Érase una vez
Salen separados del hotel.
A Felipe le espera Bella en casa, somnolienta por los ansiolíticos. Eric pasará por la oficina antes de naufragar en el mar de lágrimas de Ariel.
Sólo uno en los brazos del otro encuentran fuerzas para ser los príncipes de un cuento que no han elegido.
Escrito por Margarita del Brezo - Twitter
A Felipe le espera Bella en casa, somnolienta por los ansiolíticos. Eric pasará por la oficina antes de naufragar en el mar de lágrimas de Ariel.
Sólo uno en los brazos del otro encuentran fuerzas para ser los príncipes de un cuento que no han elegido.
Las princesas de hoy en día no son de cuento, la realidad cambia las cosas, y ellos se refugian donde encuentran amor, da igual el sexo, solo quieren que alguien les escuche y amé.
ResponderEliminarMargarita bonita historia de amor entre dos hombres, un amor que viven sin que sean vistos, y sobre todo mantienen las apariencias.
Muy buen relato, me ha gustado mucho.
Besos Margarita.
No sé si hoy lo que no hay son princesas o cuentos o ganas de aparentar. De lo que no tengo duda es de que, da igual el tiempo que pase y la realidad en la que estemos sumergidos -o sobrevolando-, de lo que no podemos prescindir es de sentirnos queridos.
Eliminar¡Gracias, Javier!
Besos
Los tiempos han cambiado, o van cambiando poco a poco y ya el amor entre el mismo sexo se va normalizando pero antes, para evitar habladurías, los matrimonios eran todos heterosexuales y, la naturaleza del ser humano no sabe de formalismos.
ResponderEliminarMe ha encantado los nombres que has escogido de dos princesas disney para ellas y así culminar como se merece un relato magnífico.
Un besote, mi querida Margarita del Brezo y enhorabuena también por tu gran relato del mes pasado. Tu nivel no baja.
Pablo.
Mi querido Pablo:
EliminarEchaba de menos comenzar así mi comentario.
Los nombres de las princesas me daban juego para los somníferos y los naufragios, y ya sabes lo que me gusta jugar.
Los tiempos evolucionan, otras veces involucionan, y ahí estamos, intentando sujetarnos a ese péndulo de Foucault que no cesa para no caernos.
Felicidades a ti también porque con tu relato del mes pasado nos besaste una vez más en la comisura de los labios.
¡Gracias!
Un beso. Grande. El beso y tú.
La vida real está lejos de ser un cuento de hadas. La fantasía de los cuentos son la onírica idealización de una realidad demasiado compleja como para no caer en la tentación de simplificarla. Son imaginación, pero también un estricto adoctrinamiento sobre lo que está bien o mal, sobre quien es bueno o malo.
ResponderEliminarPor eso me has seducido con esa dosis de realidad con la que enturbias las azules aguas de Ariel y enrojeces las pupilas celestes de Bella. Esa historia furtiva de dos príncipes azules, del color de la carne y el hueso, me ha parecido una muestra más de tu inmenso ingenio para crear mundos en pocas palabras, en este caso más allá de las perdices.
A sus pies doña Margarita.
Un abrazo.
Querido Antonio: con tus comentarios tengo a menudo la sensación de estar viviendo del cuento cuando escribo los míos y me entran ganas de utilizar mis ratos libres en algo más provechoso que no sea escribir. Por suerte, siempre terminas con alguna frase "ingeniosa" que me atrapa el poco ingenio por los pelos y me anima a seguir intentándolo.
EliminarY ahora soy yo la que me pongo a tus pies para felicitarte por las magníficas Siete damas con que nos obsequiaste el mes pasado, un magnífico relato para aliviar el polvo que levantan nuestros pasos vacilantes cuando el camino es fatigoso.
¡Gracias!
Un abrazo.
Me alegro mucho de que te gustara. Gracias por decirlo.
EliminarMe conmueve mucho más la penosa realidad de tus frustradas princesas que la fuerza romántica de esos amores furtivos. Al fin y al cabo ellas son las únicas que han elegido con las cartas boca abajo.
ResponderEliminarEstupendo relato (una vez más), Margarita. Cuánta imaginación y sensibilidad, y cuánta eficacia para plasmar tramas como esta en tan pocas palabras.
Enhorabuena y un abrazo.
Querido Enrique: que te conmueva alguno de los personajes es todo un triunfo porque me hace pensar que la historia es capaz de transmitir algo real.
EliminarTan real como tus calles desiertas un domingo por la mañana y la desolación de los fragmentos minúsculos de una fotografía que se desparrama a tus pies. Me encantó tu relato del mes anterior. Aprovecho para felicitarte por estar en la final.
Gracias por tus cálidas palabras. Siempre.
Un abrazo.
¡Si estaba clarísimo que esto tenía que pasar en algún momento! Una, durmiendo todo el día. La otra, llora que te llora y además excesivamente salada (en realidad, resalada). Y chillona también, como una sirena (mitológica o de ambulancia). Y dos príncipes aburridos, con la carga de su estatus social, y con las hormonas por las nubes...
ResponderEliminarVa mi me gusta, Margarita, porque me ha encantado ese giro copernicano que le has dado a dos cuentos clásicos, con princesas "disneianas" presentes en ellos, y por tu enorme maestría para compendiar historias más complejas y extensas.
Besos.
Totalmente de acuerdo contigo, querido José Antonio: está clarísimo que vivir del cuento es mucho más complicado de lo que intentan hacernos creer. Y cuando se meten las hormonas por el medio, ni el mismísimo Guillermo Tell es capaz de mantener el pulso firme.
EliminarPor más vueltas y giros que le doy, me quedo con la realidad; aquí el menú es mucho más variado. Además, y no se lo digas a nadie, las perdices no me terminan de gustar.
Gracias por este otro "va mi me gusta" que añado orgullosa a mi colección.
Besos.
Esclavos de una versión estereotipada de sí mismos, Eric y Felipe se han visto obligados a seguir un guión escrito por los otros. Para su fortuna, estos príncipes azules han encontrado un refugio para el arcoíris.
ResponderEliminarUn cuento de huidas, no de hadas.
Simplemente genial, Margarita.
Abrazos.
Vicente
Mal asunto cuando te escriben el guion, pero tú, mi querido "científico", eres capaz de mezclar los ingredientes necesarios para encontrar agua debajo de las piedras y un arco iris mezclando sólo el color azul.
EliminarSi algún día me hada huye, te llamaré a ti.
Simplemente gracias, Vicente.
Abrazos.
Los príncipes viven como reyes, pero a veces no han elegido esa existencia, quizá les hubiera gustado otra más sencilla y, sobre todo, anónima. Al menos, les acompaña una princesa, el problema es que a ellas tampoco les haga mucha gracia su papel, como parece ser el caso, a juzgar por los ansiolíticos y las lágrimas.
ResponderEliminarUn abrazo, Margarita
No se les ve muy felices a ninguno de los cuatro; si alguna día pudieron elegir, está claro que se equivocaron, y rectificar es de sabios, dicen. Confío en que no sea tarde para retomar sus vidas y buscar un final más acorde con los cuentos.
EliminarMuchas gracias, Ángel.
Y enhorabuena por todos los éxitos que estás consiguiendo.
Un abrazo.
La relación entre estas parejas es una de apariencia, probablemente quieren mostrar a los demás que viven un cuento de hadas, pero el desenlace de la historia nos dice que no comen perdices. Margarita, buen micro sobre el engaño y la hipocresía, me gusta.
ResponderEliminarSaludos.
Saludos, Beto.
EliminarComo bien señalas, en esta historia ninguno come perdices, y un cuento sin perdices es como una noche sin luna, puedes vivir con ello, pero siempre faltará algo, está cojo. Y tú, experto "runner", sabes lo complicado que es correr en ese estado.
Muchas gracias por el comentario.
Pues nada, que Felipe y Eric se despidan de ese falso reino y construyan otro a su medida; así serán felices los cuatro. No hay nada peor que fingir en el amor. Muy interesante, Margarita. Un abrazo
ResponderEliminarA ver si te hacen caso, Juana. Quizá estos príncipes estén emparentados con tus Reyes del mes anterior y puedes prevaricar un poco; en este caso estaría más que justificado.
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Pese a todo, pueden estar contentos los príncipes, pues habrán podido saber lo que significa amar y ser amado a un tiempo. Peor lo tienen las princesitas que parecen condenadas a sobrevivir en la frustación.
ResponderEliminarBeso, Margarita.
A ver si las princesitas se quitan los zapatos de cristal y echan a correr antes de que se enmohezca la calabaza. Porque en cosas del amor, si no te sientes querido, lo mejor es cambiar de cuento.
EliminarUn beso, Carles. Y gracias.
Triste cuento narrado con mucha delicadeza. Y es que, al final, ese poquito de amor que necesitamos para respirar nos puede sorprender en formas y brazos que no sospechábamos.
ResponderEliminarPrecioso, Marga.
¿Recuerdas lo que nos explicaban en el colegio, Patricia? El aire está formado por oxígeno, nitrógeno, vapor de agua, dióxido de carbono y amor. De lo que ya no me acuerdo bien son de las fórmulas y las proporciones, pero seguro que tú...
EliminarEse amor secreto, del que no pueden hablar, porque deben seguir con su vida... Me ha gustado tu forma de contarlo.
ResponderEliminarUn beso
Tiene que ser agotadora esa doble vida y tanta tensión les tiene que dejar muy poca energía para disfrutar del amor.
Eliminar¡Muchas gracias, Olga!
Un beso
Con el “Érase una vez”, Margarita ya nos pone en situación, y uno vuelve a la infancia y, con los ojos como platos y la boca abierta, se dispone a escuchar el cuento que le sumergirá en esos mundos de fantasía donde uno se siente como en la gloria.
ResponderEliminarPero este es un cuento para mayores, para quienes hemos perdido ya esa inocencia de la infancia y sabemos que en muchos de los cuentos de amor de la vida, al final, los protagonistas no comen perdices, ni viven felices para siempre, sino que hay amarguras, celos, traiciones, desamor y, a veces, hasta violencia extrema.
En tan pocas palabras, uno imagina gran parte de la vida de los cuatro protagonistas, ve la punta del iceberg de lo que se cuenta, pero sabe que bajo ese océano hay unas existencias hechas de miles de horas, de multitud de asuntos cotidianos y nimios que han ido configurando sus vidas en común.
Muy medidas las palabras, muy bien elegidas las situaciones. Mis felicitaciones y aplausos, Margarita, por tan buen microcuento.
Estimado señor Angulo: puedo imaginarlo ojiplático y boquiabierto, y también concentrado mientras mordisquea un lápiz, y oliendo las pistas que conducen a un cementerio de elefantes, y coloreando el arco iris en un día nublado, y escribiendo los diálogos de una película muda, y salvando de un naufragio al patito feo.
EliminarY puedo hacerlo porque sus historias son tan variadas, agudas, simpáticas, irónicas, trascendentes, sencillas y complejas a la vez que me halaga y enorgullece que vea y aplauda la historia que se esconde -y boquea- debajo del iceberg.
Un placer compartir con usted.
Margarita, permite que me copie esas frases tan elogiosas que me dedicas y las ponga encima del ‘ordenata’ para que, cuando me dé un bajón de autoestima, pueda echarles un vistazo.
EliminarQué buena eres contando realidades de cuento.... Jejeje. ENHORABUENAAAAA. Me encantó. Besitos
ResponderEliminarLa lástima es que a veces se me resisten los finales felices, y mira que lo intento, eh.
Eliminar¡Gracias, Carmen! Eres un amor.
Un beso grande
La realidad no suele obedecer a las leyes clásicas del cuento de princesas, príncipes, en tu micro, y me recuerda aquel relato y la peli, de vaqueros que descubren que todo su universo cabe en una tienda de campaña. Buena suerte y saludos.
ResponderEliminarMe atrevería a decir que lo bueno de la realidad es que se ciñe a pocas reglas clásicas, como la de la gravedad y alguna más que tendría que mirar. Si no fuese así, sería imposible meter el universo en una tienda de campaña. Así que, ahora que lo pienso, me alegro de haber nacido plebeya.
EliminarMuchas gracias, Miguel.
Saludos
Margarita, eres única entrelazando personajes de cuento y sacándolos de su contexto habitual. Ya sabes cuanto me gusta y que siempre sonrio al leerte.
ResponderEliminarEn esta ocasión nos cuentas con mucha delicadeza el amor entre dos príncipes. Un cuento muy real en muchas vidas que ocultan su amor ante los demás.
Hoy no sonrío pero aplaudo tu maestría al contarlo.
Enhorabuena!
Besos y una gran sonrisa por el gusto de leer algo tuyo.
Es fácil, Pilar: los cuentos ya están escritos, sólo hay que soltar a los personajes en una página elegida al azar, o mejor dicho, en las imágenes que con tanto mimo selecciona Javier, que tiene mucho mérito. Te confieso que hasta que no veo tu sonrisa no estoy del todo segura de haber acertado (aunque a veces me sorprenden las lecturas, también es verdad).
EliminarLa historia de hoy no es para sonreír, pero bien sabes que los finales felices no siempre son posibles.
Muchas gracias. Porque siempre estás. Porque sonríes. Porque sí.
Un beso
Un nudo fantástico de un cuento que no parece ser. Me gusta muchisímo por su originalidad y porque es un cuento que puede continuar...
ResponderEliminarBesicos Margarita
Tienes razón, Cabopá, en este cuento no es todo lo que parece.
EliminarMe alegra que te haya gustado y que le veas posibilidades para continuar. A lo mejor...
Un montón de gracias.
Besos
Todo cuento tiene su fondo, su forma y su historia. Tú consigues alborotar de una delicada y sutil manera cada uno de estos elementos. las princesas ya no son lo que eran y los príncipes quieren protagonizar sus vidas en un 50 que se aleja de los estereotipos y de los finales con perdices tan típicos y rosas.
ResponderEliminarMe encanta esta manera tuya de idear personajes, mezclarlos y atribuirles características diferentes a las acostumbradas.
Fantástico Margarita. Un beso enorme.
Carezco de tu dulzura narrativa y de tu facilidad para sacar poesía de un cardo, así que no me queda otra que revolver en el cajón de los cuentos ya inventados y cambiarles el atuendo a los personajes.
ResponderEliminar¡Gracias!
Me encanta verte por "todos los lados", lo malo es que me estoy acostumbrando.
Un beso enorme
Es una gran presión y responsabilidad hacer que el final feliz haga dichosa a la conciencia colectiva, pero el amor no tiene fronteras y, a veces, tienes que seguir tu propia historia sin mirar atrás. Original y reflexivo relato. Me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarLa conciencia colectiva es demasiado indeterminada, y en las cosas del amor lo mejor es tocar, palpar y, si me permites, hasta sobar a alguien concreto que te deje la conciencia bien tranquila.
EliminarGracias por tu comentario, Salvador, y por esas Seis miradas que nos regalaste el mes pasado.
Un abrazo
Dicen los expertos que tres personajes en un micro son multitud, pero aquí nos dejas las historias de estos cuatro "de la realeza", dos príncipes con un azul desteñido y dos princesas que poco rosa les queda ya. Una realidad que supera la ficción y ocmo suele ser habitual en ti, magistralmente contada.
ResponderEliminarQuerida Margarita, no es un secreto que te admire y digo abiertamente que me encanta la forma tan característica que tienes para contar historias.
Te mando un beso enorme.
Malu.
Mi querida Malu, al final vamos a tener que hacer algo con esta admiración mutua que nos profesamos. Iba a proponerte una tarta, pero soy poco dulce y mañosa en la cocina así que tendrías que hacerlo todo tú mientras yo te contemplo desde la banqueta.
EliminarO podríamos probar a realizar "La receta de la abuela", esa que te salió para chuparse los dedos el mes pasado, con una pizca de ritmo salado y purpurina de colores. Me encantó, tanto como me gusta verte por aquí.
Gracias porque siempre me haces sonreír.
Un gran beso.
Genial, Margarita. Un buen micro a cuatro bandas. Un cuento para el día de hoy. Besos y enhorabuena.
ResponderEliminar¡Gracias, Belén! Que no nos falte, al menos, un cuento cada día.
EliminarY si es como tu 1944, mejor; ya te lo dije, pero lo repito: me encantó ese micro.
Besos
Ojalá Eric y Felipe logren poner FIN al cuento y puedan vivir juntos su propia realidad.
ResponderEliminarMe ha encantado, Margarita.
Un beso.
Ojalá, Sandra; hay cuentos a los que es mejor ponerles fin antes de esperar a la moraleja.
EliminarFeliz de verte.
Un beso
Vidas que han de vivirse como en los cuentos clásicos, con sus príncipes azules y sus decorativas princesas, pero que la realidad puede convertir en verdaderos dramas. Muy bueno, Margarita, como siempre, sacando todo el jugo y sentido a las frases. Un beso grande.
ResponderEliminarPrincesas que sueñan con ser plebeyas, plebeyas que sueñan con ser princesas,... No sé si es que la vida no nos da lo que queremos o que no queremos lo que la vida nos da. Pero no me hagas mucho caso que hoy no he leído ningún cuento todavía.
Eliminar¡Gracias!
Un beso, Campeona.
Jajajaja, muy bueno Margarita... Bueno ya sabes de mi admiración por ti, así que no creo conveniente darte la lata de nuevo. Ahora me queda una duda, ¡Eres una princesa feliz con tu cuento?
ResponderEliminarJajaja un beeso.
Feliz sí, al menos mientras duren las perdices y princesa, sólo a partir de las 12 de la noche. En cuanto a lo demás, estoy en tratos con el genio de la lámpara de Aladino para que me conceda vivir del cuento, pero chico, de momento no funciona el hechizo. A ver si se da prisa porque cuando se decida, si es que lo hace, sólo podré interpretar el papel de madastra y eso que sigo a rajatabla la dieta de la manzana ;-)
EliminarBesos, Jean, y, por favor, no dejes de darme la lata que, cuando entra el lobo en escena, cualquier ayuda es buena.
Margarita, no sabes cuanto me alegro de verte una vez más seleccionada para el mejor relato del mes. Tu micro es fantástico, y sus protagonistas le dan la vuelta a los clásicos cuentos de amor, heterosexuales y convencionales.
ResponderEliminarUn abrazo y mucha suerte.
¡Hola, Asun!
EliminarHay que hilar muy fino para no quedarse atrás con las magníficas historias que salen cada mes, bien lo sabes tú, campeona.
Me encanta esta página por el ambiente que hemos creado entre todos compartiendo la aguja de nuestro "Gran Sastre", y porque estimula, y pincha, por seguir con la metáfora de la costura, para intentar que no se noten mucho los descosidos.
¡A seguir enhebrando!
Un abrazo y muchas gracias.
Como siempre, todos los relatos son muy buenos. A mí me marea un poco esto de la elección. Te deseo mucha suerte, Margarita.
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