Había una vez
"Ha..bía u..na vez..", balbuceó con dificultad.
Recordar esta frase mágica, inicio de inolvidables relatos con que mis padres me adormilaban, me hace buscarlos a mi alrededor, sintiendo su ausencia.
Pero por más que pregunto en este "hotel" en el que, extrañamente, no se escucha alborotar ningún niño... nadie los recuerda.
Recordar esta frase mágica, inicio de inolvidables relatos con que mis padres me adormilaban, me hace buscarlos a mi alrededor, sintiendo su ausencia.
Pero por más que pregunto en este "hotel" en el que, extrañamente, no se escucha alborotar ningún niño... nadie los recuerda.
Relato triste para estas fechas en las que, precisamente, solemos recordar nuestra infancia. Tal vez por eso me ha parecido más hermoso, dentro de su dureza.
ResponderEliminarFeliz Navidad, Rafael.
Un anciano en una residencia, al final de la vida, trata de rememorar sus orígenes, esos momentos en los que fue feliz, con personas que marcaron su existencia. Tiene problemas para hablar, como también para comprender en donde se encuentra, una confusión que demuestra que su ciclo se ha terminado y que no debe andar lejos el momento de que pase al otro lado, haya lo que haya allí.
ResponderEliminarEspero que la lucidez me haya acompañado para interpretar correctamente este relato triste e intenso.
Un abrazo, Rafael. Aprovecho para desearte una feliz Navidad
Tiene la suerte de poder revivir, aún, esa presencia infantil en su memoria. Mañana tal vez no... Como sus compañeros de "hotel". Felices fiestas.
ResponderEliminarEstá tan bien escrito que por un momento me he imaginado al protagonista, que ni siquiera sabe don está, pero recuerda los cuentos de su infancia e incluso puede sentir la presencia de sus padres.
ResponderEliminarUn saludo y Feliz Navidad, Rafael
Añoranza, tristeza... Estas fechas invitan a reflexiones de este tipo. Pero ese niño que echamos en falta, debemos buscarlo dentro de nosotros mismos. Un beso y Feliz Navidad.
ResponderEliminarloco con un ápice de cordura como para atar algunos cabos, eso es lo peor.
ResponderEliminarY no me refiero al micro, ¿eh?.
Felicidades
Gracias amigas y amigos.
ResponderEliminarTengo la vivencia de mi suegra muy presente, ahora que quedó viuda, sin entenderlo...
Un abrazo
Triste vivencia que posiblemente nos espere a todos. La vejez es nuestro último refugio, aunque siempre acaba teniendo muchas grietas. Buen y triste tema de reflexión, Rafael. Entre tu relato y el mío, no hemos puesto precisamente alegría en la página. Pero, la vida es así. Saludos y mis mejores deseoa para estos días de Navidad.
ResponderEliminarEn la vejez, el círculo de la vida se cierra porque se tiende a regresar a la infancia, quien sabe si intentando disfrutar de la felicidad de aquellos años de despreocupación y confianza.
ResponderEliminarPero a menudo la familia falla cuando más se la necesita, cuando el desgaste de vivir te deja a la deriva, y el egoísmo sin velas ni puerto.
Triste reflejo de lo ingrata que puede llegar a ser nuestra especie.
Bien escrito, Rafael.
Un saludo y felices fiestas.
¡Ay, pobre hombre! Allí donde está no encontrará lo que busca, pero a lo mejor algún trabajador del "hotel" quiera contarle un cuento.
ResponderEliminarFelices fiestas, Rafael
Muchos mayores viven su día a día llenos de confusión, pero hay momentos en los que una frase, una canción, les devuelve instantes de lucidez y recuerdos que, por lo común, son de la infancia. Muy triste, Rafael, pero a la vez, muy bonito narrado. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarRafael, es curioso que los que parece que viven en el olvido recuerdan con tanta nitidez su infancia. Es a la vez sobrecogedor y produce ternura. Conozco bien un hotel como el de tu micro y a sus residentes. Son como niños, a los que hay que cuidar y dar amor. Me ha emocionado. Muchas gracias. Enhorabuena! Besos
ResponderEliminarQuerido Rafa, me quedé sin palabras el día que salió publicado este micro y fui incapaz de ponerte un comentario. Me aterran los hoteles como este en el que se aloja tu protagonista. Las veces que he ido de visita a uno de ellos, salgo con lágrimas en los ojos y con el corazón encogido, por la mezcla de olores, colores y sentimientos que allí se condensan. Pero cierto es que forma parte de la vida y como tal hay que asumirlo.
ResponderEliminarMe ha encantado, felicidades.
Te mando un beso fuerte y mis mejores deseos para 2016.
Malu.
Sois muy amables en vuestro comentarios...Un abrazo a todas y todos.
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