Profesional del terror
Tengo prohibida la entrada al túnel del terror, porque los temibles Freeddy Krueger, el conde Drácula, Chucky y el resto de monstruos abominables que por allí deambulan, cada vez que me ven portando mi chaqueta ensangrentada y me extraigo el ojo de cristal, salen corriendo aterrorizados como unos medrosos querubines.
Es que hay niveles y niveles. En cualquier caso, no parecen muy profesionales, ellos.
ResponderEliminarDivertido
No deberían prohibirle la entrada allí túnel sino contratarlo y enseñar a los demás a dar un buen susto.
ResponderEliminarMuy bueno, Nicolás.
Un abrazo.
Pablo.
Opino lo mismo que Pablo, deberían contratarlo en exclusiva y como atracción principal.
ResponderEliminarBuen relato Nicolás.
Un abrazo.
Tal vez le impiden la entrada porque tienen miedo de perder el trabajo.
ResponderEliminarMuy bueno, Nicolás.
Un saludos.
Terroríficamente bueno, Nicolás. Me imagino el cuadro, todos los monstruos huyendo despavoridos y a grito pelado. Un abrazo.
ResponderEliminarComo dice Belén, aterradoramente bueno, Nicolás. Y con ese punto divertido que ofrece un parque de atracciones un domingo por la tarde.
ResponderEliminarUn abrazo
Concuerdo con Pablo de que debieran darle el empleo a el y no a los otros poco profesionales monstruos.
ResponderEliminarMuy divertido y bueno tu relato Nicolás.
Saludos.
Hacer que se atemorice el mismo miedo no lo consigue cualquiera. Transformar a los expertos especializados en aficionados, tampoco. Todo un personaje este asusta monstruos, creado por una mano profesional de verdad en esto de las letras.
ResponderEliminarUn abrazo, Nicolás
Asustar al miedo. Que le dejen entrar, así la casa del terror tendrá un nuevo huésped. Uno de verdad.
ResponderEliminarMuy divertido. Besos.
¡Valientes melindres están hechos! Si es que el terror no se puede dejar en manos de ineptos, que luego pasan estas cosas. Muy simpático el micro, Nicolás. Un saludo y felicidades por la veintena.
ResponderEliminarNicolás, si es que en estos asesinos que nos aterrorizan en las películas todo es puro atrezzo. Nada hay comparable con un verdadero monstruo.
ResponderEliminarMuy bien contado.
Enhorabuena!
Besos
Es que hay muchos monstruos de pacotilla que parece que el permiso para dar miedo se lo han regalado en una tómbola. Sin embargo, este profesional que nos describes se habrá pagado más de un master, ¿o debería decir "moster"? Muy ingenioso y divertido, Nicolás.
ResponderEliminarNadie como ellos para reconocer a un verdadero profesional. Parece claro que hay que ir renovando el personal, y a mí se me ocurren un montón de seres de pesadilla, capaces hasta de robarle el ojo a tu protagonista.
ResponderEliminarEstupendo, maestro Nicolás.
Un abrazo.
"medrosos" ¡Me encanta! Un relato muy divertido y fresco. Me ha gustado. De hecho los relatos así, desenfadados, son más difíciles de escribir "bien" y suelen pasar sin pena ni gloria, respecto a otros más intensos. Y no tendría que ser así.
ResponderEliminarY después de esta reflexión, te mando un abrazo muy afectuoso Nicolás.
Cada uno de ellos pensando que era el peor de los monstruos y de las pesadillas y luego resulta que son meros aprendices del terror. Tu protagonista se los come crudos.
ResponderEliminarUn 50 tan bueno como fantástico, tan aterrador como estupendo.
Un abrazo grande Nico.
¡¡Donde haya un profesional como Dios manda, que se quiten aficionados de tres al cuarto!!
ResponderEliminarOriginal y muy divertido cincuenta el que nos dejas Nicolás. Así que te ofrezco mi humilde me gusta, pero eso sí, no quiero sustos a cambio.
¡Enhorabuena!
Un abrazo.
Además de profesional, tu protagonista es un abusón. Mira que meterse con tan inocentes criaturas...
ResponderEliminarSaludos, Nicolás.
Hay personas "normales" que dan más miedo que los propios monstruos, siendo estos personajes disfrazados.
ResponderEliminarYo intentaré no entrar en ese túnel, que soy muy miedosa y no quiero ver a ninguno de ellos, con los de tu micro me doy por asustada.
Besos.
Malu.
No son dignos de caracterizarse de los personajes míticos del terror. ¡Cobardes! Jajaja. Muy divertido, Nicolás. Un abrazo.
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