Símil
Érase un pueblo muy pobre, anegado por ríos de sequía. La procesión pedía agua para los gaznates secos por alcohol. Se encapotó el cielo de amarillo y el granizo se convierte en virulentas monedas de oro sobre la miseria. Los vecinos se indigestaron de metal, mientras el bombardero se estrellaba.
Genial relato, símiles buscando el contrapunto a las escenas y a las emociones. Un abrazo, María Jesús.
ResponderEliminarEl más preciado metal es el agua, aunque creo que no aparece en la tabla periódica.
ResponderEliminarBuen símil, María Jesús.
Saludos
Te voy a contar mi experiencia con tu relato, María Jesús. Me ha parecido que era como recoger un sedal de una caña de pescar. Cada referencia al tema del agua/lluvia, era una vuelta al carrete que me iba acercando a lo que había enganchado al anzuelo, hasta descubrir un magnífico pescado de escamas doradas y agrias resonancias.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Nada tiene valor cuando la escasez se hace agua. Un 50 que apunta hacia la conciencia. Genial María Jesús. Un beso guapa.
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