Amor
Apuraron el contenido de los vasos hasta el fondo, luego, se cogieron de la mano y se miraron. Las lágrimas rodaron, abundantes, por las mejillas de ambos. Se tumbaron en la cama y la realidad fue desapareciendo poco a poco. A Lola los médicos no le habían dado ninguna esperanza.
Un amor llevado hasta sus últimas consecuencias, hasta morir juntos, siempre juntos, un amor eterno.
ResponderEliminarRomántico y muy buen relato Enrique, me gusta.
Un abrazo.
Cierto, Javier, los dos protagonistas de mi microcuento –y al imaginarlo pensé más en una pareja que llevaba muchos años de convivencia- deciden morir juntos. Supongo que es él quien no se resigna a quedarse en la vida sin la mujer a la que ama, se lo propone y ella acepta.
EliminarEs una situación realmente dura en la que cada persona, dadas las circunstancias del momento, reaccionaría de una manera diferente. La vida siempre es poliédrica.
Muchas gracias por el comentario, Javier. Un abrazo igualmente
«A Lola los médicos no le habían dado ninguna esperanza», pero el amor le regaló la fantasía de la eternidad.
ResponderEliminarUna maravilla, Enrique.
Abrazos.
Vicente
Vicente, cuando dices lo de la fantasía de la eternidad, recuerdo los versos de Víctor Jara en su canción Te recuerdo Amanda: “La vida es eterna en cinco minutos”.
EliminarEs decir, puede haber momentos en la existencia de cada cual tan intensos que valen por años de rutina.
Después de ocurrírseme la historia, recordé la película de Michael Haneke, Amor, cuya temática es similar, y decidí darle ese título a mi microcuento.
Muchas gracias por el comentario y un abrazo igualmente.
Enrique, una belleza de relato. Aunque el tema sea muy duro y triste le has dado un halo de romanticismo que emociona. Amor de verdad!
ResponderEliminarEnhorabuena Enrique!
Besos
Desde luego que el tema es duro y triste, Pilar, es algo que les sucede continuamente a muchas personas que se aman, es decir, que una enfermedad les separa para siempre.
EliminarNo sé si habrá alguna –supongo que sí porque como suele decirse la realidad supera con creces a la ficción- que tome la misma decisión que el protagonista de mi historia, es decir, morir a la vez que la persona a la que quiere.
Muchas gracias por el comentario y besos igualmente.
Sin poder decir nada más que..... Mis respetos
ResponderEliminarPues muchas gracias por esos respetos, Luisa, respetar a la naturaleza, a los animales, a las demás personas es la base de toda convivencia y de todo amor a los seres vivos y al mundo en el que vivimos.
EliminarLe agradezco mucho su comentario. Reciba mis saludos más afectuosos.
Coincido con Vicente, entonces los momentos se vuelven eternos.
ResponderEliminarMucho sentimiento en tus palabras, me emocionaron en demasía.
Un abrazo Enrique.
Esos últimos momentos de una vida vivida en común deben de estar impregnados de los sentimientos más fuertes que uno pueda imaginarse. Si uno intenta ponerse en esa situación siente como un mareo, como que está inerme ante algo muy poderoso.
EliminarDesde luego, aun en el caso de no acompañar a la pareja en ese trance, si se ama de verdad, quedarse sin su compañía tiene que ser devastador. Lo es, uno ha visto situaciones así, y ocurre muchas veces que quien se queda no sobrevive demasiado tiempo al que se fue.
Muchas gracias por el comentario y un abrazo, Ricardo.
Enrique, este micro me produce sentimientos encontrados. Por un lado, la visión idílica y romántica del amor de una pareja dispuesta a todo por no separarse; por otro, pienso en él y creo que tiene derecho a seguir viviendo después de ella. El amor es generoso y te sorprende más veces. Creo que cuando se quiere a una persona, si tú enfermas, lo mejor que puedes desear es que sea feliz el que se queda. De todos modos quiero decirte que has plasmado una situación límite tristísima con mucha belleza. Por quedarme con una frase me ha encantado la de "la realidad fue desapareciendo poco a poco". Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarDesde luego que la historia que cuento tiene que producir sentimientos encontrados. Vaya de entrada que, como le he comentado a Javier, imaginé una pareja de cierta edad, más bien cercanos a la senectud, lo cual ya le da otro halo a la historia. No es lo del mito griego de Hero y Leandro, en el cual ella se suicida al enterarse de que Leandro ha muerto ahogado. Ni tampoco es la historia de Romeo y Julieta. Ni es ninguna de la multitud de historias románticas que podrían rastrearse en la historia y la literatura. Como le he comentado a Vicente, es una historia emparentada con la película de Michael Haneke, Amor.
EliminarLo que sí es similar es la decisión del amante que sobrevive de suicidarse, de no aceptar la vida si en este mundo ya no está la persona amada, aunque la circunstancia es diferente, pues tanto Hero como Julieta tienen toda una vida por delante, mientras que el protagonista de mi microcuento, tal y como lo he imaginado, ya peina canas.
Si tengo que posicionarme personalmente, como narrador uno no debe hacerlo nunca, estoy contigo en que la persona de la pareja que se muere debe desearle al otro que rehaga su vida, pero si el otro dice que no quiere rehacerla y que desea morir con ella, pues ya estamos en la situación que he contado.
Muchas gracias, Juana, por tu generoso comentario y un abrazo de vuelta.
Permanecer junto al ser amado en todo momento, sobre todo cuando ya nada más que eso se puede hacer. Qué hay mejor y más humano que el amor, qué muestra de amor es mejor que esa. Ya sabes que me gustan mucho tus ingeniosos micros llenos de ingenio y simpatía, pero también los que revistes de ternura, como es el caso.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Enrique
Es cierto que el amor se demuestra en su mayor magnitud cuando el destino se tuerce, cuando la desgracia cae como un rayo sobre la persona que amamos y la deja indefensa y dependiente. En esos duros momentos es cuando al lado del que sufre sólo están los más íntimos, y la persona con la que se ha compartido gran parte de la vida, acaba siendo algo tan nuestro, que si la muerte nos la arrebata nos deja rotos, disminuidos, incompletos.
EliminarAsí que la decisión del protagonista entra dentro de la lógica de los sentimientos, ese océano tumultuoso que expresó tan bien Pascal con su frase: “El corazón tiene razones que desconoce la razón”.
Muchas gracias, Ángel, por el comentario y muchas gracias por mentar mis micros. Son pequeños desahogos en los que intento poner la mayoría de las veces una chispa de humor y un punto lúdico al jugar con las palabras, son como una gimnasia mental que creo que me viene bien, pues desde que los escribo le he retirado la palabra a mi psicólogo.
Un abrazo grande, igualmente.
El amor es eterno cuando realmente llega al sumun. Y no hay duda que en este relato se demuestra cómo de eterno es. Para toda la vida y más allá.
ResponderEliminarExcelente.
Un abrazo, Enrique.
Pablo.
Ya lo dijo Dante Alighieri: “El amor que mueve al Sol y las demás estrellas”. Él, desde luego, dedicó dos obras, La Vida Nueva y sobre todo La Divina Comedia, a su amada Beatriz Portinari, en la que yo creo que es la idealización amorosa más grande de toda la historia de la literatura universal, pues Dante no se casó con ella.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Pablo.
Bellísimo micro lleno de ternura y de un amor que va hasta la muerte. O quizá más allá según el sentir quevediano: "médulas que han gloriosamente ardido / serán ceniza mas tendrán sentido, / polvo serán más polvo enamorado."
ResponderEliminarRomántico y tristemente realista a un tiempo, el relato me ha emocionado. Enhorabuena, Enrique. Un par de besos.
Sí, el amor verdadero quiere siempre trascender a la muerte. “La alegría quiere eternidad”, que escribió Nietzsche. ¿Y qué mayor alegría que la de amar y ser amado? Quevedo también lo expresó en su famoso soneto, aun siendo polvo, los amantes seguirán enamorados.
EliminarEn fin, hasta ahí llega nuestro poder cuando el movimiento perpetuo del universo nos va consumiendo y nos deja convertidos en nada. Los protagonistas de la historia deciden morir juntos, ella está condenada, él se niega a quedarse solo. Lo hablan, lo planifican y lo llevan a cabo. “El resto es silencio”, que dijo Hamlet como últimas palabras.
Muchas gracias por tu comentario, Carmen, y un par de besos, igualmente.
El amor es uno de los sentimientos más fuertes que existen. Los lazos afectivos con la persona amada pueden incluso cambiar todos aquellos principios que habíamos creído firmes durante toda nuestra vida o llevarnos a hacer cosas que jamás imaginamos. Como en este caso, querer morir junto a la persona a quien amas y tantos años has compartido. Morir de amor, morir por amor.
ResponderEliminarBonito relato. Un beso
Morir de amor es el título de una película francesa interpretada por la excelente actriz Annie Girardot.
EliminarEl amor es un sentimiento fuerte, inmenso, misterioso, al que llevamos dándole vueltas desde el inicio de los tiempos sin que hayamos desvelado sus secretos. Cuando Cupido nos clava alguno de sus dardos, hacemos locuras, nos desesperamos, andamos como ausentes, nos exaltamos... Bueno, toda esa gama de sentimientos que tan bien expuso Lope de Vega en su famoso soneto, y que acaba con la sentencia: “quien lo probó lo sabe”.
Muchas gracias por el comentario, Olga, un beso igualmente.
La esperanza es contagiosa... Y la falta de ella parece que también. Esas dos vidas hasta ahora paralelas han decidido finalmente cruzarse en el infinito, para dejar de ser.
ResponderEliminarTriste relato que nos pone al frente del amor dependiente y que, al menos a mí, me hace pensar si realmente se puede llamar amor a aquello que sientes por alguien de quién dependes.
Buen relato Enrique, redactado con eficacia y maestría.
Un abrazo.
Desde luego que el amor tiene un enorme abanico de matices, que cada pareja es un mundo, que lo que a veces se cree que es amor es otra cosa, que habría que analizar a fondo multitud de circunstancias, pero, en cincuenta palabras sólo queda una instantánea de la historia de la que hay que imaginar casi todo, como quería Hemingway con sus cuentos. Por tanto, lo que apuntas sobre el amor dependiente es un hecho importante a tener en cuenta.
EliminarAsí que de ese simple microcuento, -como de muchos otros que aparecen en esta página o que se escriben a miles en todo el mundo, pues en nuestra época de agitación es una fórmula literaria que tiene un enorme éxito, quizá más entre quienes nos gusta escribir que entre quienes les gusta leer, pero esto ya lo dejo para los estudiosos del fenómeno-, se pueden sacar multitud de conclusiones e imaginar multitud de situaciones.
Muchas gracias, Antonio, por el comentario y por el halago y recibe un abrazo de mi parte.
La desesperanza en la vida llevada a su más extrema consecuencia. Y el amor, también.
ResponderEliminarGran relato, Enrique. Mi enhorabuena y mi me gusta, así, juntos, por habernos relatado espléndidamente cómo el amor puede terminar en tragedia.
Un abrazo.
La falta de esperanza, por las circunstancias que sean, puede llevar a la decisión de abandonar la vida. Quedarse sin la persona amada puede ser una de ellas, otra cuestión también a valorar sería la de no asistir a la agonía y muerte del ser que más se ama.
EliminarMuchas gracias por el comentario, José Antonio, me alegro de que te haya gustado. Un abrazo de vuelta.
Un bello relato de unos modernos y ancianos (me los imagino viejitos) Romeo y Julieta.
ResponderEliminarFelicitaciones Enrique, un gran abrazo.
Romeo y Julieta llegados a la vejez, toda una vida compartida en la que la que al amor va pasando por diferentes fases y que, en el caso de ser verdadero, va añadiendo monedas a ese tesoro común.
EliminarGracias, Jean, por tu comentario y tus felicitaciones, un gran abrazo igualmente.
Ay Enrique, se me va un suspiro ... ¡Qué historia tan bonita!
ResponderEliminarDicen que el amor mueve el mundo, podría decirse que es el motor de la vida y en este caso, de la muerte. Al igual que Juana, me quedo con la frase de "la realidad fue desapareciendo poco a poco".
Te felicito por esta historia tan bonita que nos has traído y la forma en la que nos la has contado, esto sí que es una buena lección de cómo hay que escribir, a lo grande.
Besos.
Malu.
Muchas gracias, Malu, por tu comentario tan generoso. Si uno se imagina la situación, aparte de otras consideraciones, se emociona y siente el vértigo de las tres heridas a las que se refiere Miguel Hernández en uno de sus poemas: la del amor, la del amor, la de la muerte, la de la vida.
EliminarBesos igualmente.
El amor se me ha colado dos veces, por algo será.
EliminarOhhh, que triste... aunque llena de amor la historia.
ResponderEliminarSupongo que esa pareja llevaban tanto juntos... y sin tener hijos y nietos que les sirvan de motor para seguir ahí, luchando con la pérdida.
Que pena.
Y que buen relato.
Un abrazo
Muy interesante el apunte que haces, Carme, acerca de si la pareja no tenía hijos o nietos. Es algo que me he preguntado cuando compañeros de trabajo o algún conocido se ha suicidado teniendo mujer e hijos. Me he dicho: ¿el amor hacia su mujer y sus hijos no ha sido capaz de evitar que se quitase la vida? Pues he conocido varios casos en los que no, y te quedas con una sensación muy extraña, sobre todo cuando conoces a la persona y nada te había hecho sospechar que pudiese tomar una decisión tan drástica.
EliminarHabría que saber las causas, si sufrían alguna enfermedad mental, si los problemas familiares eran graves, etcétera. En fin, es lo de siempre, cada persona somos un mundo y ni nosotros mismos sabemos cómo reaccionaríamos en ciertas circunstancias en las que estuviésemos sometidos a un sufrimiento intenso, por no hablar ya de ese rosario de enfermedades mentales que pueden hacer de nosotros algo muy distinto de lo que somos. Tocaremos madera y lo que haga falta tocar.
Un abrazo.
Lo que me ha gustado del micro, aparte de la historia de amor con final acordado, es el ritmo de las frases, ese fraseo que te lleva de manera delicada por una última acción conjunta, como un solo de piano después de, como tú apuntas, mucho concierto de vida juntos. Me parece lo más hermoso del micro, esa delicadeza para describir el final de una pareja que deja en tu micro un regusto triste, azul casi negro, no obstante, ante la noticia irreversible de la enfermedad. Te felicito, maestro. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Manrique, por tan halagador comentario, me gratifica mucho que te haya gustado, y me siento recompensado si he aportado algo a esta gran página y a quienes, asiduamente, la visitan.
EliminarEn cuanto a la pareja protagonista, uno puede imaginarse esa vida que han pasado juntos, ese momento terrible de la enfermedad que pone una tapia inexpugnable ante la felicidad compartida. Puede imaginar sus conversaciones, sus últimos días de regusto triste, como muy bien dices; los últimos instantes en los que la vida se difumina, esos instantes que, si hubiese que elegir colores para calificarlos estarían entre el azul oscuro y el negro, como también apuntas.
Gracias de nuevo por todo, y no digamos ya por llamarme maestro, si lo soy, es de pocas cosas, y lo que me queda por aprender es casi infinito, si es que esta expresión tiene algún sentido.
Un abrazo.
Cuánto sentimiento en una narración tan suave y serena. Una decisión perfecta para una historia de amor en la que los protagonistas prefieren abandonar juntos la realidad, para no tener que pasar por separaciones ni despedidas. Muy bellamente escrito, Enrique. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska, por tu comentario. El microcuento se sitúa ya en los últimos momentos de esa pareja a la que he supuesto una larga vida anterior en la que habrá habido muchas vivencias gratificantes y gloriosas. Todo eso, como en un relámpago, habrá venido a sus mentes en esos últimos momentos, de ahí esas lágrimas ante la magnitud de sus sentimientos.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado y que te haya parecido que está bien escrito a ti que escribes tan bien y con tanta sensibilidad.
Recibe un abrazo también por mi parte.
Cuando el camino de la vida se recorre en compañía del ser amado, un futuro en soledad puede vislumbrarse insoportable. La decisión de recorrer también el camino de la muerte es la consagración de ese amor. Triste y tierno relato, Enrique. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarDifícil tesitura, desde luego, en la que no sabemos si nos pondrá el destino, y pienso que nadie sabe tampoco cómo va a actuar en una situación tan extrema, creo que depende de tantas cosas que cada decisión es una singularidad.
EliminarMuchas gracias, Javier, por tu comentario y un abrazo igualmente.
Perdón por haberte llamado Javier cuando te llamas Salvador, creo que se debe a que me he metido más ración de televisión de la aconsejable.
EliminarEstimado señor Angulo: si me lo permite, no voy a opinar sobre el contenido de su historia porque creo que ya se ha debatido suficientemente en los comentarios, que he leído con la misma delectación que el relato.
ResponderEliminarMe quedo con el comienzo: "apurar el contenido del vaso hasta el fondo", una acertada metáfora. Y con el tacto de esas manos que se enlazan para compartir lo que cada una ha recogido por separado. Y contemplar las lágrimas que brotan sin empecinarse en secarlas. Y tumbarse en la cama en la que han soñado y se han desvelado.
Ha utilizado unos gestos que hablan de amor sin necesidad de nombrarlo.
Un placer. Y un cordial abrazo.
Menos mal que no ibas a opinar, Margarita, no sé cómo se puede llamar a lo que has hecho, pero tu comentario es mucho mejor que el que podría haber hecho yo mismo sobre mi microcuento.
EliminarSí, todos son gestos sencillos, cotidianos, gestos hechos muchas veces a lo largo de una existencia, y que cobran un significado supremo en esos últimos momentos de sus vidas.
Me satisface mucho que te haya gustado, y recibo ese cordial abrazo. Del poco latín que recuerdo –aun así lo he mirado en el DRAE por si acaso la memoria me traicionaba- la palabra cordial viene del latín, de corazón: cor, cordis.
Así que de todo corazón, otro cordial abrazo.
Estoy seguro de que con frecuencia, tras haber compartido toda una vida, afrontar lo que queda en soledad puede no tener sentido; un planteamiento delicado y controvertido que tú has resuelto con gran delicadeza y buen hacer literario. Enhorabuena, Enrique, y un abrazo.
ResponderEliminarPor lo que uno ha visto, ese último trayecto de la vida en soledad suele ser de lo más duro. Mi abuelo paterno, por ejemplo, era un hombre aguerrido, curtido en mil batallas, que se dice, y mi abuela una mujer bondadosa y humilde cuya presencia apenas ni si notaba. Pues cuando mi abuelo se quedó viudo, se le vino el mundo encima, perdió casi todas sus ganas de vivir y se fue apagando poco a poco. Nada, ni los hijos, ni los nietos –en el caso de haberlos- pueden cubrir ese vacío.
ResponderEliminarDesde luego, el planteamiento es controvertido, y depende de las creencias de cada cual comprenderlo o condenarlo. Muchos rechazan el suicidio, yo no me siento capacitado para juzgar esas situaciones límite, sólo puedo decir que tocan emociones muy fuertes.
Muchas gracias por tu amable comentario, tocayo, y un abrazo igualmente.
No es ningún mito aquello de "morir por amor". Hay veces en las que la interconexión ente dos personas es tan grande, tan intensa, que la la falta de uno provoca, literalmente, la muerte del otro.
ResponderEliminarPero hay un escenario peor, que es el de morirse en vida ante la muerte del otro. Tu micro, Enrique, aborda este otro tema de una forma muy delicada y resuelve definitivamente el conflicto de los personajes.
Saludos cordiales.
En tu micro te aceecas a ese otro
Desde luego que no es un mito lo de morir de amor, lo de suicidarse por amor. Un escritor tan descreído y pesimista como Cioran escribió lo siguiente al respecto: “Siento el mayor de los desprecios por quienes se burlan del suicidio por amor”.
ResponderEliminarComo suele decirse, los toros se ven muy bien desde la barrera, es cuando uno está en el ruedo cuando todo cambia.
Así que lo más que puede hacer uno es asistir con el ánimo encogido ante las desgracias de los demás, tal y como ocurría en el teatro griego con las tragedias que les acaecían a los personajes, las cuales, muchas veces, superaban sus fuerzas, de ahí sus lamentos e imprecaciones contra los dioses y el hado adverso, de ahí sus finales precisamente trágicos.
Muchas gracias, Carles, por el comentario y un abrazo.