Un lugar junto a ella
En el cementerio, Roberto contemplaba el lugar que reservó junto al de ella. Entre lágrimas confió su deseo al viento.
Contar un deseo invalida su concreción y, consiguientemente, el deseo nunca muere. Él ignoraba que quien lo cuenta tampoco.
Todavía vaga entre las tumbas anhelando un lugar que jamás ocupará.
Contar un deseo invalida su concreción y, consiguientemente, el deseo nunca muere. Él ignoraba que quien lo cuenta tampoco.
Todavía vaga entre las tumbas anhelando un lugar que jamás ocupará.
Me agrada estos tipos de micro cuentos que escribís, muy al estilo de otro tuyo (el de las brujas). Me dejan pensando bastante.
ResponderEliminarMe encantó! :)!
Nunca me hubiera imaginado que mis cuentos podían hacer pensar. Gracias por decírmelo. Me pone muy contenta.
EliminarUn beso, Paste.
¡Precioso, Sandra! Acabas de crear una maravillosa leyenda. Aunque para tu protagonista no haya consuelo, la idea que desarrollas es genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Una leyenda!, ¿no será mucho? Qué bueno que pienses eso. No sabes cuánto me alegra tu comentario y más viniendo de ti. ¡Muchas gracias!
EliminarUn abrazo.
Cuando se me caída una pestaña de pequeño, mi madre me decía que pidiera un deseo antes de soplar para que volase, con mucha insistencia en que no debía contarlo, porque entonces no se cumpliría. Dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea, porque puede cumplirse; las consecuencias para tu protagonista han sido extremas, pero en sentido contrario. Tremenda condena la suya y buen relato el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo, Sandra
¡Sí!, yo también hacía lo mismo cuando se me caía una pestaña, la ponía sobre el dedo, pedía un deseo y soplaba. Pero nunca se hizo realidad ninguno, a pesar de haber cumplido a rajatabla la condición de no decirlo. Es más, me ha causado innumerables problemas. Por ejemplo, en un restaurante cuando viene el mozo y me pregunta qué deseo, me es imposible contestarle y termino comiendo mondongo, hígado o chinchulines...
EliminarEs cierto que hay que tener cuidado con lo que se desea porque si se cumplieran algunos, muchos nos arrepentiríamos enseguida. Además, la realidad abarata los sueños. Basta que se cumpla un sueño para que la realidad te lo chamusque y ya no sea tan genial como lo habíamos imaginado. Igual creo que prefiero un sueño chamuscado por la realidad y no uno impoluto en la fantasía. No sé... En todo caso, hay que saber que un deseo es un arma de doble filo: si uno lo cuenta, puede no cumplirse, como le pasó a Roberto, pero si uno no dice lo que desea, puede terminar sus días comiendo mondongo, hígado o chinchulines.
Muchas gracias, Ángel, por tener la amabilidad de pasarte y dejarme tu comentario.
Un abrazo.
Lo has bordado amiga Sandra. Buena historia.
ResponderEliminarUn beso, Señorita Rebrij
Pero muchas gracias, amigo Moreno. Un placer su visita y su tan cordial comentario.
EliminarUn abrazo, Isidro.
Romanticismo y muerte, muy sugerente. Has ideado una maravillosa historia, bella, oscura y muy bien narrada.
ResponderEliminarMe gusta mucho, Sandra. Saludos.
Me encanta tu comentario, José. Lo valoro muchísimo. Ojalá el cuento esté a la altura.
EliminarMuchas gracias por leerme y por tus hermosas palabras.
Un beso.
Los secretos no se les puede contar ni al viento. Ya lo decía Bob Dylan. Muy original. Me ha gustado.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo
Exactamente, Pablo, ni siquiera al viento. Me alegra mucho que te haya parecido original y más porque yo pienso lo mismo de tus cuentos que tanto me gustan.
EliminarTe agradezco mucho el comentario.
Un beso.
Para que luego digan que no hay mal que cien años dure. Espero que llegue un momento en el que tu personaje asuma su realidad y busque el lado positivo de su condena. Muy buena historia, Sandra, con la que enriqueces de paso el libro de las supersticiones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguramente ya le encontrará el lado positivo o, por lo menos, el menos negativo porque a fuerza de rutina y resignación terminará adaptándose a su nueva realidad. Es cuestión de tiempo, y él ahora lo tiene de sobra.
EliminarY ya que hablas de enriquecer, el que enriquece eres tú con tus comentarios.
A lo mejor algún día el DRAE tenga esta definición de enriquecer: hacer algo a la manera de Enrique.
Un abrazo.
Jajajaja, bueno, bueno...
Eliminar¡Qué chulo, Sandra!
ResponderEliminarCoincido con Patricia: acabas de crear una leyenda.
Me ha encantado.
Un beso. El deseo no te lo cuento.
Margarita, siempre tan atenta y tan amable. Como le decía a Patricia, creo que “leyenda” le queda grande, pero me gusta, bah, me encanta que le atribuyan semejante palabra.
EliminarMe alegra muchísimo que te haya gustado. Y yo tampoco te cuento mi deseo.
Un besote.
Excelente historia, Sandra. A veces se olvida que esa muerte que tanto intentamos aplazar puede significar también la última esperanza de un amor interminable. «¿Quién quiere vivir para siempre?» Yo no.
ResponderEliminar¡Un gran abrazo!
Vicente
¡Cuánta verdad, Vicente! Yo tampoco quiero vivir para siempre y menos si eso supone ya no volver a ver a nuestros seres más amados. ¿De qué sirve la inmortalidad si uno no tiene con quien compartirla?
EliminarMuchas gracias por comentar, y no sabes cuánto me alegra que te haya gustado.
Un abrazo.
¿Y ahora qué? ¿No hay manera de deshacer el hechizo que ata al protagonista?
ResponderEliminarAyúdale, Sandra. Ayúdale con tus bellas palabras y con tu buen hacer.
Saludos cordiales.
Qué más quisiera, Notincgas, pero ya he probado de todo y nada funciona. Mis palabras no son mágicas como las tuyas. A lo mejor tú podrías romper el hechizo. Sé que no es imposible. ¿Te animarías a intentarlo?
EliminarUn beso.
Como todo ser viviente, sólo podemos vivir el momento y el aquí. Los deseos suelen transcender esos límites para colocarse en un tiempo y lugar que, por otra parte, apenas somos capaces de concebir.
ResponderEliminarTu protagonista pidió no morir, y lo hizo en un aquí y un ahora que no comprende lo que es la eternidad, lo duro que puede resultar vivir para siempre, y en el caso Roberto, con el peso de una traición a la promesa de descanso eterno junto a ella.
Una historia muy densa que transmite muy bien el desasosiego. Me ha gustado mucho, Sandra.
Un abrazo.
El deseo de Roberto era morir para poder estar junto a su amor. Él, sin querer, contó su deseo al viento, sí, pero lo contó, y ya se sabe que los deseos no se deben contar para que se puedan cumplir.
EliminarEl desasosiego del que hablas lo acompañará para siempre o, al menos, hasta que alguien rompa el hechizo.
Me alegra que te haya gustado, Antonio, y muchas gracias por dejarme tu comentario.
Un abrazo.
Cementerio, amor roto, tumbas... una genuina historia romántica que flota en el aire como ese alma en pena que no termina de encontrar su espacio ni su descanso.
ResponderEliminarExcelente relato, Sandra.
Un abrazo.
Una de las peores cosas que nos pueden pasar es no encontrar un lugar en el mundo. Desde que su amor murió, él ya no forma parte de la vida, pero tampoco puede formar parte de la muerte.
EliminarMe pone muy contenta que te haya gustado.
Muchas gracias por pasarte y comentar.
Un abrazo, Mª Jesús.
Who wants to live forever?... desde luego Roberto no quería... pobre Roberto...
ResponderEliminarBonita historia, y triste, snif.
Un abrazo.
Carme.
Roberto no quería porque ¿qué sentido tiene vivir para siempre si la única compañía es la soledad?
EliminarMe alegra que te haya gustado, Carme, y también me alegra que me hayas dejado el comentario.
Un abrazo.
Vaya ganas que tiene el difunto de descansar.... Y vaya si la quería, que por amor, después de morir, no muere. Creo que se trata de un relato bañado en el romanticismo. Si no estuviese escrita la leyenda del beso, creo que podría empezar así.
ResponderEliminarsaludos.
Después de morir (porque su vida se fue con ella) no puede morir. Muy acertadas tus palabras. No conozco la leyenda del beso pero, gracias a Google que todo lo sabe, me desasnaré enseguida. Y gracias por nombrarla porque me encanta conocer cosas nuevas.
EliminarUn beso, José maria.
Bella historia de amor no eterna porque el amador deseó algo que al contar se volvió en su contra. Precioso título por cierto.
ResponderEliminarVa mi me gusta, Sandra, y mis saludos más cordiales.
Muchas gracias, José Antonio, me encanta que te haya gustado. Y qué bueno también que te haya gustado el título porque tenía como tres y no sabía cuál elegir.
EliminarUn beso.
Sandra, precioso micro. Lástima que el protagonísta seguirá vagando por el cementerio sin poder descansar junto a su amada. Triste final, pero muy bien escrito. Va mi me gusta. Enhorabuena! Besos
ResponderEliminarSí, lamentablemente, el protagonista seguirá vagando eternamente. Salvo que alguien rompa el hechizo. Todo puede suceder.
EliminarMuchas gracias, Pilar, por tomarte el tiempo para leer y comentar.
Besos.
Tu micro es puro romanticismo, Sandra. Me ha gustado muchísimo, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarCuánto me alegra, Matrioska, que te haya gustado. Muchísimas gracias por hacérmelo saber.
EliminarUn beso.
Muy bueno Sandra, tremenda historia de amor en sólo 50 palabras. Un abrazo!
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Renate! Me alegra que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado, Sandra. Una leyenda romántica de amor y búsqueda de la paz. Si pudiera dar un consejo al protagonista, le diría que deseara a los cuatro vientos vivir eternamente. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Tienes razón, Salvador! A lo mejor así consigue engañar a los cuatro vientos y encontrar la paz que tanto necesita al lado de su amor.
EliminarMuchas gracias por tu comentario y la excelente idea.
Un abrazo.
Esta es una historia que, para mí, resulta inquietante, ese “vaga entre las tumbas” hace que visualice a Roberto, muerto y convertido en fantasma. Mejor no pedir deseos y mucho menos revelarlos. Muy bien tratada esta historia que, como dije, es de terror. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Los deseos revelados pueden traer consecuencias insospechadas.
EliminarMe alegra que te haya resultado buena la historia y te agradezco el comentario.
Un beso, Beto.
Qué tristeza emanan tus palabras, un espíritu, para siempre, buscando su sitio, al lado de ella... Me has puesto los pelos de punta.
ResponderEliminarPrecioso y muy bueno.
Un abrazo
Es muy triste desear algo que no se puede obtener. Decían por ahí que no hay peor castigo que el deseo sin esperanza. Y mi protagonista está sufriendo ese castigo. Me alegra mucho que te haya gustado, Rosy. Gracias por decírmelo.
EliminarUn abrazo.
Pobre Roberto. Condenado a vivir eternamente con su deseo y sin ella. Precioso micro, triste historia de amor. Felicidades, Sandra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Fina, un destino desamparado el que le toca vivir a Roberto. Como decía más arriba, ojalá alguien logre deshacer el hechizo.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado y que me hayas dejado tu comentario.
Un abrazo.
Querida Sandra, quiero pensar que vas a dar continuidad a esta historia, yo no veo al pobre Roberto rondando toda la vida por ahí en el cementerio, anhelando un lugar que jamás ocupará. (Fantástica frase, por cierto).
ResponderEliminarTe mando mis felicitaciones por este gran relato y un beso muy fuerte.
Malu.
Ya lo he intentado, pero no lo logro. Creo que Roberto necesita una ayuda como la que quizás tú le puedas brindar con tus excelentes ideas y relatos.
EliminarMe encanta que te hayas pasado por aquí y que me hayas dejado un comentario tan lindo. Te lo agradezco de todo corazón.
Un abrazo, Malu.