Desastre ¿natural?
El pánico cundió cuando el suelo tembló y las paredes se vinieron abajo. Ella había quedado semienterrada y esperaba su turno de ser rescatada. Pero supo que no había esperanza al ver caer la enorme masa de agua. Lo último que oyó fue:
—¡Carlitos, deja de ahogar a las hormigas!
—¡Carlitos, deja de ahogar a las hormigas!
Muy original tu relato. Con ese giro final, enciendes las conciencias de los que matan animales por el gusto de verlos morir.
ResponderEliminarUn beso, Yolanda.
Gracias, Pablo. La verdad es que me gusta ver las cosas desde otro punto de vista y el resultado a veces me sorprende hasta a mí.
EliminarUn saludo.
Buen relato Yolanda, con un final inesperado y que te hace volver a releer la historIa pero bajo el punto de vista de una hormiga.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Javier. Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn saludo.
Buen relato Yolanda, con un final inesperado y que te hace volver a releer la historIa pero bajo el punto de vista de una hormiga.
ResponderEliminarUn beso.
Pobres criaturas, víctimas inocentes de nuestra infancia.
ResponderEliminarBonito micro, Yolanda.
Saludos.
La crueldad de un niño que de manera instintiva se regodea ante el desastre de estos seres: la sensación de poder y la muerte.
ResponderEliminarCuánto daño puede hacerse de forma gratuita a otros seres que tienen el mismo derecho a la vida. Ante este tipo de crueldad, sólo educación.
ResponderEliminarUn saludo
Nos haces imaginar: terremoto?, riada?, tsunami?... hasta que llega la frase final y nos empequeñecemos al tamaño de una hormiga (que no deben pasarlo muy bien las pobres)
ResponderEliminarBuena historia Yolanda.
Saludos.
Carme.
Nos dejas en vilo hasta el final, muy original.
ResponderEliminarSalud!
Me ha recordado la pel ícula Antz. Ese chorrito de agua que el travieso niño echa en el hormiguero es un tsunami para el protagonista de tu micro.
ResponderEliminarOriginal.
Un abrazo.
Cuando veo a los niños “jugando” con hormigas, imagino lo catastrófico que para ellas puede ser. Los padres deberían inculcar más a sus hijos el respeto hacia los demás seres vivos. Me ha gustado tu micro, Yolanda. Un saludo.
ResponderEliminarDivertido y sorprendente relato, me ha gustado mucho Yolanda.
ResponderEliminarHabría que aplicar el ejercicio pero con nosotros, y ver -y tratar de entender- a ese dedo cósmico que "juega" con nosotros.
Saludos.