El mensaje
Su vida se había ido entre mensajes. Mensajes de aflicción, de alegría, que él solía enviarle en tardes de lluvia. Había renunciado a conocer el otro lado del sol. Los mensajes empezaron a escasear y los años pasaron factura. Su vida se había ido y el mensaje nunca se concretó.
Ya se sabe que las redes sociales y los mensajes son el último refugio de los tímidos y de los introvertidos. Es difícil de aceptar, para los que nacimos en la era de la calle y las rodillas raspadas, que esté empieza a ser la forma primordial de comunicarse de las nuevas generaciones. Yo no soy muy radical y me gusta las posibilidades virtuales, pero entiendo perfectamente que la vida se vive mejor fuera, bajo el sol. Y que las conversaciones son mejor de cara, que con emoticonos. Sino la vida se pasa, como bien apuntas en tu micro, a la espera de ser "concretada".
ResponderEliminarMe ha gustado tu reflexión. ¿Quien sabe como nos desarrollaremos dentro de 100años? Quizás tengamos un avatar que viva por nosotros, mientras nosotros estamos sentados frente a un monitor.
Un abrazo virtual y muy afectuoso ;)
La distancia a veces, es la mayor enemiga para las relaciones y los mensajes, al final, se los va llevando el viento. Gran estreno el que nos has dejado con tu magnífico relato. Bienvenida, Yessika.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo .
Buen relato de una trate realidad. Me entristece ver parejas sentadas una frente al otro mirando la pantalla de su móvil, probablemente chateando con personas a las que no ha visto nunca y con las que no tienen nada en común. La incomunicación llevAda al extremo de la realidad virtual. Un saludo y bienvenida.
ResponderEliminarYessika, bienvenida a nuestra familia cincuentísta. Nada es comparable al contacto personal. Las relaciones virtuales suenan a ficción y pocas veces llegan a buen puerto. Hay que recuperar el mirar a alguien a los ojos y no a la pantalla. Muy buen estreno. Besos
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