Maratón en Atapuerca
El hombre del museo despierta del largo letargo para descubrirse encerrado en un lugar extraño. Evitando moverse, aterrado, descubre que fuera se está produciendo una estampida; que hombres y mujeres, a juzgar por sus ropas de una misma tribu, de una muy grande, parecen huir, durante horas, despacio, de nadie.
Interesante relato, que pensarían los hombres prehistóricos si vieran el mundo actual, y más aún desde la otra parte del cristal de un museo.
ResponderEliminarBuen relato, me ha gustado Luisa.
Saludos.
Gracias, Javier. Lo cierto es que... al final tenía dudas de que se entendiera como pretendía. Tú, afortunadamente, no has tenido ningún problema. Gracias
ResponderEliminarSe entiende a la perfección, Luisa. A mí me ha gustado mucho imaginar la sorpresa mayúscula de esos hombres, despiertos tras tantos años, al ver a esa tribu corriendo. Me ha resultado muy divertido.
ResponderEliminarEn este micro es fundamental el título, que le da sentido a todo el relato.
Un beso.
Pablo.
Desde luego que con esta vida que vivimos y todos vestidos como una tribu muy extraña, es para que los hombres prehistóricos enmudezcan y queden paralizados al vernos. Efecto conseguido el que pretendías con este relato.
ResponderEliminarMe viene a la mente aquello de "... y si levantaran la cabeza".
Besos Luisa.
Malu.
Gracias.
ResponderEliminarEfectivamente el título es... todo o casi.
Y sí, somos una tribu extraña. Ya te digo!!!
Muy buen relato, Luisa. Alguna vez leí una anécdota de Haruki Murakami. Asistió a un juego de sóftbol y en pleno partido se puso a reflexionar sobre lo 'antinatural' de la situación: los hombres golpeando una bola de cuero con un bate de madera, los uniformes, el público enardecido, etc. Se dice que ahí encontró el autor japonés su motivación para escribir.
ResponderEliminarIgualmente, esta historia nos recuerda hasta que punto la humanidad ha transformado su universo simbólico desde las épocas del pobre hombre del museo.
Genial.
Saludos.
La sorpresa mayúscula de quien no conoce la prisa ni el estrés de la vida moderna. Y total, ¿para qué correr?
ResponderEliminarVa mi me gusta, Luisa, y mi enhorabuena.
Saludos.
El domingo me visto para acompañar a la tribu en su huida. Este micro me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Correr de forma ordenada, como bien dices, despacio, sin escapar de ningún animal, se supone que para vivir más años. Que dirá este prehistórico, que resulta que me cae bien, si asiste a un partido de fútbol, o a un mitin político. o si ve pasar un autocar turístico por las calles de Burgos. Habrá que llamarle evolución a todo esto de los que nos hemos rodeado, como originales y bien evolucionadas son tus cincuenta palabras.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
Despertar y ver a la gente huirle a la nada. Nada más aterrorizante cuando se ha estado soñando, ni más preocupante cuando sabes que tienes solo dos alternativas: volver a dormir o salir a incorporarse a esa triste tribu.
ResponderEliminarMe gustó mucho Luisa.
Saludos!
No deja de ser una paradoja mirar con prisas un fragmento congelado de la historia. Bien señalado, Luisa.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Muchas gracias a todos, por vuestros comentarios, por estar ahí. Como ha cambiado el mundo, o cómo lo hemos cambiado.
ResponderEliminarNosotros tenemos, con respecto a tu protagonista, la ventaja de la perspectiva y el conocimiento para "visitar" otras épocas con empatía histórica.
ResponderEliminarMuy buen planteamiento el de tu relato, Luisa, y muy bien contado, en el que destacaría sobre todo la parte final, que me parece estupendamente construida.
Un abrazo.
Me he imaginado la escena. El hombre de Atapuerca debió de quedarse pasmado. Ellos corrían por la supervivencia. Para cazar o huir de algún animal... Muy bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Sorprendido tu protagonista no entiende lo que ve a través del cristal. La vida ha dado un vuelco en tan poco tiempo, que un hombre prehistórico es incapaz de comprender nuestra forma de actuar, para él antinatura.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Enhorabuena Luisa!
Besos
Un micro muy visual, Luisa. Si nos paramos a pensar, eso es lo que parecemos los que vivimos en el “primer mundo”. Zombis corriendo a ninguna parte para hacer nada importante. Me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarCoincido con Enrique: "huir despacio, de nadie" es una buena reflexión incluso para un hombre de Atapuerca.
ResponderEliminarUn abrazo, Luisa
El hombre del museo no puede ni siquiera sospechar lo salvaje que se ha vuelto nuestra civilización. Habrá cambiado el entorno y las formas, pero el trasfondo es el mismo.
ResponderEliminarMe gusta mucho la forma que tiene de vernos ese homo sapiens y me encanta tu relato.
Un beso, Luisa.
Me encanta esta visión del hombre como una tribu vista desde otra tribu de los tiempos prehistóricos. Nosotros los miramos con curiosidad y ellos con asombro de nuestras prisas y nuestras vestimentas tan parecidas y extrañas.
ResponderEliminarEse " huir despacio, de nadie..." es un magnifico broche final.
Un beso guapa.
Para cualquiera que volviese a la vida después de haber muerto, lo que viese le resultaría similar a un universo marciano, no entendería nada. Sin haberla palmado, nos suele ocurrir a veces con muchas situaciones de las que somos testigos. Pero a cada uno, en su cerebro, se le han hecho unos circuitos, y con ellos interpreta la vastedad del mundo. Pero si es que basta con pasar a la casa del vecino para sentir una extrañeza molesta ante costumbres que a nosotros nos parecen extravagantes y hasta incomprensibles.
ResponderEliminarAsí que el pobre hombre de Atapuerca debe de estar rayano a la perplejidad absoluta. Se preguntará qué hacen tantos individuos corriendo hacia ninguna parte y, al parecer, sin objetivo alguno.
Como no me queda lejos el museo me voy a dar una vuelta a ver cómo se encuentra y a tranquilizarle un poco si le veo demasiado desasosegado.
Original microcuento que inclina a reflexionar sobre lo raros que somos los seres humanos. Saludos y enhorabuena.
Muy buen micro, Luisa. Supongo que si a cualquiera de nosotros, hijos del siglo XXI, nos pasara lo mismo, despertar después de siglos, seguiría el ser humano huyendo hacia ninguna parte? Saludos.
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