Una vez más
Paco volvía a casa tras un año en el Centro. Mirando los asientos vacíos del tren pensaba que en realidad estaban llenos de oportunidades perdidas.
Bajó al andén y allí estaba ella. La abrazó fuerte y prometió que nunca más viajaría solo. Marta permaneció inmóvil, no dijo nada. Sólo lloró.
Bajó al andén y allí estaba ella. La abrazó fuerte y prometió que nunca más viajaría solo. Marta permaneció inmóvil, no dijo nada. Sólo lloró.
Vaya preciosidad de relato, Miguel. Cuanto dicen todos esos conceptos tan bien utilizados: ausencias, fracaso, distancia y tiempo, soledad... y por fin reencuentro con el amor y la verdad. La inmovilidad y las lágrimas de ella simbolizan de algún modo ese estupendo ejercicio de contención bajo el que escondes una enorme fuerza dramática.
ResponderEliminarEnhorabuena, Miguel, y decirte, de paso, que fue todo un placer conocerte personalmente, celebrar con todos tu cumpleaños y comprobar tu generosidad.
Un abrazo y hasta la próxima.
Ese viaje de vuelta a casa parece que le hace recapacitar e incluso realizar un acto de contrición, de arrepentimiento. Y además ella le espera, quizás como su apoyo más firme, a pesar de esas lágrimas.
ResponderEliminarEnhorabuena, Miguel. Un relato cargado de detalles que nos hacen meditar su significado.
Encantada de haberte conocido y de haber compartido un día tan especial para ti.
Un abrazo.
Un tendría lleno de matices y sensibilidad. Admiro a Marta por ese amor sin límites.
ResponderEliminarHubiera sido un placer conocerte pero como sé que te tengo cerca, seguro que tenemos la oportunidad de conocernos personalmente y charlar de cincuenta palabras y más cosas.
Un fuerte abrazo.
Pablo.
Pues yo le doy otra lectura... Y no precisamente muy bonita. Ese Centro del que regresa me da mala espina y su arrepentimiento, también. Creo que lo único sincero son las lágrimas de ella.
ResponderEliminarY por eso me parece un relato soberbio, porque creo que has jugado muy bien con la sutileza para acrecentar el impacto de lo que no cuentas.
Pero... igual no era eso.
Un abrazo, Miguel.
Hola, Miguel. ¿De qué Centro ha salido tu personaje? A mí me sugiere una prisión y los asientos vacíos sus posibilidades de reinserción social. Con la ayuda de Marta, que nada le reprocha, saldrá adelante y nunca más habrá de partir solo.
ResponderEliminarFue un placer conocerte y celebrar contigo tu cumpleaños.
Un abrazo.
Un joven vuelve a casa después de un largo año, puede que por Navidad, como decía aquel anuncio. Alguien espera en el andén. La distancia les ha herido, sobre todo a ella, en quien se simboliza sin palabras todo el sufrimiento, puede que, como dice el título, se trate de "una vez más" y la situación siga igual, detenida y desgarradora, o tal vez, y ojalá, las cosas den el giro que debieran.
ResponderEliminarMe he lanzado a interpretar, a ver qué tal. El simbolismo de los asientos vacíos del tren me parece muy logrado; de viajes tú sabes mucho, Miguel, como, a la vista está, de plasmar emociones como el sufrimiento, la separación y la fidelidad.
No sé si el haber tenido la suerte de conocerte en persona condicionará este comentario, si te puedo decir que siempre me ha gustado leerte y en persona eres cercano, generoso y afable. Ya sólo pedir que nos sigamos leyendo y podamos volver a reunirnos todos.
Un abrazo
En mi lectura veo un viaje de vuelta desde un centro de rehabilitación y un paralelismo entre viajes bien dispares (con las drogas). Y una desconfianza esperanzada en las lágrimas de Marta porque, como dices en el título, no es la primera vez.
ResponderEliminarEn cualquier caso, es una belleza de relato en el que no cabe una emoción más.
Y si me lo permites, Miguel, ¡Felicidades!, por tu cumpleaños y por haber tenido la suerte de compartirlo con los compañeros. Acabo de coger una onza de chocolate negro: brindo por ti y por todos ellos con la esperanza de que continuemos esta dulce aventura.
Un saludo
Es muy interesante ver como cada uno dependiendo de sus experiencias y su forma de ser interpreta el relato de distinta manera. Y lo bonito de esto es que todas son igual de válidas. Puede que Marta esté ya con otro o puede que no crea en sus promesas o quizás está enamorada de verdad y lo espera despues de su "ausencia".
ResponderEliminarMuchas gracias por tan cariñosos comentarios ( a veces tienen más interés que la propia historia)
Con afecto. Miguel Ibàñez.
Una vuelta esperada, un 50 con muchas lecturas y ello hace de tu relato una genialidad para quien lo lee y quiere saber más de ello.
ResponderEliminarEso es lo bueno de dejar historias abiertas, tú lo has conseguido, felicidades por ello Miguel.
Abrazos y besos.
Yo también creo que Paco viene de un centro de desintoxicación, me ha gustado mucho el símil entre los asientos vacío y las oportunidades perdidas. Ojalá se cumplan sus promesas y este regreso a los brazos de Marta sea el definitivo.
ResponderEliminarUn abrazo, Miguel.
Queda muy poco por agregar a lo que han dicho los compañeros. Sólo diré que a mí me inquieta mucho esa promesa de no volver a viajar solo y que tu relato es la mar de bueno. De colección.
ResponderEliminarSaludos, Miguel.
Vicente
Pues a mí el que Marta no dijera nada y llorara no me da muy buena espina. ¿Y si ella también se había prometido que nunca más? Excelente relato, Miguel.
ResponderEliminarUn saludo.
Ay, esos viajes solitarios, a saber dónde iba...y qué hacía.
ResponderEliminarY estando este personaje lleno de incógnitas, ella todavía es más enigmática, una suerte de la Gioconda del microrrelato: ¿Por qué calla? ¿Por qué llora?
Todo muy misterioso.
Abrazos, Miguel.
Miguel, me parece que su vuelta y su arrepentimiento no han convencido a Marta. Cuando alguién nos engaña se rompe la confianza y eso es muy dificil de recuperar, aunque no imposible. Mis mejores deseos para los protagonistas. Mi enhorabuena para ti. Besos
ResponderEliminarQuiero pensar que esta vez Paco, por fin, va a saber aprovechar esta nueva oportunidad que le da la vida y va a conseguir no tener que volver al Centro, ya que está totalmente recuperado. La inmovilidad y lágrimas de Marta, bien pueden ser porque ella no acaba de creerle, o bien porque lo ha querido mucho y le resulta doloroso decirle que lo suyo se acabó, que su corazón tiene otro dueño. Un relato que cala hondo, Miguel. Felicidades y saludos,
ResponderEliminarMe voy a quedar con los asientos vacíos llenos de oportunidades. Quiero pensar que lo que va a pasar en esta historia a partir de ahora va a ser bien distinto al pasado y que los protagonistas van a intentar un futuro mejor.
ResponderEliminarUna historia llena de detalles y misterios que, como bien dices, Miguel puede dar lugar a muchas interpretaciones.
Felicidades, es un gran micro. Te mando un beso.
Malu.
Un micro lleno de simbolismo, intenso y con mucha carga emocional. Mi enhorabuena, Miguel. Un beso.
ResponderEliminarAunque tarde, añado mi comentario.
ResponderEliminarMe uno a los interrogantes sobre "el Centro" pero me genera más dudas que él no quiera viajar más solo - ¿de dónde viene, pensando que quiere viajar en otras ocasiones con ella?
A mí también me encantan los asientos vacíos llenos de oportunidades. Y coincido con quien cree que Marta ya no estará con él, porque si sólo llora...
Veo que a pesar de los días transcurridos no nos apuntas tu idea inicial y prefieres dejarnos a cada uno con su interpretación personal. Es como si tu historia se multiplicara con ello. Bien conseguido ;-)
Un abrazo.