Sin palabras
Tras el último beso del adiós, se le quedó atravesado su nombre en la boca. Lo paladeó y empezó a morderlo fuerte hasta desmontar sus apretadas sílabas. Al masticar brotaron una por una todas las letras.
Solo cuando extrajo su jugo, pudo fluir un mayúsculo torrente de lágrimas en negrita.
Solo cuando extrajo su jugo, pudo fluir un mayúsculo torrente de lágrimas en negrita.
Al terminar de leer esta historia casi puede sentirse en la boca el amargo sabor de la tinta. Hay tanta vehemencia en las frases que se contagia.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Carmen.
Saludos.
Muchas gracias, Vicente. Es una amargura hecha tinta, que no encuentra otra vía de expresión que no sea las lágrimas. Aunque para ello haya que someter a la palabra a ese despiece vehemente. Un abrazo enorme.
EliminarUna forma muy bella y original de darnos a entender el dolor que siente el protagonista por el adiós a un amor. Esas lágrimas en negrita me encantan.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Carmen.
Besos
Muchas gracias por tus palabras, Javier. Las lágrimas de dolor no salen fácilmente. Necesitan toda una elaboración previa. Un abrazo enorme.
EliminarCarmen, que poética forma de desgranar un amor a base de letras, en negrita.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo.
Gracias, Pablo, por tu comentario. Es una historia de desamor y de amor al poder de la palabra. Un abrazo.
EliminarSi algo nos identifica es el nombre, su sola aparición desata un torrente de sensaciones, máxime en bocas y oídos enamorados. Formado por caracteres, es algo más que tipografía, como lo demuestra esta crónica poética de una triste despedida.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Muchas gracias, Ángel. Has expresado muy bien el poder connotativo del nombre, máxime si es el de la persona amada. Un gran abrazo.
EliminarMuy imaginativo, visual y hermosamente triste este micro narrado en prosa poética. Me ha encantado, Carmen. ¡Enhorabuena! Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Juana. Calificar el micro de prosa poética, viniendo de ti, me alegra, pues siento debilidad por el género. Un caluroso abrazo.
EliminarA partir de ahora, cada vez que vea a alguien con el rímel corrido, me voy a acordar irremediablemente de tu relato. Es muy grande el poder evocador de un nombre, en este caso lleno de connotaciones dolorosas.
ResponderEliminarMuy bello e intenso.
Un abrazo, Carmen.
Muchas gracias por tu valoración, Enrique. Un honor viniendo de ti. Yo, por si acaso, hace tiempo que no uso rímel. Nunca se sabe qué palabras va a destilar. Un gran abrazo.
EliminarHay adioses que son como piedras en la superficie de un pozo. Pero cuando se inoculan con un beso, como le ocurre a tu protagonista, además dejan un espeso rastro que parece apelmazarse en la garganta, y de tal oscuridad que sólo brillan en las noches que van destilando la ausencia.
ResponderEliminarUn relato que resalta como la negrita, con una delicadeza poética que obliga a inclinarme ante él, como la cursiva.
Muy bonito, Carmen. Enhorabuena.
Un saludo
Muchas gracias por tu saludo tan cortés, Antonio. Lo cierto es que la idea del relato surge sí tiene un origen poético. Surge de unos conocidos versos de Eduardo Galeano ("No puedo dormir. Tengo una mujer atravesada en los párpados... atravesada en la garganta...). Me pregunté cómo sería tener el nombre de la persona amada atravesado en la boca... Un abrazo.
EliminarNo he podido eliminar la palabra "surge" de la segunda línea en su primera aparición. Torpeza tecnológica. Perdón.
EliminarPues eso, que al final, sólo queda un nombre, una palabra, en definitiva, y después de las lágrimas del desamor, que todo lo borran, ya ni siquiera eso.
ResponderEliminarBien contado, Carmen. Saludos cordiales.
Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo, Carles.
EliminarPreciosas imágenes que resaltan la tristeza del dolor.
ResponderEliminar¡Qué bonito, Carmen!
Gracias, Patricia. Es un honor que te haya gustado. Un beso.
EliminarMe ha gustado tu historia de desamor. Las lágrimas en negrita, son de rabia? Como para remarcarlas?
ResponderEliminarMuy bonito. Un beso.
Gracias, Olga. En esas lágrimas cabe cualquier emoción negativa. Yo las veo más bien tristes y amargas. Y, desde luego, como proceden de una palabra tan importante, en negrita. Negras y amargas. Un beso.
ResponderEliminarLas palabras suelen tener un gran poder, con ellas, a veces, se puede hacer más daño que con un arma, se puede destruir a una persona sin tocarle ni un pelo, basta sólo con bombardearla con palabras que socaven las estructuras de su psique, por desgracia, ejemplos los hay a miles.
ResponderEliminarA este amante abandonado el nombre de su amada, después de paladearlo y morderlo, no le sabe a hierba como a Serrat, sino a tinta, lágrimas negras por recordar el título de una película y el de un bolero.
Me ha venido a la memoria también una admonición que, alguna vez, cuando hacía alguna trastada, me soltaban para asustarme: “Vas a llorar tinta china”. No sé por qué tenía que ser china, y no japonesa o coreana. Misterios de la infancia.
En fin, después de todas esas remembranzas, y de haber paladea y masticado el microcuento, me ha quedado en la mente una gustosa sensación poética, la cual fluye siempre de los escritos de Carmen. Enhorabuena y un abrazo dominical.
Muchas gracias por tu exhaustivo comentario, Enrique. Hablas del poder de la palabra, que puede ser destructivo, pero también un bálsamo. Si algo nos une a quienes desfilamos mostrar por aquí es el amor a la palabra, a estas cincuenta palabras de poder adictivo. Por cierto, a mí en la infancia me amenazaban con sudar -que no llorar- tinta china.
EliminarUn gran abrazo.
Cierto, Carmen, la palabra, como todo, puede ser un bálsamo o un veneno. Con el cuchillo se puede cortar el pan a matar a una persona. La palabra crea maravillas como las obras de Shakespeare o Cervantes (aprovecho que es el cuadringentésimo –he tenido que tirar de chuleta para escribir este ‘palabro’- aniversario de la muerte de ambos), o los discursos envenenados de Hitler que llevaron a la nación alemana y a medio mundo al desastre.
EliminarY si, quienes por aquí rondamos amamos las buenas palabras, las que liberan, las que enseñan, las que crean belleza y hacen reflexionar.
En cuanto a la tinta china, yo sufrí ambas amenazas, pero ni sude tinta china ni lloré tinta china, lo más que hice fue mancharme los dedos con ella.
Un abrazo.
Carmen, preciosa forma de describir un desamor. En estos casos cuesta digerir tanto dolor, de ahí que se quede atravesado en la garganta. Y lo de llorar en negrita, es precioso. A mi me dice que se ha deshecho de él para siempre, eliminando esa negrura a través del llanto.
ResponderEliminarMe ha encantado Carmen.
Felicidades!
Besos a pares.
Me alegra mucho que te haya gustado, Pilar, te agradezco tus palabras. Destilar toda la negra amargura de las lágrimas es muy liberador y ojalá sea el punto final de esta historia de desamor. Besos.
Eliminar¡Sin palabras, Carmen!
ResponderEliminarPermíteme que no te diga nada y sólo saboree tu texto que huele a miel y suena a flores marchitas.
Un beso.
Gracias, Margarita. Pondremos un ramo con esas flores para ambientar el relato como solo tú sabes hacerlo. Besos.
EliminarGracias, Margarita. Pondremos un ramo con esas flores para ambientar el relato como solo tú sabes hacerlo. Besos.
EliminarUn microrrelato muy visual que a mí, como a Margarita, me ha dejado sin palabras. Espero que no me broten lágrimas negras, amargas como el desamor.
ResponderEliminarVa mi me gusta, Carmen, y mis felicitaciones por tu historia.
Un fuerte abrazo.
Un micro original y con mucha fuerza, me gusta cómo nos cuentas ese oscuro escozor que deja un desamor. Felicidades, Carmen, y un gran beso.
ResponderEliminarMe queda una duda,son lagrimas de tinta de impresora de cartucho o láser?
ResponderEliminarExcelente Carmén, me va un triple me gusta a tu relato, muy bueno y original.
También un acento a tu "e" que le da un toque dulce cuando se saborea.
EliminarSaludos!!!
Qué importante es el nombre de la persona amada, solo con leerlo nos paraliza y nos deja sin palabras y más aún cuando va aderezado con el último beso del adiós.
ResponderEliminarBello de principio a fin. Me ha quedado en la boca un cierto sabor amargo y con textura rugosa.
Felicidades Carmen, eres la reina de la prosa poética.
Un beso fuerte.
Malu.
Muy visual todo, hasta sonoro (al morder el nombre, seguro que se oía crunch crunch y todo). Y las lágrimas, en negrita (como se marca lo importante).
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.