Antes que amanezca
—¡Siempre que regresas estás un poco más gordo!
¡Te quejas de los viajes, pero sigues y sigues en lo mismo!
Ella continuó gritándole mientras él, tras contemplar la familiar silueta, recordó el motivo de sus ausencias. Tomó la oportunidad y descubrió un deseo largamente acariciado:
—Hay que comprar otra cama.
Ella continuó gritándole mientras él, tras contemplar la familiar silueta, recordó el motivo de sus ausencias. Tomó la oportunidad y descubrió un deseo largamente acariciado:
—Hay que comprar otra cama.
Gracioso micro, pero de carácter habitual en las familias que tienen un compañero gordito. Hubiera sido mejor comprar primero la cama, y luego, contárle la verdad, sin que se ofendiera, claro. Además, si él estaba engordando también...
ResponderEliminarUn abrazo.
No sé si tu protagonista quiere otra cama por su aspecto físico o por que está harto de su mujer.
ResponderEliminarBuen relato Rupeeto, me gusta.
Saludos.
Ruperto, tu protagonista sólo buscaba una excusa para dormir separado de su esposa. Al fin lo va a conseguir.
ResponderEliminarTípico entre parejas que ya no se aman y no se atreven a decirlo.
Un abrazo
A grandes o gordos males, grandes remedios. Al final todo se reduce al volumen. ¿O no? Simpático micro, Ruperto. Un saludo.
ResponderEliminarUn cuentito divertido.
ResponderEliminarSuerte, Ruper
A lo mejor lo que tiene que hacer es comprarse otra casa e irse a vivir sólo.
ResponderEliminarEn fin, él sabrá...
Saludos cordiales
Yo conocí a un tipo, que viajaba mucho y cada vez que le veía estaba más gordo. No sé que será de él, creo que se habrá ido vivir a USA, como era su deseo, a seguir comiendo hamburguesas. Creo que simplemente no le gustaba su vida... Apatía.
ResponderEliminarUn beso.