaba tan buena e inquietante como la tuya. Muy, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Ufff, se palpa ese líquido resbalando por la puerta...
ResponderEliminarMuy visual, perfecto, me ha encantado.
Un abrazo
¡Me encanta la cerradura con pupila incorporada! Me ha hecho reír mucho ¡Qué bien lo cuentas, Luis! Es genial.
ResponderEliminarUn beso.
Muy bueno, me encanta la cerradura y el final es...muy gráficamente impactante. Felicidades!!
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