El enólogo
Le colgaba del rostro una inmensa trompa elefantina que desafiaba las leyes del decoro y del fair play. Aquel espolón desafiante, florete bravucón, ariete impertinente, tipi superlativo, era insultante, abusivo e inhumano. Avanzó despacio, encorvado, anunciando con su propia trompeta de Jericó la victoria incontestable en el concurso de catas.
Menos mal que para ser un buen enólogo no depende del tamaño de la nariz, ya que después de la buenísima descripción que has hecho de la nariz del protagonista, veo que su nariz es descomunal.
ResponderEliminarBuena relato Luis, me ha gustado.
Un abrazo.
Luís, no se si es mayor su nariz o su ego. Parece ser que el enólogo abusa de su condición para sobresalir.
ResponderEliminarNunca imaginé tantas formas de describir una enorme nariz!
Enhorabuena!
Besos.
Qué maravilla de descripción sensorial, Luis. He disfrutado de la maestría de tu pluma. Un abrazo!
ResponderEliminarA eso se le llama abusar. Partir de antemano con una capacidad innata insuperable no es jugar limpio. Me has recordado a Quevedo y a Cyrano de Berberac. Buen humor, originalidad y amena narración, con descripciones cultas y simpáticas. Si me lo permites, diré que es un relato bueno de narices.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
Querido Luis, inevitablemente me he ido a esos versos endecasílabos de Quevedo:
ResponderEliminarÉrase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Y digo yo, que con tal instrumento, ¡cómo para no hacer una buena cata!
Un beso grande Luis.
Malu.
Este personaje ya entraba "trompa" a las catas.
ResponderEliminarMagnífico, Luís.
Suerte.
¡Manda narices, qué bien escribes!
ResponderEliminarUn saludo, Luís
Ingenioso microrrelato cargado de estupendas imágenes conceptistas. Por abundar en el tema, si me lo permites, podríamos decir que tu enólogo tenía una nariz de dos pares de ídem.
ResponderEliminarVa mi me gusta, Luis, porque dejas constancia de que escribes con una imaginación y un estilo superlativamente buenos.
Saludos y enhorabuena por este nuevo y fantástico "cincuentapalabras".
Igual que para apreciar un buen vino se necesita adiestrar olfato, gusto y vista, relatos como el tuyo ayudan a disfrutar de buenas letras y sugerentes imágenes.
ResponderEliminarMuy bueno, Luis. Saludos.
¡Qué abusón, Luis!
ResponderEliminarY no me refiero al enólogo.
Saludos cordiales
Luis, me ha encantado este relato. La forma quevediana de tratar al protagonista, es un acierto.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, maestro!
Un abrazo.
Parece que para acometer este escrito te hayas dejado seducir por ingeniosas y afiladas plumas, Luis. Es un micro que se disfruta y mucho. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarMe encanta todo tu excelso relato, pero sobre todo esa magistral última frase.
ResponderEliminarEnhorabuena, Luis. Tu literatura sobresale y no por abajo. Un abrazo.
(Me apunto a un supuesto debate sobre los límites del fair play)
Toda una perfecta cata de palabras, imágenes e ingenio a la hora de escribir.
ResponderEliminarUn placer leerte y releerte Luis.
Besos maestro.
Quevediano, imaginativo, lúdico... El relato combina muy bien todos los tonos, con un resultado genial. Enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarCon esa nariz superlativa, de Gongora, no se puede ser otra cosa que enólogo.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso.
Has descrito todo un tratado de narices con el apéndice nasal de este peculiar catador. Muy ingenioso y divertido, Luis. Saludos.
ResponderEliminarYo sabía que tu relato tenía que ser bueno ¡Por narices!
ResponderEliminarCreo que para las catas, el Real Madrid tenía la deferencia de dejarle uno de sus trofeos ("La orejona" creo), para mejor acomodar su apéndice nasal. El resto de los participantes le decía que eso era jugar con ventaja, a lo que el jurado aplicó la "ley de la ventaja" y el torneo continuó. Y lo ganó.
Me ha encantado tu relato amigo Luis. Un abrzo
¡Qué buen uso de nombres y adjetivos! - digno del siglo XVII...
ResponderEliminar(y tu protagonista, usando esa nariz, tendría que estar descalificado)
Un abrazo.