Ayuda
Abrí la puerta del baño, la vi y pegué un grito; no esperaba encontrarla así. Me acerqué. Vi sus muñecas ensangrentadas.
—¡¿Qué has hecho?! ¡¡Voy a pedir ayuda!!
—No digas nada. Por favor, vete.
Yo misma, muchas veces, había pensado en eso. Entonces supe que la ayudaría y me fui.
—¡¿Qué has hecho?! ¡¡Voy a pedir ayuda!!
—No digas nada. Por favor, vete.
Yo misma, muchas veces, había pensado en eso. Entonces supe que la ayudaría y me fui.
Sandra,soy de la opinión que quien decide quitarse la vida es un valiente, hay que tener mucho valor para ello, sean cuales sean las circunstancias que lo lleven a ello.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, ese giro final que le das a la palabra ayuda es genial, simplemente le ayuda a que su decisión la pueda llevar libremente, la comprende.
Muy bueno Sandra.
Un beso.
Un relato tan bien escrito como duro. Un giro final antológico.
ResponderEliminarBravo, Sandra.
Un beso.
Pablo
Fenomenal, Sandra. Te ha quedado un relato redondo
ResponderEliminarSaludos
Muy buen relato Sandra. Es muy enigmático ¿Quienes son? ¿Dónde están? ¿Que relación les une? Y sin embargo, todo eso parece accesorio porque lo grueso del relato esta.
ResponderEliminarEnhorabuena
Tan sólo imaginar enfrentarse a una encrucijada tan dolorosa da para varias jornadas de reflexión. ¿Qué es más importante: el respeto a las decisiones de los demás o el respeto a la vida per se?
ResponderEliminarGenial, Sandra.
Un enorme abrazo.
Vicente
Hay empatías que matan y la de tu personaje, que encuentra acomodo en la connivencia con un suicidio que ni ella fue capaz de aplicarse, esconde una cobardía que espero no quede impune
ResponderEliminarHas conseguido removerme el interior, Sandra. Muy buen relato.
Un abrazo.
¿Se debe salvar a alguien que no quiere salvarse? ¿Es lícito preservar una vida a toda costa, aún en contra de la voluntad expresa de quien la detenta? Gran dilema moral, desde luego. La razón dice que habría que intentar el rescate pese a todo, pero siempre quedará la duda de si se habrá obrado correctamente, aunque en el caso contrario la duda también existiría y no habría marcha atrás.
ResponderEliminarUn abrazo, Sandra
Pasar por situaciones similares, nunca son iguales, ¿ayuda a ayudar?
ResponderEliminarDifícil decisión la que nos planteas, Sandra.
Un beso
Sandra, a veces hay que tomar decisiones difíciles. En este caso la mejor ayuda fue no hacer nada...
ResponderEliminarUn buen relato que nos lleva a reflexionar.
Enhorabuena!
Besos
Tratas un tema muy peliagudo. Pienso que, aunque no es fácil de entender y no nos guste, sí hay que saber respetar al que, agotando todos los esfuerzos propios y ajenos para que salga adelante, decide finalmente quitarse la vida. Me gusta cómo conviertes una acción políticamente reprobable, en todo un gesto de amor. Felicidades, Sandra, me ha gustado mucho tu micro. Un beso.
ResponderEliminarNo me gustaría estar en el pellejo de ninguna de estas dos personas. Difícil decisión la de ambas. Aunque tal vez, si la que ha decidido quitarse la vida encuentra en la persona que se lo impide a un alma gemela (porque la segunda dice que ella también muchas veces había pensado en lo mismo), tal vez, todavía están a tiempo de cambiar las cosas. Prefiero pensar así. Muy interesante para la reflexión, Sandra. Saludos.
ResponderEliminarEl giro final, me ha parecido de lo más sorprendente. No sé quien es más valiente si el que se suicida o el que acata esa voluntad. Yo creo que el segundo, puesto que tendrá que vivir con ello el resto de su vida.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso.
Excelente microrrelato Sandra. Sobre todo me encanta el título, manipula al lector. Si señora, muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas veces se ayuda más no prestando ayuda que dándola. Sorprendente y estupendo microrrelato. Te felicito, Sandra.
ResponderEliminarGran dilema el que nos has planteado, y muy bien por cierto, Sandra. Particularmente, creo que impediría ese suicidio aún a riesgo de equivocarme. Desde luego, nos has hecho pensar.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Dura historia la que nos regalas, Sandra. Soy incapaz de comentar mucho más, salvo que está muy bien hilvanada la trama de una situación tan compleja. Pero ello no quita que te diga que va mi me gusta por descontado. Y mi enhorabuena también por dejarnos con la incertidumbre de si ayudar o no, en estas concretas circunstancias, conlleva carga moral.
ResponderEliminarUn abrazo.
Difícil dilema el que planteas, Sandra. ¿Qué hacer ante un suicida? ¿Lo salvas? ¿Y en qué consiste salvarlo?
ResponderEliminarEspero no encontrarme en semejante trance.
Besos.
Durísimo relato, querida Sandra. En más de una ocasión he oído, y además soy partidaria de que hay que respetar las decisiones de los demás, pero hay casos en los que resulta bien difícil.
ResponderEliminarMuy bien contada esta "Ayuda", que nos deja dando vueltas a tan delicado tema.
Besos.
Malu.
Un relato que nos obliga a reflexionar sobre la muerte y la difícil lucha en la vida. Muy bueno, Sandra. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por sus comentarios. Mis personajes son compañeras de oficina y el baño es el del trabajo. Siempre tuve el temor de encontrarme ante una situación así. Confieso que cada vez que encuentro la puerta cerrada y tengo que entrar, me invade ese temor. Y sé que, seguramente, no reaccionaría como la protagonista. Trataría de salvarla, sin duda, aunque después piense que quizás de esa forma no la estaría ayudando.
ResponderEliminarUn beso grande a todos y otra vez muchas gracias por sus comentarios.