No hay tiempo
Se le acabaron las horas en el reloj invisible del tiempo. No había posibilidad de esperar más. Sintió una fuerte opresión en la cabeza. El dolor se hizo tan grande que apenas podía respirar. Sus huesos casi se descoyuntan del esfuerzo por salir de allí. Lloró... Había nacido un niño.
Trasladas muy bien el momento traumático de dejar el universo de un útero para partir hacia lo desconocido, con unos primeros sufrimientos y agobios que son un adelanto de un mundo bien distinto, que nos reclama y que nos seducirá para siempre.
ResponderEliminarBuen relato, Salvador.
Un saludo.
Gracias, Antonio. ¡Cuántos habrá que hubieran deseado permanecer dentro... allí... antes de esos primeros sufrimientos!
EliminarQué bonito lo has contado, Salvador. Esperemos que sean sus últimas lágrimas y que conozca las maravillas de esta vida.
ResponderEliminarQue pases unas muy felices navidades.
Un abrazo.
Conocerá las maravillas de esta vida... pero, como bien sabes, como todos sabemos, no serán sus últimas lágrimas.
EliminarFeliz navidad y feliz año.
El ambiente lleno de angustia tan soberbiamente escrito, realza ese milagro del que todos somos evidencia. Nos lanzaron a este mundo y quizás nuestras dudas, si tuvimos tiempo de tenerlas, hayan tenido respuesta.
ResponderEliminarFabuloso, Salvador.
¡Felices fiestas!
Felices sean, Vicente. Aún estamos aquí... resolviendo y creando nuevas dudas. Me agrada que te haya gustado, a ti, maestro en este arte.
EliminarBuen microcuento, lo tiene todo, intriga incluida.
ResponderEliminarHasta el final... y, aún así... puedes darle interpretaciones distintas. Gracias, Carmen.
EliminarTema filosófico, religioso, literario, psicoanalítico... y muchas cosas más, por excelencia, el del nacimiento. Primera valla que hay que saltar en esta carrera de obstáculos que es la vida –para algunos las vallas son bajitas y para otros altísimas, aunque nadie está exento de sorpresas desagradables, ni de cagarla por sí mismo-, y que acaba en la mar del morir como escribió Jorge Manrique.
ResponderEliminarPor el desarrollo del microrrelato, al final, podría haber pasado cualquier cosa, pero lo sucedido fue que nació un niño, el cual, siendo tú el padre, creo que tiene muchas posibilidades de ser feliz.
Un abrazo, Salvador. Felices fiestas y que tengas un 2016 lleno de cosas buenas, entre ellas, esta que nos une: las letras.
Muchas gracias por este comentario, Enrique. Es una delicia leerte siempre y, en este caso, más porque me dice que te has parado a leerme a mí. Intentaré que "mis hijos" sean todo lo felices que puedan. Seguiremos leyéndonos. Seguro.
EliminarSalvador, una vez leído el final me doy cuenta de la gran capacidad que has tenido en sintetizar un nacimiento en cincuenta palabras, sin que le falte un detalle. Enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarPablo
Me gusta tu expresión... "un nacimiento"... porque en realidad es eso... un nacimiento... de lo que sea... incertidumbre,, dolor y satisfacción final. Gracias Pablo.
EliminarMe gusta tu expresión... "un nacimiento"... porque en realidad es eso... un nacimiento... de lo que sea... incertidumbre, dolor y satisfacción final. Gracias Pablo.
EliminarHa sido consciente, lo ha sentido, aunque luego no lo recuerde. Tu protagonista acaba de experimentar cómo se le abre un mundo de posibilidades. De forma inevitable ha tenido que cruzar esa puerta, con el consiguiente peaje de dolor, no solo propio, también de su madre. Delante tiene la vida, con sus luces y sombras, su aprendizaje constante y la imposibilidad de volver atrás.
ResponderEliminarSi me permites contradecir tu acertado título, espero tener siempre tiempo para leerte. Salvador. Un abrazo fuerte
Todo es cuestión de esperar, Ángel. El tiempo... tarde o temprano... empieza... o termina. El niño ya tiene un pasado Futuro... ya lo irá descubriendo. Gracias MAESTRO.
EliminarEl llanto del inicio de la vida es, sin duda, un llanto de esperanza. Bonito, real y muy bien narrado, Salvador.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias, Mª Jesús. ¡Ojalá sea, ese, su llanto! La vida... ya se sabe.
EliminarEl llanto del inicio de la vida es, sin duda, un llanto de esperanza. Bonito, real y muy bien narrado, Salvador.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta!!! Enhorabuena Salvador. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen. Otro de vuelta para ti.
EliminarMe gusta cómo has contado ese nacimiento. Creía que era todo lo contrario, pero el final me ha sorprendido y hecho pensar que, a lo mejor, la muerte es otra forma de nacer.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador, y ¡felices fiestas!
"La muerte es otra forma de nacer"... ¡Qué bonito, hija! Muchas gracias, Sandra y que sean felices para ti también.
EliminarMe gusta mucho, Salvador. empiezas por un tiempo que se acaba, un dolor inmenso, y una llegada a la vida que espero sea feliz y plena.
ResponderEliminarUn beso y feliz Navidad, Salvador.
Asun... todo principio tiene su final y, a su vez, los finales presagian un nuevo tiempo. Gracias por tu comentario y por tus deseos. Felicidades, tambien.
EliminarHa nacido un niño. No hay tiempo... que perder, diría yo, y más si nos sale como tú: hay que empezar a disfrutar desde sus primeros balbuceos y no perderse ni una nota afinada de su primer llanto.
ResponderEliminarY sí, las lágrimas son inevitables, pero aquí estamos, contándolo, ¿puede haber algo mejor que nacer?
Un beso navideño, Salvador
¡Corre Margarita! ¡Saca el vino, el pan! ¡Voy poniendo la mesa! Llama a la gente. Voy a cortar unas tapitas. ¡Vecinaaaaaa, vecinaaaaa! ¡Vamos a celebrar el nacimiento de mi niño!
EliminarPese a lo que nos cuentas en tu micro, resulta curioso que ninguno de los que hemos pasado por esa experiencia, siendo posiblemente la más traumática que vayamos a vivir, tengamos el más mínimo recuerdo de ella. Me gusta cómo has ido desgranando el angustioso proceso sin hacernos sospechar que todo acabaría en un feliz acontecimiento como es un nacimiento. Felicidades, Salvador y un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias "Matrioska"... tú sabes lo que es tener a alguien dentro... Me agrada que te haya gustado lo que siente "el de dentro". Un abrazo.
EliminarTendremos que celebrar su cumpleaños con más motivo. Todo lo bueno que se consigue es siempre a costa de esfuerzo y algún sacrificio.
ResponderEliminar¡Cuánta razón tienes Ezequiel! Así que a celebrarlo durante muchos años.
EliminarGran relato Salvador, lo que parecía la historia de una muerte resulto ser la de un nacimiento.
ResponderEliminarUn saludo y felices fiestas!!!
Por eso hay que leer hasta el final, Jean. Nunca se sabe lo que nos pueden decir en las últimas palabras. Un abrazo y muy felices fiestas.
EliminarSalvador, me parece interesante tu micro porque aunque se ha hablado mucho de "parir con dolor" en relación a lo que sufre la madre, hasta ahora no nos hemos plateado cuanto sufre el niño. Muy bien contado y con interés hasta el final. Me ha encantado! Besos
ResponderEliminarAsí es... como los pobrecitos no pueden hablar y luego no lo recuerdan... Gracias por tu comentario Pilar.
EliminarEl comienzo del dolor... me encantó, aplausos.
ResponderEliminarMuchas gracias Mónica... Todo tiene su principio... incluso el dolor... incluso la vida.
EliminarLa vida es una lucha desde el primer minuto, suerte que luego vienen los amaneceres y las estrellas, el amor, los canalones, los libros y los paseos junto al mar.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Salvador.
Tú lo has dicho... suerte... si no... no sé qué sentido tendría todo. Gracias.
EliminarEse dolor le predispone a una vida de claroscuros, de lágrimas y felicidad. Muy bueno, Salvador. Un abrazo y felices fiestas.
ResponderEliminarAsí es... luces y sombras, gozos y penas... la vida. Gracias.
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