Educación bizarra
El rayo incide sobre la naranja y, sólo diez segundos más tarde, un hombrecillo azul marengo sale de su epicentro. No sabemos si está aquí en son de paz pero en sus manos trae una pancarta: ¡hipervitaminosis! Deberíamos escucharle, o hacerle zumo.
Cerré el cuento porque mi hijo ya dormía.
Cerré el cuento porque mi hijo ya dormía.
Un cuento lleno de imaginación y de frescura.
ResponderEliminarSaludos, Arimike.
Me encanta leer cuentos a mis hijos cuando se acuestan, dar vida a esas historias, entonar, inventar, observar sus miradas y darles un beso cuando se quedan dormidos.
ResponderEliminarPrecioso cuento, Arimike. Hipervitamínico.
Un abrazo.
¡Un cuento sin hadas y princesas! ;-)
ResponderEliminarUn saludo, Arimike
¡Qué curioso, ese principillo azul que aparece en tu relato, Arimike, prescriptor de las bondades de las frutas!
ResponderEliminarDulces sueños.