Atracción en el laberinto
El ojo de la cerradura se curva en una mueca de desagrado. Es la tercera vez que le pido que me repita el acertijo. Tiene una voz cavernosa tan bonita que, aunque ya sé la respuesta, creo que voy a ponerme cómoda y pasarme lo que queda de cuento escuchándola.
Me ha encantado. Me ha hecho esbozar una sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ignacio: este mes me estoy quedando pasmado con esas vueltas de tuerca que estáis dando a los cuentos tradicionales de forma tan brillante como lo has hecho tú. Me parece una genialidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
¡Qué buenooooooooooooooooo!!!!!
ResponderEliminarQué buena historia, Ignacio. Es ingeniosa, divertida y muy bien escrita. Me gusta que los personajes decidan salirse del guión del cuento y hagan lo que les pide el cuerpo, como disfrutar de algo tan simple y sensual como una voz.
ResponderEliminarUn cuento muy bien delineado que deja perfectamente colocada a la fantasía entre las lineas de la sonrisa que provoca.
Un saludo.
Los personajes de los cuentos tienen derecho a buscar su propio espacio alguna vez, no siempre van a vivir bajo el yugo de un guión recetado. De esta forma, a partir de cada idea original surgirían innumerables historias, pues puede haber tantas como personas y más. Nunca me había parado a pensarlo, pero es cierto, las voces cavernosas también tienen su encanto.
ResponderEliminarUn saludo, Ignacio
En esta óptica alternativa, el verdadero acertijo no está en el mensaje salmodiado sino en la propia voz que lo pronuncia. La rebeldía del personaje, negándose a seguir con el juego del cuento, representa una necesidad de tomarse un respiro para apreciar la belleza que pasa desapercibida bajo la trama del relato original.
ResponderEliminarMuy bueno, Ignacio.
Saludos.
Muy bueno tu relato, Ignacio. Va mi me gusta y mi enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo.
Magia pura, Ignacio, maestro de las letras. Felicidades y un gran abrazo.
ResponderEliminarMe encanta ese ojo de la cerradura, así, sin maquillar ni nada.
ResponderEliminarSaludos navideños, Ignacio