La edad del pavo
Creció sintiéndose la oveja negra de la familia. Y ahora, además, sentía un aleteo constante de mariposas en el estómago que, junto a los pájaros de su cabeza, le impedían dormir bien. Sin embargo, lo guardaba todo en secreto: de sobra sabía que su madre no le dejaba tener mascotas.
Con qué elegancia has abordado la vorágine de sentimientos y emociones que nos apabullan en la adolescencia.
ResponderEliminarUna manada de sensaciones dentro del arca de la pubertad que nos transmite la soledad, el desasosiego o el desconcierto que acompaña la entrada a un nuevo mundo intrincado e inmenso. Todo ello remachado con esa puntada de conflicto infinito que es la relación con los padres (madre en este caso)
La manera con la que has dado forma a todo esto me parece magistral; un relato soberbiamente conducido a lomos de frases hechas con animales trazando el hilo argumental de un hermoso bordado.
Con que facilidad manejas el lenguaje al servicio de una historia y consigues que se expanda más allá de las 50 palabras.
Querida Margarita, es un gustazo leerte.
Un abrazo.
Y después de tu comentario, ¿qué digo yo?
EliminarTengo la sensación de que me llevas de la mano y me muestras la belleza de las palabras; incluso las mías suenan mejor cuando tú las lees.
Y por supuesto, me dejas un montón de imágenes en la retina, con manadas de búfalos que pastan sin prisa en la sabana y levantan un instante sus grandes ojos oscuros para mirar el traje bicolor de la cebra que se acerca, y una araña que teje una hermosa tela para que se columpien los elefantes.
Sólo te pido que no me preguntes por qué veo lo que veo reflejado en tus palabras, no sé responder.
Y ya no borro más. Creo que es la novena respuesta que escribo y así se va a quedar.
Querido Antonio, es un gustazo que me leas.
Un abrazo.
Margarita, no te agobies, yo creo que con un simple agradecimiento basta. Me resulta relativamente sencillo escribir comentarios de relatos porque ellos mismos te sugieren las palabras. Pero, como a ti, me resulta mucho más difícil contestar a los comentarios de mi propio relato, seguramente por cierto pudor.
EliminarAsí que, ¡ale!, predicando con el ejemplo: gracias por tu amable comentario a mi respuesta a tu relato ;-)
:-))
Eliminar¿Ocultándole cosas a su madre? ¡Y pasaba por una mosquita muerta!
ResponderEliminarBromas aparte, Margarita, nos brindas un relato muy interesante donde recoges las sensaciones de una adolescente, con todo lo que ello significa, y encima muy bien descritas (aunque a esto ya nos tienes acostumbrados).
Va, por tanto, mi me gusta porque desde ese simbólico título que da nombre a todo un período de la vida de cualquier persona, sea del sexo que sea, a esa completa descripción de impresiones quinceañeras, guiadas por locuciones con animales, bordas un espléndido cincuenta palabras.
Un beso.
Si es mosquita, te pica seguro, José Antonio.
EliminarY a mí me picáis con vuestros sabios comentarios.
No se lo digas a nadie, pero me resulta mucho más facil escribir un relato que un comentario; en el primer caso sólo tengo que lidiar conmigo, pero, ¡ay!, cuando se trata de contestar y estar a la altura..., y si además tengo que controlar "la vorágine de sentimientos y emociones que me apabullan" (parafraseando a Antonio B.) cuando os leo, me siento pequeña.
Me pongo de puntillas para darte las gracias y un beso.
Margarita, siempre me sorprende tu maestría para describir con sencillez y belleza las emociones. Aprendo mucho de ti cada día. El relato es exquisito, refleja totalmente la mezcla de sensaciones que surgen durante la adolescencia con pinceladas de humor. Eres especial. Enhorabuena. Me rindo a tus pies. Besos.
ResponderEliminarPilar, que me digas que aprendes de mí es un orgullo y también una responsabilidad. Y me siento un poco cobarde porque yo tiré la toalla hace tiempo cuando intenté vestir mis letras con un poco de la poesía que pones tú en las tuyas.
EliminarEl azar ha querido hoy unirnos a través de nuestras historias. Ojalá esta adolescente, cuando crezca, baile los tangos en su tierra.
Un beso emocionado.
La adolescencia en 50 palabras, muy bueno!!!! Felicidades!
ResponderEliminarGracias, Renate.
EliminarSon tantos los cambios que se producen en esa etapa que lo mejor es resumirlos para poder cargar con ellos.
Un saludo.
Vi el titulo y luego a la autora, y comencé a reírme solo, jajaja.
ResponderEliminarEl relato es muy bueno y me identifica en muchos aspectos...
Mi bola de cristal vislumbra este relato como uno de los 8 finalistas del mes.... (son 5 euros).
Un abrazo y un beso.
Jajaja, Jean, siempre me contagias tu vitalidad desbordante, pero no sé yo si tienes futuro como vidente.
EliminarVas a tener que subir la apuesta para que los miembros del jurado se dejen comprar, aunque si preside la señora jueza de José Antonio...
Cinco euros de gracias y un beso y un abrazo.
Bueno, tengo a mi favor haber vaticinado que Ángel ganaría el mes con su "Cita a Ciegas". Ahora podemos subir la apuesta, pero, guardemos esta charla y la recordamos a fin de mes... Ahí veremos si tengo dones de vidente.
EliminarMargarita que relato tan bonito, con que maestría manejas las palabras para mostrar la adolescencia, esas mariposas, esos pájaros....de verdad bellísimos.
ResponderEliminarMe enamora leerte, gracias por escribir tan velas palabras.
Un beso.
Soy yo la que tengo que darte las gracias, Javier, porque siempre sacas tiempo para leerme y para animarme y para apoyarme. Y porque tienes un don para mirar el ángulo más bello y, además, limarle las aristas.
EliminarAsí que, una vez más, gracias por leerme.
Un beso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon que elegancia escribes Margarita. Hasta yo sentí mariposas jejeje...no había terminado de leerlo y ya sabía que eras tú. Espero aprender de ti. Un saludo y abrazos.
ResponderEliminarUno de los halagos que más me gustan es cuando me dicen "ya sabía que eras tú", me hincho como un pavo real.
EliminarPero ahora que ya he vuelto a la realidad y me he quitado la cola, me gustaría pedirte un favor: ¿aprendemos juntas?
Muchas gracias por sentir conmigo esas mariposas.
Un fuerte abrazo.
Muy bonito, Margarita. Es curioso que a muchas de las situaciones y emociones de los humanos se les simbolice con figuras animales. Se dice que al madurar aprendemos a controlar muchos de nuestros instintos, en contraste, tras la ternura de tu relato hay un hermoso paisaje lleno de fieras salvajes de juventud.
ResponderEliminar¡Precioso!
Estoy con Jean en lo de la apuesta.
Vicente
Hace mucho mucho tiempo leí que los animales se utilizaban como protagonistas de los dibujos animados porque a los niños les resultaba más fácil entender las emociones representadas en ellos. No sé qué habrá de cierto en esa vieja lectura; lo que sí sé es que cuesta mucho controlar los instintos, o a lo mejor lo que cuesta es madurar.
EliminarGracias por apostar por mí, Vicente, y por tus hermosas palabras.
Un beso
Me parece muy elegante tu forma de describirnos esta edad del pavo, querida Margarita. A mí me encanta esa edad, no me gustará tanto cuando se empiecen a acercar mis hijas a ella ... Pero tiene cosas muy buenas, esas hormonas efervescentes son "todopoderosas", ja, ja, ja ... Luego pasan los años y todo queda en "caballo viejo", (que también tiene sus cosas buenas, eh?).
ResponderEliminarUn me gusta bien grande junto con un besazo.
Malu.
Es una edad necesaria, - ¿y cuál no lo es? - , porque, como bien dices, te comes el mundo sin necesidad de masticarlo. Lo malo son las noches en vela producto de la indigestión, pero por suerte, se alivian con una buena siesta. Así que ve preparando el sofá para cuando tus niñas empiecen a abrir sus preciosas colas ;-)
EliminarY sí, por muy viejo que sea un caballo, nunca pierde su elegancia, y en esas estamos.
Un gracias bien grande, mi querida Malu, y un beso.
Me ha encantado, Margarita. Te ha quedado redondo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Belén. Siempre consigues con muy pocas palabras hacer que me sienta muy bien.
EliminarDe oveja negra a joven incomprendida, pobrecilla. Que bien enlazas las expresiones para mostrarnos lo difícil que es crecer y lo maravilloso que, a pesar de todas las vicisitudes, es vivir esas experiencias.
ResponderEliminarMe gusta tu relato y ese tono simpático y desenfadado que usas. Seguro que en el fondo, entre madre e hija hay más complicidad que conflicto.
Un beso.
Sí, Jose, ahora que he pasado esa época, la recuerdo con mucho cariño. Bueno, esa y todas porque cada una tiene su aquel.
EliminarY desde la que me encuentro ahora, tengo la suerte de ser espectadora de "las pavadas" de los otros y también del desconcierto de los padres poco permisivos con las mascotas, y no te imaginas cómo disfruto. Tanto como con tu comentario.
Un montón de gracias y un beso.
Una edad problemática, con la característica de que quienes la detentan portan dentro de sí una variada fauna: pavos, mariposas, pájaros y más. Hasta aquí, todo entra en los cánones de la normalidad. Lo original en el caso de tu protagonista, que se nota que ha salido de la mente de una creadora brillante, es que se guarda para sí esos animalillos, lo primero porque son suyos, en parte también por no molestar, pero, sobre todo, para no resultar incomprendida. Seguro que esta chica de tu relato terminará siendo escritora, en algún momento necesitará contar al mundo lo que le ocurre dentro. Tú no dejes de hacerlo.
ResponderEliminarUn abrazo, Margarita
Tus palabras me han hecho sonreír, Ángel. Parece que estoy oyendo a un amigo que siempre me decía que mi miedo a escribir es porque escribo desde dentro y que se me nota mucho en el carácter cuando no lo hago. Va a resultar que tenéis razón. No siempre es fácil liberar a los pájaros y a las mariposas porque corres el riesgo de que vuelen demasiado alto y no los puedas alcanzar.
EliminarGracias por esas caricias que siempre deslizas entre tus letras.
Un abrazo.
Para no dejarle tener mascotas... ella solita ya es casi un arca de Noé!
ResponderEliminarAhora en serio, Margarita, una vez más nos deslumbras con el uso impecable de unas "frases hechas" que enlazas a la perfección para describirnos en este caso una etapa, la adolescencia.
Chapeau!
Un beso.
Carme.
No veas la pobre, con el guirigay que tiene montado está a punto de naufragar. En cambio, yo, con comentarios como el tuyo, navego viento en popa y a toda vela.
EliminarGracias, muchas gracias, M. Carme.
Un beso
¡Cómo me gusta leerte! Ya sean ovejas, fantasmas o números, siempre consigues enamorarme. Enhorabuena, Margarita.
ResponderEliminarY a mí me encanta que me leas, y que comentes, y que compartas conmigo espacios tan especiales para mí como esta página de 50 palabras.
EliminarUn beso. ¡Gracias!
Tu impecable forma de contar historias cada mes nos sigue regalando cincuenta palabras como estas.
ResponderEliminarUna granja llena de animales en un cuerpo que va dejando la niñez y que aún le queda mucho para madurar. Una persona solo comprendida por sus amigos y amigas que, a la vez, son una generación incomprendida. Y además, acarreando con miles de pájaros en la cabeza y un pavo encima.
Como siempre, genial, reina de las palabras, hechicera de historias, mi querida Margarita del Brezo.
Adivina a qué libreta va este relato. Por supuesto a la de mis favoritos.
Un fuerte beso.
Pablo
Mi querido Pablo.
EliminarEres un lector muy agradecido, y además, generoso, no sólo por tus palabras amables que nunca se agotan, también por esa libreta que, me atrevo a decir, es un poco de todos.
Me encanta cómo me defines: genial, reina de las palabras, hechicera de historias, pero permíteme que me quede con lo que más me gusta y de lo que más orgullosa me siento, con ese "mi querida Margarita del Brezo". Este sentimiento de cariño que compartimos no va a ser fácil comprimirlo en una libreta.
Un beso fuerte.
Leerte es siempre un placer para los sentidos. Traes un soplo de frescura primaveral a esta página, en este micro además la protagonista está en esa etapa de la vida, convulsa y desbordante de sentimientos encontrados.
ResponderEliminarTienes una forma de escribir muy peculiar, en la que, siguiendo con las metáforas de animales, te desenvuelves como pez en el agua.
Un beso.
Intento no nadar contra corriente, Asun, y comentarios como el tuyo me ayudan más de lo que imaginas a mantenerme a flote; aunque ya he pasado la edad del pavo, a veces me encuentro con sentimientos que desbordan las aguas tranquilas en las que navego.
EliminarAsí que, gracias, muchas gracias por tus palabras.
Un beso
Estos estupendos relatos tuyos se podrían utilizar como ejemplos en las escuelas de escritura. Ejemplos a seguir, por supuesto, pero también para estudiar el proceso creativo. Intuyo que en este caso has comenzado con el título y que has acabado con el final, cosa que aunque parezca una perogrullada todos sabemos que no siempre es así. Y de ser como digo, supongo que te ha costado encontrar el modo de rematarlo adecuadamente, pero lo has hecho de un modo brillante.
ResponderEliminarComo verás, yo también he apostado, y quizá no haya dado ni una. Pero independientemente de eso lo cierto es que me encanta el resultado y que te felicito por ello. Enhorabuena, Maga, digo Marga.
Un abrazo.
Querido Enrique.
EliminarTus apuestas siempre ganan y si no, se cambia la ruleta.
Hay veces que ni yo misma sé lo que se me pasa por la cabeza cuando escribo, pero no se te ocurra decírselo a tus alumnos. Mejor cuéntales que lo mejor de escribir es poder leer comentarios como el tuyo.
Gracias, y no me canso.
Un abrazo
Margarita, tu relato es una síntesis perfecta de lo que es esa época tan linda y tan difícil de nuestras vidas ¡Y vaya que es difícil, con tanto bicho interno...!
ResponderEliminarUn beso grande.
Es verdad, Sandra, menuda etapa más contradictoria: somos capaces de lo mejor y de lo peor, tan pronto nos sentimos los reyes del mundo como los seres más miserables, reímos y lloramos sin saber por qué. Pero lo mejor es que siempre se cura con el tiempo y que de esa época siempre se guardan grandes recuerdos.
EliminarUn montón de gracias y un beso.
Margarita, tienes una creatividad desbordante. En este caso nos explicas la ebullición de la adolescencia mediante una secuencia de metáforas con animales. Muuuuuuuuuuy logrado, felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminarJajaja, ese mugido te ha salido muy bien entonado, Juana.
Eliminar¿Sabes? Me has recordado que mis tíos siempre bautizaban a una de sus vacas con el nombre de Margarita, y yo era tan "pava" que me mosqueaba e intentaba explicarles, entre el jolgorio de sus risas, que era una falta de respeto hacia mí. Por suerte crecí y entonces Margarita pasó a ser mi vaca preferida, y pobre de ellos si en la cuadra no había alguna que se llamase así.
Pues eso, pura ebullición.
Muuuuuuchas gracias y un abrazo.
Creo que debes sacar a tus mascotas del armario y presentárselas a tus padres. Eso o dejar que te posea un demonio, que es una forma divertida de empezar la fase rebelde sin causa.
ResponderEliminarMuy bueno, Margarita.
Abrazos.
Creo que si alguna vez presento a alguien a mis mascotas será a tu gallina, es más, me encantaría hacerlo a ver si se les pega algo.
EliminarLo del demonio... lo sigo intentanto y se sigue negando; algo hago mal, seguro.
Gracias, Patricia.
Abrazos
Cuando la imaginación, la creatividad y el buen escribir se confabulan, sólo pueden producir el resultado que usted muy bien ha plasmado en esta historia, un excelente microrrelato en 50 palabras. Me gusta este zoológico en el que se han convertido las hormonas del personaje. Le dejo mis saludos.
ResponderEliminarSe me han revolucionado las mariposas con su comentario, Beto. Poco más puedo añadir, salvo, por supuesto, un millón de gracias.
EliminarRecojo sus saludos y le envió un cordial saludo de vuelta.
¡Qué bien organizas las ideas, las frases, las palabras! Me ha encantado, Margarita.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues no te creas, que con tanto aleteo no es fácil poner cada cosa en su sitio.
EliminarMe alegra que te haya gustado, María Jesús.
Muchas gracias.
Un abrazo
Magistral juego de ocultación y escape de sensaciones... hechas todas mascotas, animales salvajes pugnando por salir al fin y al cabo, como las palabras para formar un hermoso relato.
ResponderEliminarSaludos
No sé si es más fácil domeñar a un caballo salvaje o a las palabras que pugnan por salir, no lo sé, José María. Lo que sí tengo claro es que agradezco mucho las palabras que me has dedicado.
EliminarSaludos
Felicidades, Margarita. Tus relatos fluyen tan bien que parece que te salen como churros y sin esfuerzo, aunque mucho me temo que crear una joya como esta de fácil no debe tener nada. Un beso grande.
ResponderEliminarSí que me ha costado poner un poco de orden entre tanto aleteo, y sobre todo, a escondidas de mi madre, pero a la vista de tu comentario, ha merecido la pena, y mucho.
EliminarUn montón de gracias, Matrioska.
Un beso.
Menuda fauna habita en el/la protagonsita de la historia; y vaya fiera de las palabras estás tú hecha, Margarita ;)
ResponderEliminarBesos
No es tan fiero el león como lo pintan, dicen. Seguramente será porque ponéis el listón muy alto, - menudo juego de palabras te has marcado -, y el rey de la selva tiene que reinventarse para no perder su corona.
Eliminar¡Gracias, Notincgas!
Besos
¿quien no ha sido, es o será adolescente? ¿quien no tiene, ha tenido o tendrá adolescentes? Maravilloso relato que envuelve las vivencias en papel de regalo. Gracias
ResponderEliminarSí, la adolescencia es una estación de paso con parada obligatoria para todos, por fortuna, porque el paisaje lo recordaremos siempre como un regalo.
EliminarMuchas gracias a ti por tu comentario, JKSanguino.
Saludos
¿quien no ha sido, es o será adolescente? ¿quien no tiene, ha tenido o tendrá adolescentes? Maravilloso relato que envuelve las vivencias en papel de regalo. Gracias
ResponderEliminarUna fauna entera habita en tu protagonista y tú de una forma delicada y bella le has dado forma de adolescencia. Eres precisa en ideas y acertada al ponerlas en tu 50. Con tres imágenes sencillas has creado todo un mundo que has sabido transmitirnos y nosotros sentirnos esa niña que madura con secretos y con inquietas viviencias.
ResponderEliminarUn beso enorme preciosa Margarita.
Con el límite de palabras que tenemos, hay que ser muy precisos. Lo complicado es darles luego el tono, el brillo, la intensidad y la saturación adecuados para que la imagen impresa en la retina resplandezca y acapare toda nuestra atención. Y si además conseguimos que sea bella... Pero qué te voy a contar a ti si te estoy describiendo.
EliminarMuchas gracias, Mª Belén, y un beso grande.
Margarita, otro relato con tu sello e impronta. Una algarabía animal y hormonal en esa edad de descubrimiento y transición. Muy bueno. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta mucho que hables de sello e impronta, Salvador, me ayuda a seguir el ritmo, aunque a veces pierda el compás.
Eliminar¡Muchas gracias!
Un abrazo
Me encanta cómo mezclas!!! Bien cocinado como siempre mi querida cuentista. Adoro las mariposas y pájaros también tengo Jejeje. Un abrazote enorme!!!
ResponderEliminarY quién no tiene pájaros y mariposas, Carmen. Confieso que a mí me gustan, salvo cuando se ponen a revolotear en algún momento... ¿inoportuno?
EliminarUn beso grande
Consigues que sea muy muy fácil meterse en la piel de tus protagonistas. Tanto que puedo sentir las mariposas en el estómago.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu estilo y tus toques de humor. El final le quita bastante hierro al asunto, a esa frustración por todos nuestros miedos y/o ambiciones que no nos atrevemos a contar ni en casa.
Un beso fuerte.
Intenta que no se muera el aleteo de esas mariposas en el estómago y no olvides que siempre puedes contar con los pájaros de tu cabeza.
EliminarGracias por viajar hasta aquí.
Un beso, Xiomara
Enhorabuena, Margarita, cómo te lo curras. Lo has vuelto a hacer... ¡que parezca fácil!
ResponderEliminarAunque a estas alturas ya no deberías sorprenderme, pero lo haces.
Un abrazo admirado.
Bien sabes que unas veces es más fácil que otras, Rosy, pero saber que cuento con vuestras lecturas hace que el esfuerzo merezca siempre la pena.
EliminarCuento con que el día que no te sorprendas también me lo digas.
Mil gracias.
Un abrazo