Top secret
No se le ocurría dónde podría guardarlo para no ser descubierto. Miró por todos los rincones de la casa. Se jugaba lo más importante de su vida, y lo sabía.
Para los demás eran unas simples notas. Para él, a sus seis años, significaba quedarse sin su visita al zoo.
Para los demás eran unas simples notas. Para él, a sus seis años, significaba quedarse sin su visita al zoo.
Este niño va para político...
ResponderEliminar¡Muy bueno, Valentín!
Tan jovencito y ya tan astuto, con secretillos y todo. Seguro que acaba enseñando esas notas a sus padres, pero después del zoo, claro.
ResponderEliminarUn saludo
Me recuerda mi infancia, aunque nunca escondía notas pero si mis cuadernos a medio morir con las pastas rotas. Muy buen relato, no se separa de la realidad de mis sobrinos, y gracias también por recordarmelos ahora que la escuela y el trabajo me han alejado de mi ciudad. Ellos son un claro ejemplo de tu historia jajaja...un saludo Valentín.
ResponderEliminarValentín, muy pillo tu protagonísta! Con su edad tiene muy claras sus prioridades, en este caso ir al zoo. Para ello, no duda en ocultar sus notas hasta haber realizado la visita. Pronto empieza... Enhorabuena! Un abrazo
ResponderEliminarEntrañable, Valentín. Aunque nunca obtuve malas notas (perdóname si suena mal), estoy convencido de que la importancia de éstas se sobrevalora. He conocido a grandes mujeres y hombres que jamás encajaron en el sistema escolar. Me gustaría creer que los padres de este niño le animarán a esforzarse más en las próximas evaluaciones pero que no se privarán, ni ellos ni el niño, de una inolvidable visita familiar al zoo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Saludos
Aunque a veces uno se pueda enfadar con esos pequeños engaños, la astucia y la ternura de los niños es algo que siempre sorprende y conmueve.
ResponderEliminarPrecioso relato, Valentín. Saludos.
Lo primero es lo primero. Seguro que después hace una estupenda redacción sobre conocimiento del medio, incluido el familiar.
ResponderEliminarSaludos, Valentín.