Desguace emocional
Su hijo sigue comunicando... Hoy es día de visitas, el sonido de los coches apresura sus pasos vacilantes pero ilusionados hacia la ventana. Triste, con el alma hundida en sus recuerdos, hace la última llamada, y tiene ya claro que su número y él han engrosado la lista de rechazados.
Salvador, nos has contado con mucha sensibilidad el abandono que sufren muchos ancianos, olvidados por sus familias cuando más la necesitan. En esta sociedad moderna se infravalora a los mayores. No puedo comprender a los que se han deshumanizado y tratan así a sus ancianos.
ResponderEliminarMe ha gustado Salvador.
Enhorabuena!
Besos
Salvador que buen relato, sensible y mostrando una realidad que muchos mayores sufren, el abandono en la soledad por parte de unos hijos desagradecidos, pero esos hijos no saben o quieren ignorar que todos llegaremos a mayores
ResponderEliminarMe ha encantado Salvador, enhorabuena.
Un abrazo.
¡Qué triste es la sensación de la soledad no elegida! No imagino algo peor en esta vida que eso. Un buen relato que refleja la sensación de vacío y desasosiego que debe sentir tu protagonista.
ResponderEliminarDeprimente y a a la vez real, tu historia, Salvador.
ResponderEliminarMe has hecho vivir la escena, con mucha tristeza, y emoción
Saludos cordiales
Qué buen título, Salvador. Te imaginas al pobre hombre en una cacharrería, esperando el turno para el desguace. Recordemos las palabras del sabio: "Viejo, sí, pero no obsoleto", que dijo Terminator.
ResponderEliminarUn abrazo.
Triste y muy bien contado, Salvador. La soledad de muchos ancianos es una de las lacras de la sociedad contemporánea, cuando en otras épocas o en otras culturas los mayores eran venerados. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta mucho el recurso que has utilizado para acentuar la sensación de abandono. El teléfono es un medio muy frío para llegar al convencimiento de que te han desalojado, de que ya no te queda ni ese pequeño aparato al que agarrarte para seguir flotando.
ResponderEliminarIntenso relato, Salvador.
Un abrazo.
Este cincuenta te impacta desde el título. La vejez se asocia, y con justicia, a la sabiduría; de nosotros depende que no se le ligue también al aislamiento.
ResponderEliminarPara pensar, Salvador. Excelente.
Saludos.
Los familiares de este anciano tienen sus emociones en el desguace, han ido a parar al mismo vertedero que su sensibilidad. Un drama tan triste como actual en esta sociedad exigente y egoísta en la que estamos inmersos y que reflejas muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador
El micro comienza con sonidos y unos pasos vacilantes y acaba en el desguace de la soledad. Intenso y demoledor, tu micro relata con perfección una realidad muy triste. Saludos.
ResponderEliminarParece que en los días que vivimos está muy de moda apartar a nuestros ancianos, abandonarles en un sitio donde creemos que les van a cuidar bien, nos creemos que pagando por un sitio ya no debemos hacer nada más. Cuando lo verdaderamente importante es el afecto. Cuánto hay que trabajar el tema de las emociones, estamos todos más que suspensos en ese asunto.
ResponderEliminarMe encantó el título. La historia triste pero muy bien contada.
Besos Salvador.
Malu.
Me gusta el ruido del relato producido por el ajetreo de los coches que buscan aparcamiento, los golpes de las puertas que se cierran, los taconeos de las visitas, las palmadas en la espalda y los besos sonoros, los saludos que se intercambian las familias, las presentaciones a los compañeros, los "qué bien te encuentro", "qué guapo estás" y "cómo has crecido"..., todo este barullo que contrasta con el silencio de la desesperanza confirmada y los nudillos blancos que aprietan el teléfono. Pero lo que más me gusta es la primera frase: Su hijo sigue comunicando..., con otros.
ResponderEliminarEnhorabuena, Salvador.
Un abrazo
La soledad del abandonado que ya ha perdido toda esperanza narrada en cincuenta palabras. ¡Buen título, Salvador!
ResponderEliminarVa mi me gusta.
Saludos y enhorabuena por tu relato que sirve para desvelarnos la bajeza de la sociedad actual.
Por gustarme, me gusta hasta el título.
ResponderEliminarUn saludo Salvador,
Un micro intenso y desgarrador. Esos pasos vacilantes, seguramente dados por un cuerpo combado y derrotado, dirigiéndose a la ventana por si, por un casual… y esos ojos cansados en los que, una vez más, brota una decepción y un profundo dolor. Consigues no solo que veamos la escena, sino también que la sintamos. Felicidades, Salvador. Un beso.
ResponderEliminarEs evidente que existe una fuerte preocupación por el creciente número de ancianos en nuestras sociedades. Da gran tristeza, pues a algunos les falta el cariño, la compañía y el recuerdo de su familia que nada ni nadie puede sustituir. Los ancianos tienden a refugiarse en su pasado, ya que en muchos casos es lo único que les queda, pues el presente y el futuro pierden su valor.
ResponderEliminarConsigues con tu relato que lo sintamos en nosotros mismos y nos planteemos muchas cosas, si no nos las hemos planteado ya. Como por ejemplo que: "todos llevamos un viejo encima".
Muchos besos.
¡Clik! Como una cámara fotográfica, has capturado ese instante de desguace, como acertadamente titulas, en el que se desvancecen las esperanzas de ese padre olvidado -rechazado- en la residencia.
ResponderEliminarBuen relato, Salvador.
Saludos cordiales.
Cuando escribí el relato, no era mi intención hacer una crítica a las instituciones ni a las familias que, por circunstancias, tienen que dejar a sus mayores en estos centros, la mayoría atendiéndolos con profesionalidad y cariño. Quería reflejar ese desguace, esa desatención emocional progresiva que sufren nuestros ancianos y que, poco a poco, sienten que ya no forman parte de la familia, les hace falta el contacto y las palabras de la gente que quieren, sin ellas se van apagando como llamas sin oxígeno. Muchas gracias por vuestras palabras y por los siempre acertadísimos comentarios, que hacen que te sientas satisfecho de lo que has escrito. Un abrazo para todos.
ResponderEliminarQué bien han conseguido reflejar en tan sólo cincuenta palabras la soledad que sufren muchos mayores. Salvador. Triste realidad que se confirma cada día. El título no puede ser más acertado. Un abrazo.
ResponderEliminarEmotivo y triste relato de una sociedad adoradora de la juventud y la belleza por sobre el interior.
ResponderEliminarVas mis felicitaciones.
Qué buen relato, Salvador, con esa crítica implícita sobre el abandono u olvido de aquellos que, gracias a su esfuerzo, nos dieron todo lo que poseemos, o, al menos, nos pusieron en las manos los mimbres para engarzar el cesto de nuestra vida.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un abrazo.
Juana, Jean, Pablo, muchas gracias por vuestras palabras. Después de toda una vida de lucha, el camino de la vejez merece ser recorrido con dignidad y amor. Un abrazo.
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