Gustos
Ni mujeres mayores, ni exuberantes, ni ligeras de ropa, ni activas sexualmente. Con ellas sólo sufría gatillazo tras gatillazo. A él lo que le excitaba de verdad eran las jóvenes sumisas, calladas y, a ser posible, asustadizas. Y, después de lo del almohadón, maquillarlas un poquito para que parecieran vivas.
Cada asesino tiene sus "gustos" y éste no puede ser la excepción. Contundente relato, me gusta.
ResponderEliminarSaludos.
Para gustos colores y el asesino psicópata de tu relato los tiene y muy peligrosos.
ResponderEliminarBuen relato "L".
Saludos.
Necrofílico relato no exento de maestría. Bien se dice que «El gusto se rompe en géneros».
ResponderEliminarBuen relato, *L*.
*L* impactante relato sobre los gustos sexuales de una mente enferma, necrofília. Muy duro saber como funciona la mente de un asesino.
ResponderEliminarBien contado.
Enhorabuena!
Besos
Hay que reconocerle que tenía las cosas claras, aunque también un problema sexual y otro mental, además de falta de escrúpulos, habida cuenta de que habría conseguido un efecto muy similar y sin hacer daño a nadie con una muñeca hinchable. Un viaje al interior de la mente de un asesino perturbado, cuyo verdadero sentido se revela al final.
ResponderEliminarDesde el respeto al anonimato, te mando un abrazo, *L*
:)
EliminarOtro abrazo para ti, Ángel. Y un beso también. Graciasssss.
Sobre gustos no hay nada escrito, se dice, y también: Hay gustos que merecen palos. Y el terreno erótico da para todo tipo de situaciones, sino que se lo pregunten al Marqués de Sade, quien, por otra parte, parece que casi todas las barbaridades que ideó se quedaron en el terreno de lo imaginario.
ResponderEliminarEl protagonista del microcuento es un psicópata de baja intensidad, por llamarlo de alguna manera, si lo comparamos con muchos de los que aparecen en los thrillers hollywoodenses, pues asesina a sus víctimas asfixiándolas con la almohada, y no se dedica a descuartizarlas como, por ejemplo, hacía Jack el Destripador, o a cometer las barbaridades de un Hannibal Lecter.
De todas formas, lo mejor es que lo descubran enseguida y lo metan entre rejas.
Original la historia, un saludo.
Yo espero que nadie asocie mis escritos a mi vida real... ^_^
EliminarSaludos y besos, Enrique.
Una mente muy perturbada, sin duda. Dicen los criminólogos que los asesinos en serie casi siempre llevan implícito en sus actos un trastorno de tipo sexual.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso.
Son muchas, quizá más de lo que pensamos, las perversiones, desviaciones y anomalías en las conductas sexuales. Ocurre que casi todos nos creemos normales y o en todo caso "con gustos un poco raritos". Sólo salen a la luz cuando traspasan ciertas barreras que la vigente moralidad ya no perdona.
ResponderEliminarMuy buen relato *L*
Te envío mi like it y mi abrazo.
Me alegro de que os haya gustado. :)
ResponderEliminarUn besazo.
Pues ya qué no existiera este tipo.
ResponderEliminarMuy bien contado *L* Nada hace imaginar un final así. Buen relato cincuentero...
Besicos, amiga
Qué relato más bien escrito. Define a la perfección el punto de vista del asesino demente.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos, *L*.
Pablo
Un 50 con tu maravillosa marca *L*. Todo un mundo depravado en su mente y en sus actos. Cobarde hasta decir basta, un personaje que causa repulsa y provoca rabia. Has conseguido despertar nuestros instintos más salvajes para condenar, por no decir otra cosa, a quien con tanta facilidad acaba con la vida de las más inocentes almas.
ResponderEliminarFantástico.
Un abrazo y un beso enorme de regalo.
¡Qué barbaridad, qué bien lo has contado!
ResponderEliminarUn saludo, *L*
¡Bueno, *L*, muy bueno!
ResponderEliminarSaludos
Vamos, todo un maldito psicópata tu protagonista. Me pasa como con el micro de Cuarta Lobo, me repugna, y eso es porque lo has escrito estupendamente, *L*. Un beso.
ResponderEliminarPor suerte la inmensa mayoría tendríamos más que suficiente con las opciones del primer renglón. Muy buen relato, *L*, magníficamente contado.
ResponderEliminarUn abrazo.