Ella
Ella lo observaba, vigilando a través del extraño aparato todas sus acciones. A él eso le gustaba, el merecer su atención le hacía feliz, aunque el tiempo que le dedicara no fuera mucho; aunque ella jugara con la palmeta matamoscas esperando que él sacara una patita del portaobjetos para chafarlo.
Siempre me ha interesado la ciencia y aún recuerdo la primera vez que vi por el ocular de un microscopio, era para mí un milagro el poder observar toda la magia de mundos escondidos para el ojo desnudo. Me encanta la voz del insecto que has incluido en tu relato, vanidoso e ignorante de las verdaderas intenciones de «Ella».
ResponderEliminarUn gran saludo.
Vicente
El insecto no es necesariamente ignorante de las intenciones de quien le observa. Tal vez las presienta, pero persiste como todo el que se enamora de la persona equivocada.
EliminarCordiales saludos, Vicente.
A algunos “bichos” hay que mirarles bien con lupa no se vayan a salir del tiesto. Parece que a tu protagonista no solo le gusta ser observado sino que también, de vez en vez, ser atizado con el matamoscas. Supongo que ella pensará que, o aquí disfrutan todos, o no disfruta ninguno. Me ha gustado cómo utilizas el símil del microscopio con el tanteo que muchas veces hacemos para conocer mejor a otros. Felicidades, George, y bienvenido. Un beso.
ResponderEliminarEs interesante tu interpretación. A veces, quien nos lee da a nuestro relato una riqueza de la que carecía. En esos casos, surge la tentación de atribuirnos el mérito y responder: Qué bueno, Matrioska, has captado todas las sutilezas e intenciones ocultas del micro.
EliminarGracias por tu cálida bienvenida. Un beso pata ti.
Qu7é ingenioso, Georges. Me ha gustado mucho. Ese giro final ha sido genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
Gracias, Pablo. Me alegra que te gustara. Muchas veces en mis relatos busco ese giro final inesperado y las pocas veces que lo consigo me hacen sentir muy bien.
EliminarUn abrazo.
Georges
mmm... una relación sadomasoquista! jaja. Un final novedoso, saludos!
ResponderEliminarSí, Mónica, pinta como una relación sadomasoquista, aunque el pobre insecto no sea consciente de ello.
EliminarCordiales saludos.
Relamente en la vida hay quien quiere que otra persona le haga caso aunque sea por poco tiempo, y aún sabiendo que luego le hará daño.
ResponderEliminarOriginal comparación has planteado.
Saludos y te envío mi bienvenida.
Carme.
Agradezco tu bienvenida y tu comentario, M. Carme.
EliminarLa comparación puede ser original, porque la situación es vieja como el mundo. Jaja
Cordiales saludos
No sé por qué me da que esta relación va a ser corta, veo malas intenciones en "Ella" ... Ja, ja, ja ...
ResponderEliminarBienvenido George. Un beso.
Malu.
Gracias por tu bienvenida, Malu.
EliminarSabes, el tema de la duración de la relación es recurrente en las conversaciones de los protagonistas, y a quien más le preocupa que todo termine es al insecto. Yo no daba un duro por el vínculo, pero viene durando, viene durando. Jaja
Encantado de conocerte, Malu. Un beso.
Georges
¡Pobre! Aunque al menos murió feliz, que en algunos casos ya es mucho. Me ha gustado la historia que nos has traído. Bienvenido, Georges.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por tu bienvenida, Fina.
EliminarSabes, debería haberle hecho un par de correcciones el texto, pero era mi primer micro y no quise molestar. Una de ellas era escribirlo en presente porque… ¡Buenas Noticias! El insecto sigue vivito, coleando y en su perversa relación.
Un cordial saludo
Georges, menudo bichito más engreido! Me lo he imaginado haciendo posturitas mientras ella lo observa. Muy original. Enhorabuena! Un abrazo
ResponderEliminar¡Menuda imaginación tienes, Pilar! Yo lo veía más como a un sujeto observado por un Gran Hermano Orwelliano, pero el tuyo suena mucho más divertido. Jaja.
EliminarGracias por tu comentario que aporta una muy interesante visión.
Un abrazo