La arruga es bella
En la sala todos comentan sus reparaciones. La señora de la rinoplastia, la chica siliconada, el hombre de la liposucción y el del trasplante de cuero cabelludo, pero yo solo veo las cicatrices de sus complejos.
Cuando la enfermera me nombra ya estoy en el ascensor aceptando mis cincuenta años.
Escrito por Asun Paredes
Cuando la enfermera me nombra ya estoy en el ascensor aceptando mis cincuenta años.
Un relato en positivo...Aprendamos a conocernos para que no nos tengan que decir lo que aparentamos ser.
ResponderEliminarBuen micro. Me gusta
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EliminarAceptarnos tal como somos, esa es la clave de la madurez.
EliminarUn saludo y gracias.
Buen relato.
ResponderEliminarLo mejor en esta vida es aceptarse cada uno tal como es, ya dice el cuento"la belleza está en el interior"
Me ha gustado.
Saludos.
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EliminarMuchas gracias, Javier. Totalmente de acuerdo, a ningún abuelo ni abuela recordamos con cariño por "lo bien que se conservaba" sino por el cariño, sus consejos...
EliminarUn abrazo.
Muy bien encontradas las "cicatrices de sus complejos"... esas no las quita ni el mejor cirujano plástico.
ResponderEliminarSaludos!
Cierto, Carme. Esas cicatrices no se pueden operar, no las vemos pero son las que más daño hacen.
EliminarUn abrazo.
Siempre renegando el tiempo, cuando las arrugas muchas veces hablan de lo que somos, cuando el lenguaje de las líneas de expresión luego es mayor al de las palabras.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Definitivamente, por algo la cara es el reflejo del alma.
EliminarUn saludo.
Un sabio protagonista que acepta algo tan inevitable como la puerta que conduce a la vejez, esa etapa proscrita en la sociedad actual; alguien que comprende que todo puede tener su encanto, hasta las arrugas, porque la belleza auténtica no reside en la carrocería. Un relato para ser utilizado por los doctores en Psicología contra los trastornos por la crisis de los cincuenta. Cincuenta palabras que quizá agraden menos a los doctores en Cirugía Plástica.
ResponderEliminarSaludos
Has captado perfectamente el sentido del micro, Angel. Como ya le he comentado a Javier, nadie recuerda a los mayores que ya se fueron por su aspecto físico, sino por los sentimientos que han sido capaces de trasmitir.
EliminarUn saludo.
Siempre deseamos ser lo que no somos: el gordo quiere ser flaco, la flaca tener buen culo..., al final nadie está conforme consigo mismo. Y la realidad es que somos, así porque cada uno de nosotros es único. Buen micro, un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Carmen. Es triste pero es verdad lo que dices: hay pocas personas que se aceptan totalmente.
EliminarUn saludo.
Se dio cuenta a tiempo que la arruga es bella y lo artificial es ridículo. ¡Buena decisión! Y cincuenta años es una edad maravillosa.
ResponderEliminarUn saludo.
Pablo.
Totalmente de acuerdo contigo: lo artificial es ridículo y la naturalidad es bella. Es lícito querer tener un aspecto medianamente agradable (no se trata de salir a la calle hechos un asco), pero es absurdo pretender lo imposible a toda costa y que esto se convierta en una obsesión.
EliminarUn abrazo.
Yo sí que necesito un arreglo, acabo de equivocarme (dos veces ) al comentar este micro fuera de su sitio y además con las teclas del móvil casi no veo finde escribo (esa presbicia). Solo quería decir que me ha gustado mucho, y que comprendo el miedo de tu protagonista a meterse en ese lío de la cirugía plástica. Dicen que el que empieza no encuentra el momento de parar.
ResponderEliminarUn saludo.
Donde, no finde escribo. Pero qué malos son los lunes
EliminarGracias, Asun. De esto se aprovecha la industria de la cirugía estética, del deseo insaciable de algunas personas por frenar el paso del tiempo de forma artificial.
EliminarUn saludo.
No nos gusta nada cómo nos trata el paso del tiempo, el pelo se vuelve blanco si es que no se nos ha caído, nos arrugamos como una pasa, perdemos colágeno, se nos descuelga TO-DO ... una lástima, pero lo importante es cumplir años y si puede ser con salud. Y lo importante es saber llevarlo con la mayor dignidad posible. Hace poco leí que la vida comienza a los cincuenta y no lo dudo.
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Lo importante es preocuparnos de seguir siendo jóvenes por dentro, de aprender cosas nuevas, entusiasmarnos haciendo lo que nos gusta y compartiéndolo.
EliminarUn abrazo.
No sé si al final el personaje asume convencido sus arrugas o tiene miedo al quirófano, el caso es que sale huyendo de la consulta a la que había llegado por iniciativa propia. Creo que volverá no tardando mucho y puede que así supere, como los demás pacientes, sus propios complejos.
ResponderEliminarBuen relato, autor anónimo. Saludos.
Es la aceptación no solo de sus arrugas, sino de todas las consecuencias físicas que van unidas al hecho de ir envejeciendo. Yo no creo que vuelva a pedir cita, lo que le pasa es inevitable y se dejaría la vida (y el sueldo) en operaciones de cirugía estética.
EliminarUn saludo.
Yo sé que la gente tiene derecho a buscar la autoestima donde muchos de nosotros no lo haríamos, sin embargo, no deja de dolerme el saber que muchos enfermos de escasos recursos no pueden pagar una cirugía de vida o muerte y otros andan arreglándose hasta el meñique del pie.
ResponderEliminarUn relato crítico y que nos invita a reflexionar. Muy bueno.
Saludos, anónim@.
Es cierto, Vicente, el mundo es injusto también en eso. Hay países en que la sanidad más elemental solo llega al que tiene una póliza de seguros privada.
EliminarUn abrazo y gracias por pasarte y comentar.
Somos nuestra mejor compañía. Cuando asimilamos esto, aprendemos que sólo necesitamos nuestra propia aceptación, por lo que sobran arreglos y composturas.
ResponderEliminarTu protagonista se ha llevado una valiosa lección de esa sala de espera y los demás el placer de leer un relato bien contado e interesante.
Un saludo, desconocid@ 11.3
Muchas gracias por tu comentario, Antonio.
EliminarSaludos.
amarte como eres, no hay de otra.
ResponderEliminarMuy cierto, José. Un saludo.
EliminarSiempre buscando la fuente de la eterna juventud... cada edad tiene pros y contras. Y la de los 50 no está nada mal. Esta familia es un buen ejemplo de cincuentistas.
ResponderEliminarMuy buen relato. Me ha gustado.
Besos
Gracias, Pilar. Te aseguro que a los veinte me importaba mucho más lo que pensaran de mí que ahora. Es lo bueno que tiene la madurez.
EliminarUn beso.
La arruga es bella, pero es difícil asimilar que la arruga es propia. Nos atacan por todos lados con cremas, maquillajes y cirugías para disimular, para que aparentemos ser más jóvenes porque "la juventud es sinónimo de belleza". Ese es el mensaje que recibimos y por el cual nos acomplejamos y consumimos todo tipo de fórmulas mágicas. Pero después, cuando quedamos casi sin expresión de lo estirados que estamos, nos culpan por no aceptar el paso del tiempo. Una sociedad perversa que vende aquello que luego critica. Ir en contra de todo esto es muy difícil, por eso aplaudo a tu protagonista que tuvo la lucidez de aceptar que, como dice la canción, "el tiempo pasa y nos vamos volviendo viejos".
ResponderEliminarHermoso relato.
Un beso.
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EliminarLo malo es cuando el deseo de mantenerse bien se convierte en adicción. Que se empieza por las cremas carísimas, se sigue por el botox que te deja la expresión de una estatua y se acaba a las puertas del quirófano, malgastando la vida, la salud y el dinero.
EliminarUn abrazo.
El comienzo parece la descripción de una sala de espera de monstruos, un taller de reparaciones para la carrocería vital y el protagonista, que ha sabido ver debajo de las "reparaciones", ha comprendido a tiempo que lo importante es el "motor". Estupendo micro. Un saludo.
ResponderEliminarMe encanta la metáfora del taller de reparaciones-quirófano. Estoy de acuerdo contigo en que lo importante es el motor, y que la gasolina sea de buena calidad, que eso ayuda mucho a mantener el motor en buen estado.
EliminarUn abrazo.
Y tan contenta! Además, con el dinero que se ahorra, tiene para un viajecito, un regalo, una cena... Todo son ventajas.
ResponderEliminarSi por mí fuera dejaba al cirujano en el paro.
EliminarUn abrazo, Luisa.
Es la nuestra una sociedad ansiosa y contradictoria, en la que conviven enfermedades con magnitudes de epidemia, como la obesidad, junto con desequilibrios psicológicos como las anorexias y la fobia al envejecimiento, y en la cima de esa montaña de egos heridos y barrigas henchidas tenemos a los cirujanos plásticos, contando billetes.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Es que hay mucho afán en arreglarse por fuera, creyendo que con eso serán felices, pero muy pocas de esas personas se dan cuenta de que por dentro están hechos un asco.
EliminarUn abrazo.
Resulta inútil gastarse dinero en combatir las arrugas o la alopecia. Mejor dárselo a un sicólogo para que nos ayude a aceptar lo inevitable. Me ha gustado mucho. Suerte.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo, Rafa. Gracias por comentar.
EliminarCabría distinguir entre los que lo hacen para ganar belleza y los que lo hacen para perder años, aunque en ambos casos parecen estar en un error. Otra cosa es la salisfacción que hallen en ello... Particularmente, con la mirada objetiva del observador, solo veo esas cicatrices de que hablas, y fealdad, por lo antinatural, en gran parte de los casos.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Intentar frenar a la naturaleza es inútil, y solo genera desilusión y frustración.
EliminarUn abrazo.
La deserción como valiente huida hacia adelante. Aceptándose. Genial. Sin duda de una mujer.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Jose María.
EliminarUn abrazo.
¿Me dejas que discrepe? No todas las arrugas son bellas por más que nos las quieran vender, sólo tienes que fijarte en las de ceño, o en las de la comisura de la boca sarcástica o en las del labio enfurruñado. Aunque coincido plenamente contigo en que la aceptación aporta una belleza serena y radiante muy difícil de conseguir en un quirófano.
ResponderEliminarUn saludo
Las arrugas generadas por rabia o enfado son horrorosas, pero esas no las quita ni el mejor cirujano.
EliminarUn saludo.
Buena decisión la de tu protagonista, no hay nada menos acertado que intentar cambiar por fuera lo que no somos capaces de cambiar por dentro. Una actitud positiva evitaría muchos pasos por quirófano. Buena reflexión. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Matrioska.
EliminarSaludos.
Cicatrices de sus complejos, un concepto brillante. Me ha gustado. Tengo una curiosidad ¿ los 50 años es un guiño a las 50 palabras?
ResponderEliminarUn saludo
Me alegro de que te haya gustado, Raquel.
EliminarRespondiendo a tu duda, 50 años es la edad que acabo de cumplir, afortunadamente no se me ha pasado nunca por la cabeza la cirugía, soy del grupo de l@s que aceptan el paso del tiempo con la ilusión de vivir una nueva etapa de la vida.
Un saludo.