Seis miradas
Miraba al pelotón, sin miedo. Los soldados al apuntarle pensaban:
"Nada me ha hecho".
"Lo conozco desde niño".
"A sangre fría no puedo".
"Su mirada es íntegra".
Los disparos dibujaron una silueta en la pared.
"Tiene los ojos de padre". El capitán apoyó el arma en su cabeza y disparó.
Escrito por Salvador Esteve
"Nada me ha hecho".
"Lo conozco desde niño".
"A sangre fría no puedo".
"Su mirada es íntegra".
Los disparos dibujaron una silueta en la pared.
"Tiene los ojos de padre". El capitán apoyó el arma en su cabeza y disparó.
Me gustó mucho porque... está bien contado y porque, por una vez, aunque al principio el capitán parece estar escondido detrás de su pelotón, al final y por circunstancias, por lo menos una vez y aparetemente con motivos, es él quien ejecuta, dando la cara, manchándose las manos.
ResponderEliminarEn este relato se expone sin tapujos la necesidad de inventarse una coartada moral para hacer a un lado los escrúpulos.
ResponderEliminarBuen cincuenta.
Saludos, anónim@.
Una historia dura que pudo ser real en cualquiera de las guerras que ha creado la humanidad (aunque eso de humanidad es un decir).
ResponderEliminarMuy bien captados los sentimientos de cada personaje y un título bastante acertado.
Un saludo.
Pablo.
Seis miradas. Una, la que mira desafiante al pelotón que le apunta; cuatro, las que no encuentran una buena razón para apretar el gatillo sobre el blanco; y la última, la que recurre al odio, el más primario y bajo de los sentimientos, y ejecuta. Un gran micro. Un saludo.
ResponderEliminarMe gusta la historia contada desde el punto de vista de las miradas de cada uno de los presentes. No sé si acabo de entender la relación que hay entre ellos, al decir el capitán lo de "tiene los ojos de padre". ¿Acaso son hermanos?
ResponderEliminarBesos.
Malu.
Soldados humanizados, que son capaces de pensar, conmoverse y sentir compasión. Deduzco que el capitán es hermano del reo y pese a ello cumple con su agrio deber; también cabría la posibilidad, me parece, de que este oficial detone el arma en su propia cabeza, antes que matar a su hermano. El título es breve y significativo, seis personas en papeles diferentes que se comunican y sienten sin necesidad de palabras.
ResponderEliminarSaludos
A los soldados les puede más el corazón que las ordenes.
ResponderEliminar¿Mi duda es? ¿Sobre quien disparo el capitán?
Buen relato
Saludos
Ante esa posible ambigüedad en el desenlace que propicia el "su" de la última frase, yo me decanto por que el poder de esa primera mirada no solo salvó la vida del condenado, sino que acarreó el suicidio de su hermano, capitán en el bando contrario. Me parece un muy buen relato.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos.
Ese "su" deja libertad para hacer distintas interpretaciones. También cabe la posibilidad que el capitán dispare al reo pensando que le dispara a su padre...
ResponderEliminarBuen micro!
Enhorabuena!
Besos
Se siente el frío percutor en la sien. Un sinsentido que ha logrado captar cada uno de nuestros sentidos y sufrir esa inconsciencia que tienen las ejecuciones en la guerra.
ResponderEliminarun abrazo a quien seas.
Un buen relato, abierto a varias interpretaciones.
ResponderEliminarFelicidades al autor.
Muchas gracias por vuestras amables palabras. Mi intención era reflejar una guerra (en mi mente, civil) donde la barbarie enfrenta a amigos, vecinos y hermanos. Tenéis razón al decir que el final es ambiguo, ese "su" da pie a diversas interpretaciones, y aunque mi idea original era que el capitán diera el tiro de gracia a su hermano, la del suicidio también me parece plausible y acertada. En definitiva, reitero mi gratitud por vuestras miradas siempre enriquecedoras. Abrazos.
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