El último viaje
Tras el fuerte golpe, consigo abrir los ojos. Tirito. Finas gotas impactan contra la visera agrupándose y formando regueros fugaces. Intento incorporarme. El reconfortante repiqueteo del agua sobre el casco eclipsa a las sirenas hasta hacerlas desvanecer. Adormecido, siento cómo el dolor, el frío y el miedo dulcemente me abandonan.
¡Qué magnífico relato, Matrioska! De esos que al leerlo recorren de puntillas toda la piel erizando el vello a su paso.
ResponderEliminarQué magistral descripción y qué final tan perfecto. Menuda capacidad para crear belleza de un hecho tan trágico dejando una dulce sacudida como sensación final.
Una narración emotiva, hermosa, creativa, tierna. Impresionante.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Muchas gracias, Antonio. No sé qué me pasa pero últimamente me ha dado por cargarme a todo el mundo, así que esta vez lo he querido hacer suavecito, como si no quiere la cosa. Gracias de nuevo por estar ahí y levantar el ánimo con tus comentarios. Un abrazo.
EliminarMatrioska: has deslizado las cincuenta palabras de tu relato de una forma tan pausada y sublime que, a pesar de que en el t´tulo vi que no había esperanzas para tu protagonista, has mantenido la tensión hasta la última palabra.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un beso.
Pablo
No quería dar falsas esperanzas sobre el desenlace, Pablo. :) Te digo lo mismo que a Antonio, muchas gracias por estar siempre ahí. Un beso doble a repartir con tu pequeño gran héroe.
EliminarUn último viaje narrado de forma bella y poética. Felicitaciones!
ResponderEliminarUn beso!
Un beso, Renate, muchas gracias por tu visita y tu comentario.
EliminarEl personaje puede ser cualquier empleado en un trabajo de riesgo, yo me he decan-tado por un minero. Me gusta la ambientación y la tensión que crea al tomar concien-cia que, aunque lo rescaten, ya no tiene esperanza. Muy bueno Matrioska.
ResponderEliminarSaludos.
Aunque en este caso se trata de un accidente de moto, perfectamente podría encajar lo que tú comentas, Beto. Muchas gracias por tu comentario y un saludo.
EliminarGran relato, Matrioska. Pienso que en gran parte de los casos el paso de un estado a otro será tan plácido como tú lo describes, casi como le línea que separa la vigilia del sueño. Yo he imaginado un accidente de moto, propiciado quizá por en suelo mojado por la lluvia, y a pesar de la violencia propia de algo así, tu modo de contarlo, acentuado por ese "dulcemente", hace de ello una experiencia agradable. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarSe dice, se comenta, se rumorea, que la última misión del cerebro es proporcionarnos en ese momento de cambio de estado una sensación de placidez, se produzca o no de una forma violenta. Siempre he pensado que sería así pero, que te lo confirmen alivia bastante. Como dices es un accidente de moto en el que la lluvia es la protagonista en el último viaje del motorista. Muchas gracias, Enrique, y otro abrazo para ti.
EliminarCoincido con los comentarios anteriores, es este un relato que dibuja con una esperanzadora sutileza la transición entre la vida y la muerte. Es casi como la coda de una agitada melodía que digiere al silencio con lentitud.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo, Matrioska.
Enhorabuena.
Vicente.
Muchas gracias, Vicente, a mí me ha gustado la forma en que lo has descrito. :) Un abrazo.
ResponderEliminarDolor, frío y miedo son, por lo que sabemos, las últimas sensaciones antes del gran viaje, unidas a la percepción del entorno, en este caso, la lluvia y las sirenas de las ambulancias. Me quedo con ese marcharse "dulcemente" hacia ninguna parte o de camino a otra dimensión, cada uno lo que quiera creer, el caso es que el final no debe ser tan traumático como siempre tememos.
ResponderEliminarUn relato en el que alternas la dureza de un brusco accidente de tráfico con esa suavidad final.
Un abrazo
Yo el proceso de la muerte me lo imagino muy parecido al del nacimiento, por eso pienso que cuando morimos en esta vida es que estamos naciendo en otra. ¿Cuál? Ese es el gran misterio. :) Gracias, Ángel, y un abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho la ambientación, Matrioska, esos finos regueros de lluvia sobre el casco, eclipsando el sonido de las sirenas. Un dulce final para un trágico accidente, una muerte casi placentera que atenúa el frío, el dolor y el miedo de ese motorista. Me gusta la sensación centrada en el repiqueteo del agua de la lluvia, un estrechamiento de la percepción que creo que encaja bastante con las últimas sensaciones antes de morir, siempre referidas a la esfera auditiva según se ha comprobado científicamente.
ResponderEliminarUn beso
Justo lo que describes es lo que quería transmitir, Asun. Los sentidos se desvanecen y el relajante sonido de la lluvia, golpeando el casco, es el último en abandonar el barco, proporcionando al motorista ese adormecimiento placentero en su marcha. Muchas gracias y un beso.
EliminarGran relato, Matrioska. Me encanta como narras la percepción que tiene el propio personaje de su inexorable fin. A pesar de la tragedia consigues impregnar el relato de un tono dulce y sereno. Además, al narrarlo en primera persona consigues una cercanía aún más estremecedora.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Jose. Quiero pensar que cuando uno es consciente de que se marcha, lo hace de una manera serena y sin angustias. Un saludo.
EliminarMuy buen relato Matrioska, uno al leerlo, siente le dolor del golpe y el frio que la lluvia provoca en su piel. Y ese adormecimiento del personaje en el momento de su muerte lo escribes de forma genial. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Javier, ese adormecimiento es la antesala de la muerte y llega a ella acompañado del acariciador repiqueteo de las gotas de lluvia. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
EliminarLa muerte, un tema clásico donde los haya, tratado con una voz original y distinta, delicada y lánguida como esas gotas de lluvia que acompañan al protagonista en su final.
ResponderEliminarHumildemente, te doy mis felicitaciones, Matrioska.
Beso.
Muchas gracias, Notincgas, es un alivio para mí que te haya gustado, muchas veces no sabes qué efecto pueden producir los relatos. Aunque aquí siempre se puede contar con la bondad y generosidad de los cincuentistas. :) Un beso.
EliminarExcelente relato, Matrioska. La última frase me ha enamorado. ¿Quién no querría emprender su último viaje sin dolor y sin miedo? Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que por eso firmaríamos todos, Fina, morir en paz y, a ser posible, en nuestra cama. Muchas gracias, guapa. Un abrazo.
EliminarMe has hecho observar a cámara lenta el trágico accidente y advertir impresionada ese final dulce, en el que el dolor, el frío y el miedo se difuminan en un sueño total.
ResponderEliminarMagnífico, Matrioska, me ha fascinado.
Un abrazo.
Muchas gracias, Mª Jesús, de eso se trataba, de ir desprendiéndose suavemente de los sentidos hasta alcanzar el bienestar pleno. Un abrazo y gracias por tu visita.
Eliminar¡Qué bueno, Matrioska!
ResponderEliminarUna fantástica obra musical que comienza con una explosión de notas cacofónicas y va decrescendo hasta dejarnos sólo el dulce regusto de una melodía sorda que golpea rítmicamente sobre el cristal.
Un beso, Artista.
Qué manera de poner la guinda preciosista a los relatos con tus comentarios, Margarita, tú sí que eres toda una artistaza. Un beso grande y muchas gracias.
EliminarCreo que es todo un logro conseguir contar con tanta precisión y belleza este trágico final de un ser humano. ¡Felicidades! Saludos
ResponderEliminarMe alegra mucho que lo hayas percibido así, Juana, se agradece de verdad. Un beso.
EliminarMe impresiona algo que nadie te ha dicho y que supongo que será producto de mi desperdicio de cerebro. Pero a mí me ha gustado mucho cómo has elegido las palabras para aproximar la situación con lo que sentiría un marinero que se hunde en su barco e, incluso, deja de escuchar a las sirenas marinas.
ResponderEliminarMe voy a terapia, abrazos.
Jajaja, No, mujer, no te vayas a terapia, conque subas la medicación es suficiente. Si quieres te paso las pastillitas que me tomo yo, jajaja. Después de leerlo, antes de pulirlo y esas cosas, me pasó lo que dices, me imaginé lo del canto de sirenas llamándole pero me quedé más en tierra firme. Como ves, tampoco ibas por mal camino, eso, o que nuestras neuronas son igual de defectuosas. ;-) Muchas gracias, sobre todo, por hacerme reír. Un abrazo, salá.
EliminarGenial la ambientación y acertadísima elección de la narración en primera persona que nos hace imaginar la terrible situación. Muy bueno, Matrioska. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador, me alegra que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarMuy bueno, Matrioska. Un comienzo abrupto, violento y ruidoso, pero con un final que, aunque triste, relaja, libera y deja sabor a paz.
ResponderEliminarUn beso.
Esa era la intención, Sandra, dejar ese regustillo de serenidad ante el gran paso que todos tenemos que dar y que no tiene porqué ser dramático. Muchas gracias por tu visita y un beso.
EliminarHas conseguido rebajar el dramatismo de un accidente mortal en dirección a un viaje placentero, el último, de una manera magistral, Matrioska, sin estridencias, sino con la suavidad que, suponemos, puede significar ese tránsito de una vida a otra, que llamamos muerte pero que yo considero, y espero no equivocame, otra vida.
ResponderEliminarVa mi me gusta. Un beso y mi enhorabuena.
Como tú, también considero que ha de ser así, un trance suave hacia otra existencia que, probablemente, sea la que dejamos antes de llegar a esta. Muchas gracias por tus palabras, José Antonio. Un beso.
ResponderEliminarConsigues que tras un accidente de moto, con el impacto que supone, veamos la muerte del motorista como con sordina, con un filtro de dulzura y suavidad. Parece que está envuelto en una nube de algodón, ajeno al acelerado movimiento que debe haber a su alrdedor. Muy buena elección de palabras: finas gotas, regueros fugaces, repiqueteo, eclipsa, ...
ResponderEliminarUn saludo,
Carme.
Muchas gracias, Carme, lo que comentas es lo que quería transmitir y, además, has acertado de pleno con esa “sordina”. Un beso.
EliminarMuy buen relato Matrioska, un ultimo y temido viaje que se vuelve algo agradable, para luego, quizás volver? o quizás ir más allá?
ResponderEliminarComo sea, el dolor y sufrimiento queda atrás.
Bellamente escrito, felicitaciones.
Muchas gracias, Jean. Aquí es su último viaje, pero confío que también sea el primero de su nueva existencia. Un saludo.
EliminarPues si no hay vuelta atrás, referente al viaje, no me parece mala forma la de irse así, es casi poético.
ResponderEliminarBuen micro, Matrioska, que yo recuerde, casi todo lo que te leo es muy bueno...
Un abrazo
Esa sería la mejor manera de comenzar el siguiente viaje, ¿verdad? Muchas gracias, Rosy, son tantos los relatos que leemos que a veces nos despistamos con los autores, a mí también me pasa. :) Un abrazo.
EliminarQuerida Matrioska, lo has contado de forma tan dulce, que firmo ahora mismo porque eso sea así llegado el momento.
ResponderEliminarEstá escrito de una forma muy limpia, suave, tranquila, me encanta esa forma tuya de describir algo tan dramático de una forma tan serena. Felicidades.
Te mando un beso fuerte.
Malu.
Ojalá fuese así para todos, Malu. La vida ya es lo suficientemente complicada como para que la muerte también lo sea. Te agradezco mucho tus palabras, guapa. Otro beso grande para ti.
EliminarMe encanta la manera tan limpia y dulce de llevarnos a un fatal desenlace. Creo que como siempre llegas a sacudirnos los sentimientos. Perfecto!
ResponderEliminarBesos, muchos.
Muchas gracias por tus palabras, Maite. Un beso grande.
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