La espera
Una clase repleta de libros. De personas que no saben leer. Son invidentes de las palabras, soñadores del saber. Tratan de sumergirse en los escritos, pero la oscuridad mancha su vista. Esperan ansiosas la llegada de la maestra, del conocimiento, de la vida.
Tarda, sienten que lo han perdido todo.
Tarda, sienten que lo han perdido todo.
Una historia muy bonita y original, con múltiples lecturas. En ella pueden encontrarse desde un relato inspirador y de superación personal, hasta una acertada metáfora, haciendo uso de la ceguera física para representar la invidencia mental. Igual que José Saramago en «Ensayo sobre la ceguera», nos preguntaríamos entonces, ¿cuáles serían las responsabilidades de la única persona capaz de ver en un grupo?
ResponderEliminarEstupendo, Esther.
Saludos.
¡Gracias Vicente!
ResponderEliminarCoincido plenamente con Vicente incluso en el título del libro que me ha recordado tu relato, Esther.
ResponderEliminarMe gusta.
Un saludo
Sí que tiene lecturas tu historia. Y por encima de todas esas posiblidades de interpretación me quedo con esa idea de la importancia de querer aprender, de la curiosidad por el saber, y del importante papel de la educación y de sus profesionales en el más deseable progreso social.
ResponderEliminarEnhorabuena, Esther.
Saludos.
Muchas gracias Margarita y Enrique ;)
ResponderEliminarQuerer aprender y no poder, es un gran drama.
ResponderEliminarBien contado.
Un beso, Esther.
Pablo
Al decir que la maestra es la fuente del conocimiento y de la vida sitúo la escuela en algún país en desarrollo, donde la educación es el motor de cambio.
ResponderEliminarMe gusta lo de "invidentes de las palabras, soñadores del saber" :-)
Saludos,
Carme.
Gracias Pablo y Carme ;)
ResponderEliminarSin duda, un texto bellamente escrito, Esther. Un saludo.
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