Días de rosas
El accidente lo había dejado postrado, sin poder moverse, sin poder hablar. Acabaron así los días de humillaciones, de golpes; todos ellos con miedo. Con ojos suplicantes mira a su mujer, que le susurra al oído:
—Te quedan muchos años de vida, mi amor. —Y sonriendo sale de la habitación.
—Te quedan muchos años de vida, mi amor. —Y sonriendo sale de la habitación.
¿Accidente? Así, me gusta, que no se haya notado...
ResponderEliminar¡Feliz año, Salva!
Qué imagen tan poderosa la de esa mujer separando su rostro de la cara desencajada de su salvaje esposo después de sentenciarlo, con esas palabras de lapidaria dulzura, a vivir enterrado en vida.
ResponderEliminarMagnifico relato, Salvador con la venganza mostrando su lado más dulce y cruel.
Enhorabuena.
Feliz año.
Salvador, me has dejado con la sangre helada. Qué forma tan magnífica de contar una venganza tan milimétricamente pensada.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Feliz 2016.
Pablo.
Al decir que sido un accidente damos por hecho que ella no ha tenido nada que ver; hecha esta premisa, no hay nada inmoral en la actitud de la protagonista. Nunca hay que alegrarse del mal ajeno, pero es lícito que esta mujer se sienta liberada sin ese lastre continuo, un martirio que le imposibilitaba prosperar.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador. Feliz año
Ahora es el turno de ella, de vivir y ser feliz sin el miedo contante a ese monstruo.
ResponderEliminarMuy bueno, Salvador.
Feliz año.
¿Una venganza o un accidente? Apostaría por lo primero, una venganza bañada de rosas como indica título. Un sufrimiento que se acaba en uno para comenzar en el otro. la balanza de la vida equilibra sus tormentos.
ResponderEliminarFantástica manera de plantearnos el tema y una sonrisa final que aterra.
Un abrazo Salvador.
Si un tirano asume que su rol dominante durará para siempre, corre el riesgo de pagar las consecuencias de sus actos tan pronto como llegue un cambio de papeles. Algunos le llaman karma, causa y efecto, quizás.
ResponderEliminarEstupendo, Salvador.
Un próspero 2016.
La Ley de causa y efecto establece que si haces algo malo eso volverá a ti, esto ha pasado con el protagonista y está pagando la consecuencia de sus actos. La mujer es ahora su verdugo y disfruta su venganza, lo que no la diferencia de ese hombre maltratador. Salvador, este relato describe excelentemente los bajos instintos de estos dos personajes y tú nos lo transmite muy hábilmente. Muy bueno, te deseo un feliz 2016
ResponderEliminarSaludos.
Ojalá que el sufrimiento que le provoca la impotencia sea tan doloroso como los golpes que infligía.
ResponderEliminarMuy bueno, Salvador. Me gustó mucho la sonrisa del final.
Un beso y ¡feliz año!
¡¡Venganza!! Conozco un caso (cercano de mi infancia, pero de fuera de mi familia, del barrio) de un maltratador que sus hijos sufrieron junto a su esposa, y alcoholizado y ya anciano, lo cuidaron con un respeto y una dignidad que nunca mereció, y por ende también lo sufrieron sus nietos. Pues aunque viejo y en silla de ruedas su lengua viperina seguía en activo. Eran otros tiempos,tiempos grises, supongo, aun así, siempre nos quedará la literatura para pintar los finales en color y no en blanco y negro.
ResponderEliminarResumiendo Salvador me ha gustado.
Un saludo
Me gusta mucho tu micro, tanto, como que hayas hecho justicia...
ResponderEliminarFeliz año nuevo Salvador.
Lo que nos pide el cuerpo es la venganza que nos cuentas. Aunque, si quieras que te sea sincera, esa felicidad que asoma en forma de sonrisa no es fácil de mantener para una buena persona. Creo que lo ideal es que el desaparezca de su vida para siempre, e intentar olvidar. Muy interesante para la reflexión, Salvador. Feliz 2016.
ResponderEliminarVenganza, a veces deseada, pero luego, ¿ Nos queda la conciencia o solo el dolor? Creo ue no justifica nada la venganza. De todas formas me parece un relato sugestivo que hace pensar, por lo menos preguntaros que pensamos.
ResponderEliminarFeliz año.
Me ha gustado el relato, Salvador, pues cuenta una historia de venganza o justicia divina, muestra un poquito una anterior de maltratos, y sugiere otra venidera, de rosas, como apunta el título.
ResponderEliminarEn definitiva, un relato redondo.
Feliz año 2016.
Muchas gracias a todos por vuestras palabras, he intentado reflejar la lacra del maltrato. El destino, aliándose con la víctima, le ha infringido su propio castigo. Con el accidente todos pensamos que el violento energúmeno tiene lo que se merece, y así es, pero, analizándolo con perspectiva y en frío, una venganza dilatada en el tiempo empieza a tener tintes de crueldad. Os deseo a todos, de corazón, un feliz 2016. Abrazos.
ResponderEliminarMuy bueno, Salvador. Me ha venido a la cabeza la imagen de Kathy Bates en Misery. Días de rosas porque tu cansada y humillada protagonista tiene ahora la sartén por el mango. Cómo la utilice a partir de ahora es decisión suya. Muy bien narrado, felicidades. Un beso.
ResponderEliminar"Se masca la tragedia" y esta vez de años. Muy bueno
ResponderEliminarComo padre de la criatura has hecho un análisis tan certero y completo que poco queda que añadir, si no es que la has engendrado muy bien.
ResponderEliminarEnhorabuena y Felices Fiestas, Salvador.
¡Qué potencia tiene ese susurro, Salvador!
ResponderEliminarAhora sí es seguro que esas rosas que se abren y derraman su frangancia en el hogar no tienen espinas.
Un cálido abrazo y mis mejores deseos para el nuevo año.
Matrioska, Luisa, Enrique y Margarita, muchas gracias por vuestras palabras. Os deseo un feliz 2016. Abrazos.
ResponderEliminar¡Salvador, perdóname, se me pasó este micro tan potente! Lo han dicho todo pero sí quiero resaltar que ya iba siendo necesario este tiempo de rosas.
ResponderEliminarFeliz 2016, espero que nos sigas regalando tus buenas letras.
Un beso fuerte.
Malu.
Salvador, un final merecido para un maltratador. Su mujer por fin es libre. Me parece un gran micro. Enhorabuena. Besos
ResponderEliminar