Parada militar
Se celebraba el Día de la Fiesta Nacional y, entre los más de quince mil soldados que desfilaban ese año, uno llevaba el paso cambiado.
Antes de que llegaran a la tribuna de autoridades, el comandante ordenó a todos los soldados que acoplaran su paso al del hijo del general.
Antes de que llegaran a la tribuna de autoridades, el comandante ordenó a todos los soldados que acoplaran su paso al del hijo del general.
Muy bueno, Crispín. El relato es divertido, está muy bien contado y además, tiene un gran mensaje: todos tenemos que ir con el paso del que manda, aunque sea el equivocado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
Esa es la intención del que manda, pero no siempre le sale bien, sobre todo si somos capaces de ponernos de acuerdo.
EliminarGracias por tu comentario.
El que manda, manda, que todavía hay clases, y por desgracia cada vez más diferenciadas. Muy gráfico e ilustrativo, Crispín. Saludos.
ResponderEliminarTodavía las hay, y parece que cada vez más y la sociedad más dispuesta a cambiar el paso, aunque llegarán otros tiempos y otros ideales, es cuetión de tiempo.
EliminarJo, jo, jo. Buenísimo, Crispín. Aquí se ve que no todos tenemos el mismo paso ni, mucho menos, el mismo peso.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Vicente.
EliminarSi ninguno hubiera cambiado el paso, seguro que al final se lo habrían hecho cambiar al niño del general.
Ahí le has dado Crispín, aunque todos estemos en lo correcto, tenemos que ir siguiendo al que manda ... qué lástima ... así nos va.
ResponderEliminarMuy bueno, un beso.
Malu.
Gracias por comentar, Malu.
EliminarEl relato es muy pesimista, pero seguro que en un futuro nos irá mejor (espero).
¡Qué bien! Me gustan los micros que cuentan una historia con sutileza, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por tu comentario Beto, me alegro que te haya gustado.
EliminarCon que aparente sencillez cuentas una historia de poder, disciplina, injusticia, superficialidad, apariencia, torpeza, ...
ResponderEliminarY con que elegancia has profundizado mostrando únicamente la superficie.
Enhorabuena, Crispín.
Un abrazo
Leyéndolo, es cierto que encuentro reflejados todos los conceptos que dices. Te agradezco esa visión tan completa.
EliminarEl complicadísimo don de la sencillez. Genial.
ResponderEliminarEn el lector está valorarlo. Gracias.
EliminarBrillante, Crispín. Todos a una y marcando el paso como ordene el jefe de turno. En cualquier trabajo, no hay peor situación que el ordeno y mando y silenciar la iniciativa de los compañeros.
ResponderEliminarA mi, lo que más me gusta de esos desfiles es el ¡rompan filas!
Saludos.
El problema es que unos utilizan el ordeno y ando y oros la sutileza y que la respuesta va desde la simple obediencia hasta la triste apatía o resignación.
EliminarLuego dicen que somos todos iguales. Algunos nacen con el privilegio de poder equivocarse sin que haya consecuencias, con una vida llena de atajos. Una realidad aplastante e injusta que has dibujado en toda su dimensión y de un modo sencillo, diciendo sin decir.
ResponderEliminarUn saludo
Siempre ha sido así y me temo que lo que cambia sólo es el nombre de los afortunados.
EliminarEl que puede puede aunque sea tonto. Seguro que el susodicho ni se entera.
ResponderEliminarAsí es, y si se entera probablemente pensará que el desfile salió bien porque todos cambiaron el paso para acoplarse a él.
EliminarUn micro de lo más visual, aparentemente sencillo pero que encierra una atinada crítica. Enhorabuena, Crispín.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias Fina. La sencillez y la crítica no son términos opuestos, es más, habitualmente se potencian.
Eliminarjajajaja Me ha gustado mucho Crispin. Muy cierto y muy visual.
ResponderEliminarun abrazo,
Tan cierto y visual como difícil de corregir. Gracias Raquel por tu comentario y ese toque de humor.
Eliminar¡Que se note quien manda aquí!
ResponderEliminarEn mi zona se dice: "Todo el mundo lleva el paso cambiado, menos mi niño".
¡Ja, ja, ja, ja! Simpático microrrelato. Me imagino a esos más de quince mil soldados teniendo que acompasar su marcha con la marcha de uno solo. Eso sí, la de "mi niño" (no el mío, sino el del general).
Va mi me gusta, Crispín, y un abrazo.
Ser ciego es a veces menos doloroso que ver una realidad que no te satisface, pero no permite solucionar los problemas y además, querer imponerlo a los demás es deleznable.
EliminarGracias por tu comentario, tan expresivo.
Haces que parezca sencillo incluso cambiar el paso.
ResponderEliminarUn saludo, Crispín.
En ciertas condiciones es más fácil que cambien el paso quince mil, que hacérselo cambiar a uno.
EliminarGracias por tu comentario, Margarita.
Muy bueno, Crispín. Habría que ver como se desenvolvería ese niño de papá fuera del cuartel donde su padre es general.
ResponderEliminarUn saludo.
Supongo que de chico estaría perdido, hasta que aprendiera las artes de su padre.
Eliminar¡Buen disparo, Crispín!
ResponderEliminarGracias por leerme y por tu comentario.
EliminarSencillamente magnífico, Crispín. Me quedo con la actitud servil del comandante como paradigma de una realidad tan deleznable como ridícula. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarGracias Enrique. El comandante hasta ahora no había salido en ningún comentario, sin embargo es una pieza fundamental en la historia y da pie a nuevos comentarios.
EliminarTe agradezco el análisis que has hecho de los personajes.
La historia encierra una realidad aplicable a tantos otros casos...
ResponderEliminarEn este caso concreto, me apetece imaginarme que cuando todos están obedeciendo la orden, con el cambio de paso se hacen un lío y empiezan a caer como fichas de dominó.
Ah, y caería último el hijo del general al pasar por delante de la tribuna.
Un saludo.
Carme.
Le has dado un giro inesperado y esperanzador al final de la historia, con el que yo no contaba. Gracias M. Carmen.
EliminarMuy buen micro, Crispín, en un pis pas nos cambias el paso y nos haces reemplazar un: “¡Pobre soldado!”, por un: “¡Acabáramos! Un saludo y felicidades.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Matrioska. En cualquier acción es importante saber el quién, el cómo y el porqué.
ResponderEliminar