El beso de Baba Yaga
Era, sin duda, la resaca más extraña y dolorosa que Juan López hubiera sufrido jamás. Parecía como si no fuera él mismo. Ignoraba cuántos vodkas había bebido, pero recordaba perfectamente los ojos de hielo de aquella camarera y cómo quemaban sus labios.
Abrumado, pidió unas aspirinas a su esposa:
—Аспирин.
Abrumado, pidió unas aspirinas a su esposa:
—Аспирин.
Carles menuda pillo Juan Lopez que me parece que no se acuerda que se casó con la camarera. Me parece que los besos de la camarera tenían el poder del hada rusa que nombras en tu título, lo embrujo y se caso con él, todo en la misma noche.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Carles.
Un abrazo.
No sé si se llegaron a casar o no, pero un vínculo sí que sellaron.
EliminarGracias por comentar, Javier.
Saludos.
Veo, entre otros muchos, un futuro problema de incomunicación, quizás insalvable. Y no quiero ser pesimista
ResponderEliminarPues, efectivamente, alguna explicación tendrá que dar el hombre. El tema es si la esposa llegará a entenderle algún día.
EliminarUn beso, Luisa.
Con ese nombre (Juan López), yo diría que la lengua que usa tu protagonista no es la materna. Algo raro debió contagiarle esa enigmática camarera, más vernáculo que venéreo.
ResponderEliminarQué original relato, Notinc, y que culturizante al obligarnos a indagar por ahí sobre esa inquietante hada rusa y enseñarnos de paso cómo pedir aspirinas en ruso.
De lo mejor de marzo, en mi opinión.
Un abrazo.
Ah, sí. En esta ocasión os he puesto deberes. Y veo para mi satisfacción que, además de muy amables, sois muy aplicados.
EliminarUn abrazo grande, Enrique.
Ay, pendón... Anda dile a tu mujer "извините" y vete a la parroquia, a ver si unos traguitos de agua del Carmen te liberan del espíritu de Baba Yaga.
ResponderEliminarMuy bueno, Notinc.
Yo creo que para recuperar su antiguo yo debería tomarse un buen Rioja.
EliminarPara recuperar a la mujer, me temo que lo tendrá un poco más difícil.
Besos, Patri.
Hola Carles, interesante el relato en que usas a la mitológica Baba Yaga rusa que al parecer anda haciendo las suyas en los bares españoles afectando o transmutando la mente de los pobres hispanos.
ResponderEliminarMe gusta además porque me obligaste a googlear el significado ruso de "Аспирин".
Divertido y sorprendente relato.
Mis felñicitaciones.
De veras que estoy muy complacido de que os hayáis prestado a participar en mi pequeña gincana lingüística.
EliminarSaludos cordiales, Jean.
Buenísimo e inquietante. La bruja que llegó del frío y atrapó al pobre Juan. Un relato muy inteligente, Carles. Enhorabuena!
ResponderEliminarLa noche esconde muchos misterios, mi admirada Belén. Y alguna que otra bruja.
EliminarBesos.
Cuando hay que referirse a un beso nefasto nos viene a la cabeza el de Judas, pero el de esa bruja rusa no le va a la zaga. Si me ofrecen vodka alguna vez me lo pensaré dos veces. Un relato que sorprende por ser diferente, felizmente inclasificable, que bucea en terrenos que la mayoría (yo al menos) desconocía y que deja un resaca positiva.
ResponderEliminarUn abrazo, Carles
¡A ver si ahora va a venir el señor Smirnoff a quejarse de que le han caído las ventas de Vodka!
EliminarComo siempre, muy agradecido por tus palabras, Ángel.
y qué bien acompañado se te veía en San Vicente de la Barquera.
Una vieja paisana esta Baba Yaga, ahora entiendo la dedicatoria. ;-) Me da a mí que una aspirina no será suficiente para el pobre Juan López. Yo de momento voy tirando de paracetamol para el gripazo, aunque lo mío se pasará, lo de Juan me temo… Una historia con gancho y muy bien narrada. Felicidades, Notinc. много поцелуев.
ResponderEliminarNaturalmente, la dedicatoria no iba con segundas.
EliminarMe guardo esos besos rusos tuyos y te deseo que te recuperes bien pronto.
спасибо, Matri.
Ese beso de Baba Yaga debería de ser ya más famoso que el de Judas. Por lo menos más traicionero sí que es. La que le espera al pobre JuAN.
ResponderEliminarMuy bueno, Notinc.
El desdichado Juan será un incomprendido para siempre jamás.
EliminarSaludos cordiales, Rafa.
Tu historia es todo un trabajo de investigación (al menos para ignorantes como yo). Además de estudiar la incertidumbre que produce el título así, sin más, de sopetón, la secuencia de tus frases para observar cómo atrapas la atención desde la primera línea y cómo vas introduciendo la tensión sin aviso previo (eso no se hace, compañero), los contrastes, la "personalidad" de un López, y todo lo que dices tan explícitamente sin decir ni una palabra, además he tenido que usar un traductor de idiomas (que como alguien revise mi historial en el ordenador... a ver cómo explico yo para qué quiero hablar en ruso) y buscar la historia de la exuberante, intrigante y finalmente maléfica Baba Yaga, que me ha encantado, por cierto.
ResponderEliminarDespués, una nueva lectura y una sonrisa de satisfacción y de gusto y regusto por las historias bien hechas, ¡sí, señor!, y por lo que aprendo contigo.
Sólo una duda, las patas de gallina de la cabaña de esta señora no tendrán nada que ver con Enriqueta, la gallina de Patricia, ¿verdad? ¿o sí?
Genial, Carles.
Un beso
Yo, de patas de gallinas no entiendo. Ahora, de dar las gracias a aquellas personas que me muestran tanto cariño y atención, de eso sí que sé.
EliminarMuchas gracias, Margarita, y un beso.
Después de la resaca de vodka y labios, la lengua se traba hasta lo incomprensible.
ResponderEliminarCarles, eres genial.
Suerte
Genial la síntesis de tu comentario, Mª Jesús.
EliminarGracias por tus buenos deseos e igualmente te digo. Tu oveja negra me sigue teniendo fascinado.
Recuerdo los cuentos rusos donde las malvadas brujas hechizaban a los valerosos boyardos.
ResponderEliminarMe queda claro que le vodka hechiza y que la mirada de una mujer rusa también.
La aspirina como el amor es cardioprotector.
Brindemos con vodka por tu relato.
La aspirina también es analgésica. En cambio, algunos amores duelen.
Eliminar¡Salud, Ricardo!
Magnífica y original historia la que nos has regalado esta vez, Carles. Esa bruja, muy soviética ella, seduciendo con sus hechizos a nuestro entrañable súper López... Vaya, que entre la bruja y el vodka, ¡¡la que has preparado!!
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles. Un abrazo.
Ay, el López. ¡Quién le mandaría enredarse con el vodka, con el buen vino que hacemos por aquí!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus animosas palabras, Mª Jesús.
Besos.
Conozco la mononucleosis, comunmente llamada "la enfermedad del beso", porque la sufrió una de mis hijas. Juan López, el protagonista de tu relato, parece que sufre algo similar pero "a lo brujo" . No tenía ni idea de quién era este personaje mitológico, y como han hecho otros compañeros he recurrido a San Google. Muy imaginativo, divertido y aleccionador tu relato, Carles. Hemos aprendido que hay que tener mucho cuidadito con el vodka y evitar los besos con "Baba". Me ha encantado. Un abrazo.
ResponderEliminarRealmente, nuestro capitán, Álex, podrá presumir de que su maravillosa página es una herramienta de difusión de la cultura, incluso de la rusa.
EliminarY sí, coincido contigo en esto de los besos con Baba y también con los que llevan baba.
Muchas gracias, Juana. Abrazos.
Igual que las bajas temperaturas de Rusia esquilmaron y derrotaron al ejército napoleónico, el sol hispano acabará con la malvada bruja, venida del frío para escarnio del pobre Juan, jajaja. Muy bueno, Carles. Un abrazo.
ResponderEliminarEl pobre Juan también salió esquilmado, pero en su caso, por demasiado ardoroso.
EliminarAbrazos, Salvador.
Una virtud de este microcuento es que el título es como la llave maestra que da acceso al resto del texto. ¿Baba Yaga? Me sonaba de algo, pero no sabía de qué. ¿De alguna lectura? ¿Del cine? La memoria no me daba dato alguno. Menos mal que hoy contamos con estos medios tan hipermodernos– y es que las ciencias adelantan una barbaridad, como apuntó muy bien Don Sebastián en La verbena de la Paloma-, y basta teclearlo en la ventana correspondiente de Google para saber que ese es el nombre de una vieja bruja, perteneciente al folclore ruso, la cual deambula entre el mundo de los vivos y el de los muertos, entre muchas otras circunstancias de su vida y milagros.
ResponderEliminarLo que más me ha gustado de la descripción que hace el artículo de la Wikipedia es que dice que no es totalmente buena ni mala, a pesar de que come personas, generalmente niños, éstos supongo que porque está más tierna su carne. O sea, entregarse al canibalismo es un pecado venial, Hannibal Lecter se congratularía al oírlo.
En fin, puestos ya al asunto, deduzco que la vieja huesuda y de gran nariz se había transformado en una fermosa camarera -metamorfosis contraria a la de Gregor Samsa-, y el incauto narrador del microcuento creyó que aquellos labios secos y arrugados eran de fuego. O eso, o el individuo en cuestión llevaba ya encima una melopea que era incapaz de distinguir si aquella camarera era una joven en el cenit de su belleza, o una vieja decrépita con una gran verruga en la nariz, vamos, que hubiese besado apasionadamente hasta a una foca.
Lo que no sé es si a los oídos de su santa esposa ha llegado la noticia de la cogorza y de los posteriores besos a tornillo. Si es así, que se prepare para las aspirinas que va a darle.
Mi aplauso y enhorabuena Carles, por este original microcuento con sabor a vodka y reminiscencias de estepa.
Pues te cuento, Enrique. Yo descubrí a la Baba Yaga gracias a una novela titulada "Encantamiento", de Orson Scott Card (el autor de la saga del Juego de Ender, que los amantes de la literarura de Ciencia ficción y fantasía de buen seguro conocen). Esa novela era una actualización de la bella durmiente y la antagonista era esa bruja venida de los países del frío que, entre hechizos, practicaba uno que le permitía crearse una apariencia distinta. Por algún motivo, el personaje se quedó a vivir en algún rincón de mi hipotálamo y de vez en cuando, me asalta su recuerdo.
EliminarEn fin, que, en cierto modo, yo también estoy hechizado.
Gracias por tu comentario, Enrique, y recibe un cordial saludo.
Hombre, que la infidelidad en ruso, latín, castellano o mandarín nunca sale barata.
ResponderEliminarUn relato folclórico, lleno de imaginación.
Te felicito, Carles.
Saludos.
Ahí llevas razón. El adulterio es un crimen sentimental de alcance universal.
EliminarSaludos, Vicente.
Tu micro me ha recordado la canción de Sabina, y nos dieron las diez, porque también una camarera- ay las camareras- le enseña ruso en dos vodkas. Original y estupendo micro con referencias intertextuales. Saludos.
ResponderEliminarMe gusta mucho Sabina y, por supuesto, conozco la canción, pero no tenía presente ese verso. Pero quizás también habite en mi hipotálamo.
EliminarGracias por tu comentario, Miguel, y saludos cordiales.
Carles, ha quedado claro después de un árduo trabajo de investigación, que el vodka y los labios ardientes de hechizera disfrazada de ccamarer, son una mala combinación.
ResponderEliminarMuy divertido. Enhorabuena.
Besos
Celebro de veras que te haya gustado, Pilar, y de que os toméis la molestia de ir más allá de la mera lectura del relato.
ResponderEliminarBesos.
Un relato en el que el título y la última palabra, sí, aspirina en ruso, son fundamentales para dar forma en la mente del lector a un relato lleno de ingenio e imaginación.
ResponderEliminarNo hay que fiarse de Baba Yaga, aunque a veces no es tan mala.
Muy bueno, Carles.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo. No hay que fiarse de las brujas. El problema, ay, es que con sus malas artes engañan al más pintado.
EliminarAbrazos, Pablo.
Yo tampoco conocía nada de este personaje de leyenda y mucho menos de medicamentos dichos en ruso, pero una vez solventado esto, coincido con los comentarios que han destacado la originalidad del relato y la maestría de tu buen hacer. Este cóctel de algo tan mundano como la infidelidad mezclado con la fantasía de los hechizos de brujas y aderezado con generosas cantidades de vodka, han creado una estimulante historia con mucha fuerza.
ResponderEliminarMe haces imaginar a esa camarera con alma de araña inoculando su esencia en el lujurioso cuerpo adormecido por el vodka del infeliz infiel, apropiándose no sólo de su organismo, sino también del resto de su vida.
Coincido con Enrique; tu micro sabe a finalista.
Enhorabuena, Carles, por este grandísimo relato.
Un abrazo.
Quedo muy agradecido por tus palabras y por tus buenos deseos, pero ocurre que en esta página escriben (escribís)tantos autores con tantísimo talento, que al final siempre hay un buen puñado de aspirantes a finalistas.
ResponderEliminarAdemás, y como ya he dicho en alguna otra ocasión, el hecho de tener unos lectores tan generosos y fieles como vosotros es un tesoro en sí mismo.
Abrazo, Antonio.
Este mes te has unido al clan de autores de cuentos de hadas del ruso moderno y además nos has puesto deberes, querido Notinc. Interesante historia la de Baba Yaga. Como llegó pelín tarde y ya hay mucho dicho sobre el tema, te diré que yo me he ido com esos ojos de hielo y el vodka a esas discotecas de finales de los 80 ... Ja, ja, ja... Recuerdo que había una canción del grupo Modestia aparte con ese título.
ResponderEliminarGenial la historia, felicidades.
Un beso grande.
Malu.
No me cabe ninguna duda de que en aquellas barras ochentaytanteras muchos quedarían encantados contigo, pues eres una persona encantadora.
EliminarBesos, Malu.
Ja, ja, ja, bueno Notinc, muchas gracias, encantadora no sé, pero más joven en aquella época que ahora, eso seguro que sí...
EliminarSnifff ...
No sabemos si fue el beso o si fueron los indeterminados vodkas que se tomó, o una conjunción de ambos, los que provocaron que a Juan López se "le lenguase la traba", perdón, se le trabase la lengua y hablara en ruso (en cirílico en su transformación escrita). Lo que sí sabemos es que este relato sabe muy bien, mejor que el vodka o ese beso quemante y misterioso.
ResponderEliminar¡¡Enhorabuena, Carles!! Va mi me gusta por este espléndido y magistral ejemplo de cómo cincuenta palabras (y las cinco del título aparte) pueden construir una magnífica historia, a la par que nos enseña personajes mitológicos de otras culturas. Sí, que yo también he tenido que buscar a esa antes desconocida Baba Yaga.
Un fuerte abrazo y felicidades.
Espero que no haya una brigada especial de la policía cuentista y me detenga por apología del Babayaguismo.
EliminarOtro abrazo grande para ti, José Antonio, y muchas gracias.
Me ha gustado mucho. Esas resacas traicioneras....
ResponderEliminarGracias, José Ramón. Hay que tener cuidado con eso de mezclar...parejas.
EliminarNo conocía a esta bruja y espero nunca tener el gusto de conocerla como le pasó a Juan que, sin duda, la sacó bastante barata porque podía haber terminado como la cena de Baba Yaga.
ResponderEliminarMuy bueno, Carles.
Un beso.