El sonido de la sangre en el llano de abril
Tumbado sin sonar. Como atajado por la mano de la muerte que se lo había bebido con las alpargatas puestas y el sombrero encaramado, como gota de miel de arica castrada por este llanero que cayó perezosa desde el panal levantado sobre la gravedad a un palmo de su boca.
Inevitable el uso del adjetivo "poético" a la hora de describir este bello relato. Y añadiría también "hermético", aunque parece evidente la presencia de la muerte, infligida por manos ajenas, y el desamparo, en medio de una desolación sin fin. Enhorabuena, Eduardo; tiene reminiscencias de grandes poetas y, en general, de la mejor literatura iberoamericana.
ResponderEliminarSaludos.