Muerte de un muñeco
El forense dibujó su perfil con una tiza rosa sobre las losas del patio. Anotó en su libreta: "Chaqueta con restos de baba". Levantaron el cadáver a una orden suya.
—Caracoles asesinos —musitó.
La lagartija sonreía satisfecha desde lo alto de una alacena. Cerró sus ojillos cuando dispararon el flash.
—Caracoles asesinos —musitó.
La lagartija sonreía satisfecha desde lo alto de una alacena. Cerró sus ojillos cuando dispararon el flash.
La imaginación de loa niños en sus juegos no tiene límites, y este muñeco realmente ha tenido un muerte extraña.
ResponderEliminarBuen relato Pepe.
Un abrazo.
Javier tómalo con calma pero un asesino suelto anda cerca, en serio.
EliminarMe parece que una niña juega a ser foreser investigando la muerte de su muñeco, pero anda algo equivocada en sus conclusiones. La verdadera asesina sigue suelta...
ResponderEliminarMe ha divertido imaginar la escena del crimen.
Enhorabuena!
Besos
¡Bravo, Pepe! Pero que no se confíe la lagartija. Al final, siempre trincan al malo.
ResponderEliminarUn cuentito muy simpático, con el que nos has querido engañar hábilmente.
ResponderEliminarSuerte
En un primer momento la lagartija asesina ha engañado a la autoridad, pero ya veremos si el artificio se mantiene después de un exhaustivo análisis forense, cuando comprueben que alguien puso ahí esas babas para encubrirse, con idea de inculpar a unos caracoles inocentes. Más le valdría al pequeño reptil buscar una coartada. Por otra parte, una niña con esta imaginación en sus juegos promete.
ResponderEliminarUn saludo
Un muñeco, tirado en el patio, sirve para disparar la imaginación de un niño e inventar juegos, aunque sean macabros. Muy bueno este micro, me gusta su originalidad.
ResponderEliminarSaludos.
No sé si son juegos de niños, yo había pensado en unos titiriteros, aunque quizá resulta un poco transgresor.
ResponderEliminarSi la lagartija se llama Rita, date por investigado.
EliminarUn abrazo.
Qu'est ce que vous disez, à quoi tu parles, j'en sais rien.
EliminarRita, solo conozco a Josefina la cantora o el pueblo de los ratones. Abrazo.
Me pregunto quién le ayudó a levantar el cadáver: ¿el hamster y la tortuga?
ResponderEliminar¡Qué tiemble Conan Doyle!
Un saludo, Pepe
Hay alguien en el patio de vecinos que usa malas artes para incriminar a inocentes y, además, tiene muy mala baba. Y no es un caracol...
ResponderEliminarVa mi me gusta, Pepe, y junto a este un saludo muy cordial.
Para mí que incluso el autor quiere despistarnos haciéndonos creer que la culpable fue la lagartija. Yo creo que fue el perro de la familia, por aquello de la baba y la costumbre que tienen estas mascotas de llevarse los juguetes a las fauces. Je, je, je, es broma.
ResponderEliminarMuy buen relato, Pepe.
Saludos.
¡Muy bueno!Saludos.
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ResponderEliminarEl brillo de tu relato me ha hecho cerrar los ojos como tu ladina lagartija.
Estupendo en todos los sentidos. Qué buen final.
Saludos, Pepe.
¡Pobres caracoles! El forense, sin estrujarse demasiado la mollera, les ha cargado el muerto. Es aquello de coge fama y échate a dormir. Una deducción simplista: baba = caracoles.
ResponderEliminarYo también pienso como Vicente, creo que el culpable es el perro de la familia, o el del vecino que ha entrado en el piso en un momento de descuido de los dueños.
La lagartija sonríe porque, desde lo alto de la alacena, lo ha visto todo, sabe la verdad y se burla de la simpleza del forense. Esperemos que el caso caiga en manos de algún avezado detective y descubra la verdad.
Pero ahí queda la incertidumbre como en cualquier película o novela sobre el tema en la que la sospecha recae sobre los distintos personajes, en este caso, hasta en personajes que no aparecen en el microcuento.
Enhorabuena y mis saludos al autor.
Ese muñeco tirado en el patio, posiblemente desmembrado, y con babas…, no sé, me lleva a pensar en un juguetón de cuatro patas, pero si tu forense de tiza rosa dice que han sido los caracoles, habrá que aceptarlo. Ingenioso, divertido y entrañable micro. Felicidades, Pepe y un saludo.
ResponderEliminarYo también apuesto por el perro. A los caracoles les hubiera llevado demasiado tiempo. Pero queda original así. Muy bueno.
ResponderEliminarUn beso.
Yo no estaría tan seguro, sobre todo si los caracoles estaban envenenados, aunque creo que se refiere más a una expresión del forense, quizá por una mala digestión de una tapa que le han puesto en el bar del barrio. En cambio los cuadrúpedos, son unos seres muy inteligentes y el investigador haría bien en usarlos para descubrir las huellas del asesino.
ResponderEliminarLas lagartijas siempre están sonriendo, así que no hay que sospechar de ella, podría ser un buen testigo.