Malditos motes
Conseguí bajar peso, mintiendo al decir que ya no me gustaba el chocolate, para no ser una "bola de grasa". Estudié mucho para dejar de ser el "tonto del culo". Pero esto de fingir ver bien para evitar ser "cuatro-ojos" me ha costado ya cinco moratones y un brazo roto.
Hola, Carme.
ResponderEliminarCreo que esto está visto desde los ojos de un niño o adolescente. Ya que algunos de ellos se muestran crueles en sus comentarios y acciones contra alguno de sus compañeros, "los raritos". La lucha por la dignidad de estos niños es una constante, ya sea por los motes, vejaciones o incluso violencia.
Me ha gustado que te pongas en su piel.
Buen relato que te hace meditar. Un beso.
Los niños pueden ser crueles y hemos de evitar especialmente que lleguen a la violencia haciéndoles ver la importancia del respeto.
EliminarPonerse en su piel puede ayudar a verlo.
Gracias Olga por tu comentario.
Otro beso de vuelta.
Intentar agradar a los demás supone a veces enormes esfuerzos, consume en ocasiones demasiada energía. Ello, unido a que los niños pueden llegar a ser muy crueles, conduce al martirio de tu personaje, con el que nos identificamos, que ha de luchar contra esas injustas etiquetas que tanto limitan, que sólo se centran en detalles accesorios.
ResponderEliminarUn saludo, Carme
Pasa un tiempo hasta que aprenden que ser diferentes no es malo sino sólo eso: diferente.
EliminarGracias Ángel por comentar. Un abrazo.
:)))))
ResponderEliminar=8-O
Eliminar;-)
Qué bien has reflejado toda esa lucha, ese sufrimiento, de una lacra que parece ser cada vez peor. Bravo por ti y muchos besos.
ResponderEliminarRealmente hay niños que lo pueden pasar muy mal según qué "compañeros" de clase tengan.
EliminarGracias Belén, besos de vuelta.
Hola Carmen. Por desgracia vivimos en un mundo donde solo se valoran los esteriotipos. Si te sales de la norma, se rien de ti. Y es muy triste verlo sobre todo en los niños, falta darles una buena educación, que en el hogar y en las aulas se les enseñe que en la diferencia es donde cobra más valor el ser humano. Besos. Muy buen micro.
ResponderEliminarEs muy cierto que es un tema de educación, y que sobre todo es en el hogar donde se ha de inculcar el respeto (y a veces ves a cada padre/madre que...). Luego en la escuela han de detectar esas situaciones para trabajarlas juntos.
EliminarCelebro que te guste el micro.
Gracias y un beso.
M. Carme, a veces los niños son muy crueles sin pensar en las terribles consecuencias para quién recibe sus insultos o motes.
ResponderEliminarHay que educar para respetar al diferente y no consentir que se produzcan estas situaciones.
Muy bien contado ese intento de cambiar para evitar el acoso.
Enhorabuena!
Besos
Totalmente de acuerdo contigo.
EliminarSeguramente hay quien para evitar llevar una etiqueta, hace lo imposible.
Un beso Pilar.
Gran relato que conlleva una crítica a esos motes que acomplejan a los niños y que pueden acabar con finales bastante trágicos. La educación desde el respeto, esa que debe empezar y continuar en casa, es fundamental para evitar situaciones indeseadas en los colegios.
ResponderEliminarMe ha gustado, M. Carme.
Un beso.
Pablo.
Todos aquí lo vemos así, pero hay gente que piensa que son "cosas de críos" cuando a veces los finales son, como dices, trágicos.
EliminarMe alegra que te guste.
Otro beso de vuelta para ti Pablo.
Me gusta mucho el modo en que has tratado el tema, desde dentro y con un toque de humor que no nos aparta de la visión crítica.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carme, y un abrazo.
La verdad es que ahora que lo dices, quizá se podría usar este tipo de enfoque para concienciar a los implicados en el tema: desde su punto de vista, haciendo gracia el texto, pero llevando un mensaje de fondo que puedan entender.
EliminarGracias Enrique por comentar. Un beso.
Algunos niños pueden llegar a ser muy crueles con los defectos de otros niños, y llevan a estos a tomar medidas con las cuales solo pueden causarse daño a si mismo.
ResponderEliminarBuen relato Carme, me ha gustado.
Besos
Gracias Javier.
EliminarA veces les puede costar hacerse una idea de lo que sus comentarios pueden provocar, esa crueldad...
Celebro que te guste. Un beso.
Hay un viejo proverbio que reza más o menos así: «No hay suficiente cuero para cubrir toda la tierra, pero alcanza para cubrirnos los pies y no herirnos».
ResponderEliminarAunque difícil, es necesario aprender a lidiar con expresiones de todo tipo y no permitir que éstas nos afecten más de la cuenta.
Muy bueno, M. Carme.
Saludos.
Vicente, no conocía el proverbio. Gracias, por aquí siempre vamos aprendiendo con los comentarios :-)
EliminarComo han dicho antes, se ha de educar para evitar los motes a los demás, però ciertamente será útil educar también para que lo que nos digan no nos afecte demasiado.
Agradezco tu comentario. Un abrazo.
Algunos motes, bueno, como todo en la vida, tienen la virtud de hacernos conscientes de que algo puede mejorar, por ejemplo, ese "tonto del culo" le ha hecho ser más listo, no sé si más inteligente, y seguro que le ha venido bien. Pero sí, ya sé que hablas de los "malditos motes", así que esta visión no ha lugar, aunque quizá con "cuatro ojos"...
ResponderEliminarFácil decirlo cuando eres un mero espectador del sufrimiento ajeno.
Objetivo conseguido, M. Carme.
Un saludo
Margarita, tienes razón en que en los dos primeros casos la decisión del niño para evitar los motes, le va a ir bien. Pero sería mejor que lo decidiera por él mismo (por comentarios de su familia, en todo caso). Pero esto de las gafas, va a ser un mal negocio!
EliminarGracias por comentar. Un beso.
Qué difícil es lidiar con esos malditos motes. A veces uno no puede salir de ese encasillamiento y termina siendo "la bola de grasa" o el "tonto del culo". Por eso, aplaudo a tu protagonista que pudo revertir esa situación, aunque tendrá que aceptar algunas cosas para no seguir dañándose a sí mismo. Muy bueno, M. Carme.
ResponderEliminarUn beso grande.
Cuanta razón tienes...
EliminarCelebro que te guste, Sandra.
Un beso de vuelta.
Original relato que nos cuenta que intentar cambiarnos para gustar a los demás nos lleva, irremediablemente, a la infelicidad y a la frustración. Muy bueno, Carme. Un abrazo.
ResponderEliminarY además nunca conseguiremos gustar a todos...
EliminarGracias Salvador por tu comentario.
Abrazo de vuelta.
Ay, los motes y las personas que les gusta poner motes...
ResponderEliminarSoy una luchadora para que se eduque desde pequeños, que se fomenten los valores de igualdad, respeto y tolerancia. Creo que cambiaría muchísimas situaciones de niños y no tan niños.
Me gusta la crítica que haces y la post reflexión a la que nos llevas M. Carme, un beso.
Malu.
Seguro que tu "Manuel Barbas" se llevó unos cuantos motes en su infancia... Tu relato lleva parte de esta crítica también.
EliminarGracias Malu. Un beso.
Me ha encantado tu relato, del que por cierto me he sentido muy identificado. Y aunque soy un cuatro ojos, he tenido la suerte de no recibir ese mote en mi vida (quizás ayude mi gran altura, mi cuerpo musculoso y la espada que llevo en mi cinto).
ResponderEliminarSaludos M. Carme y felicitaciones por tu relato y por enseñarme un nuevo concepto (mote).
Afortunadamente no todos los niños con gafas reciben ese mote, aunque en tu caso podría ser por la espada, claro está :-)
EliminarY, como decía antes, por esta casa siempre andamos aprendiendo algo de los demás.
Un abrazo.
Conozco a gente que hoy, cercanos al medio siglo, todavía recuerdan con horror los años de colegio debido a esos denigrantes motes. Me gusta que hayas tratado este tema en tu micro, M. Carme, porque tiene más importancia de la que parece. Además, me ha gustado mucho cómo lo has hecho. Un beso.
ResponderEliminarGracias Matrioska por tu comentario, ya llevas razón.
ResponderEliminarCelebro que te guste.
Un beso.
Una critica bien llevada a esos motes tan insultantes como insípidos. Todo una vida de sacrificios para agradar a los demás puede llevarte a no ser ya tú mismo y además de propina unos moratones bien ganados.
ResponderEliminarMe gusta ese enfoque de humor, me gusta tu 50.
Un beso.
Si la gente ignorara los motes, serían inofensivos. Pero a ciertas edades (infancia y sobre todo adolescencia) son como puñales.
EliminarMuchas gracias M.Belén, encantada de que te guste.
Otro beso de vuelta.
Pues sí, malditos motes. Y malditos los que empozoñan la vida de los demás utilizándolos en su contra. Y bendita sea tu llamada de atención sobre el tema, Carme.
ResponderEliminarPetons.
¡Eso!
EliminarGracias por comentar Carles.
Un Petó.
Uno es lo que es. También quien pone el mote. No aceptar a los demás a través de la burla compartida, muestra hasta que punto lo superficial es aceptado socialmente. Tu personaje no es ajeno a ello y tu relato describe muy bien la peor manera desmarcarse de los menosprecios.
ResponderEliminarUn buen relato carme. Me ha gustado.
Un abrazo
Realmente quien pone el mote para la burla es el peor, pero cuando se juntan unos cuantos así, eso es "lo que mola". Supongo que habrá quien haga lo imposible para librarse de los motes.
EliminarGracias Antonio, un abrazo.
Hay algo siniestro en los seres humanos desde la niñez, y es que no toleramos las diferencias. No sé a qué se debe esa carencia, quizás tuvo un despiste el Creador, o hubo una mutación extraña en el proceso evolutivo, o tal vez fue una intervención extraterreste con la intención de jorobarnos, pero la verdad es que somos poco tolerantes y buscamos algo que nos diferencie de los demás: la lengua, la religión, la raza, el color de la piel, la orientación sexual..., para andar a la greña y llegar a los mayores horrores.
ResponderEliminarAsí que considero muy sabia la postura de Zelig, el personaje camaleónico de una película de Woody Allen, pues los demás, a veces, tienen más peligro que un saco de bombas. También parece que –aunque menos sofisticada- ha sido esa la estrategia del protagonista del microcuento, y casi lo consigue, excepto en el simular que no necesita gafas.
Por desgracia, este tema parece que es eterno, pues cada poco se tienen noticias del maltrato escolar y de las consecuencias trágicas del mismo.
Mi enhorabuena y mis saludos, Carme.
Gracias Enrique por tu comentario. Como dices, parece que el sentimiento de pertenencia a un grupo hace que busquemos las similitudes entre nosotros. Pero estaría bien que las diferencias no fueran motivo de acciones negativas (ni siquiera el insulto). Como bien apuntas, la tolerancia a veces es escasa.
ResponderEliminarMi protagonista no es tan camaleónico como el de Woody Allen, pero hace lo que puede.
Saludos sonrientes!
Se comienza poniendo motes y se puede terminar con actitudes mucho más peligrosas que desemboquen en situaciones trágicas, nada veniales.
ResponderEliminarBuen planteamiento el que haces, M. Carme, para tratar un tema como podría ser el de la crueldad infantil (o de cualquier edad). Y lo haces con cierto toque de humor, que siempre viene bien, sn perder un ápice ese punto de crítica a los estereotipos que nos quieren imponer.
Va mi me gusta y con este un saludo muy cordial.
José Antonio, se me había pasado contestar a tu comentario!
EliminarTienes razón que las actitudes poco agraciadas pueden acabar mal.
Celebro que te gustara.
Un abrazo.