Sin piedad
Retenido entre esas paredes, se deja caer de rodillas cuando escucha la llave girar dentro de la cerradura.
Con la respiración desenfrenada y el cuerpo paralizado se sorprende al descubrir sus manos, palma con palma, en un gesto de súplica.
El miedo, sin piedad, lo ha sometido a su fe.
Con la respiración desenfrenada y el cuerpo paralizado se sorprende al descubrir sus manos, palma con palma, en un gesto de súplica.
El miedo, sin piedad, lo ha sometido a su fe.
Parece ser que al protagonista de tu historia, en vez de ser el arrepentimiento el motivo que le empuja a suplicar el perdón, es el miedo. No es el ideal, desde luego, pero al menos ese miedo sin piedad le hace sentirse débil, y creo que le hace mucha falta esa cura de humildad. Buen relato para la reflexión, Tati. Saludos
ResponderEliminarGracias por tus comentarios Juana. Saludos..
EliminarMe gusta mucho tu relato, Tati, y no ya solo por coincidir con su planteamiento (el que yo interpreto), sino también por lo bien que está escrito. Siempre me ha llamado la atención cómo una creencia impuesta a la fuerza arraigue con tanta profundidad y firmeza en el pueblo, ese pueblo devoto y temeroso a un tiempo de su dios.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Muchas gracias Enrique. El sometimiento, se ponga el disfraz que se ponga, siempre va de la mano del temor, y no hay como el miedo para dominar y doblegar.Saludos.
Eliminar¡Qué inútil es ese miedo que somete a una fe, a una creencia, a una ideología! Y, sin embargo, ¿cuántos adeptos se han “ganado” en la historia por ese convincente método del miedo o incluso del terror?
ResponderEliminarMuy buen relato, Tati. Va mi aplauso sin piedad.
Abrazos.
Gracias Maria Jesús. Así es, "el método del miedo" parece no perder vigencia. Un abrazo y gracias nuevamente por ese aplauso.
EliminarEn esas paredes cuelgas un cuadro de desesperación de la época tenebrista perfectamente ejecutado.
ResponderEliminarSaludos, Tati. Me alegra leerte.
Muchas gracias Margarita. Saludos.
EliminarEl miedo puede ser un déspota que todo lo condiciona, pero no depende de él, sino de nosotros, que se lo permitamos o no. Un valiente siente el mismo miedo que el más cobarde de los hombres, la diferencia es que él se niega a sucumbir a esa tiranía.
ResponderEliminarUn saludo, Rosa
Es verdad Ángel,depende de nosotros. Aunque en muchos lugares el miedo aún manda. Saludos.
EliminarTati a tu protagonista no es la fe lo que le lleva a creer, es el miedo, ese pánico que con tus 50 palabras se nota y si siente entre esa cuatro paredes que lo encierran.
ResponderEliminarTati me ha gustado mucho tu relato, enhorabuena, un beso.
Gracias Javier, me alegra que te haya gustado. Un beso.
EliminarTati, ha quedado muy claro en tu micro, que hay métodos para someter la voluntad de las personas, en este caso el terror de su protagonista le hace rendirse y suplicar. Es muy triste que se sigan utilizando a pesar del tiempo transcurrido. Siempre hay quién se aprovecha del miedo para imponer su voluntad a los demás. Me ha encantado. Besos.
ResponderEliminarGracias Pilar. Y tal y como dices es triste que el sometimiento no pierda vigencia.Un abrazo.
EliminarEstá claro que la religión es el opio del pueblo.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Un beso.
Muchas gracias Pablo. Beso
EliminarSólo el miedo nos hace creer en lo imposible y la fe es ese asidero invisible al que nos aferramos por el simple hecho de tener miedo a morir.
ResponderEliminarY esto lo has reflejado de forma sobresaliente en tu relato, Tati.
Me ha gustado. Un saludo
Gracias Antonio por tus palabras. Tal y como dices el miedo es muy poderoso. Saludos.
EliminarPara someter a los demás hay dos métodos infalibles, el analfabetismo y el miedo, y creo que de ambos se han servido todas las religiones. Me ha gustado mucho cómo nos lo has contado, Tati. Un beso.
ResponderEliminarCuanta razón Matrioska, dos herramientas que parecen no perder vigencia. Un abrazo
EliminarMuy buen relato, Tati. Y además, reúne dos circunstancias que lo hacen excepcional: la intemporalidad y la universalidad. Podría haber sido escrito en cualquier época y en cualquier lugar.
ResponderEliminarEnhorabuena
Gracias Notincgas por tu acertado comentario. Saludos.
EliminarEl miedo, a lo que sea, muy bien reflejado con simplemente cincuenta palabras. Me quedo con la frase: "(...) el cuerpo paralizado se sorprende al descubrir sus manos, palma con palma, en un gesto de súplica". Ese gesto de súplica -también de rezo- lo dice todo. O al menos me lo dice a mí.
ResponderEliminarVa mi me gusta, Tati, por tu buen hacer para trasladarnos esa idea atemporal de padecer o sufrir miedo.
Un saludo.
"El miedo, sin piedad, lo ha sometido a su fe", Una fe que cada día tiene más seguidores.
ResponderEliminarMuy buen relato Tati.
Saludos.