El tiempo es oro
Llevan horas revolviéndolo todo y el dinero y las joyas de tía Angustias no aparecen. Colchones, armarios, cajones. Tras registrarlos, hacen lotes para repartirlos entre los sobrinos. El carillón del viejo reloj de pie vuelve a tocar los cuartos. Todos odiaron siempre ese armatoste. Hoy mismo lo arrojarían al vertedero.
Me ha dado la risa solo de imaginarme la escena. Si es que cuando se busca, no se ve.
ResponderEliminarQue penita
Se van a pasar el resto de sus vidas preguntándose dónde escondía los “cuartos” la tía Angustia, jajaja. Muchas gracias por comentar, Luisa. Un beso.
Eliminar¡Qué me gusta este tipo de micro! El título es fundamental y da sentido a ese magnífico final. Has insinuado todo y todo se entiende a la perfección, y eso es difícil de conseguir; pero tú lo has conseguido y has plasmado un relato ingenioso, magistral.
ResponderEliminarMe ha encantado. A mi libreta de favoritos va de cabeza.
Un besote, Matrioska.
Pablo.
Bueno, bueno, Pablo, no sabes las ganitas que tenía de formar parte algún día de esa libreta tuya. Ya me has alegrado el día, jajaja. Muchas gracias y un besazo.
EliminarLa tía Angustias no confiaba en los bancos, algo que tampoco se le puede reprochar. Al mismo tiempo, ha demostrado una gran capacidad para buscar el mejor escondite, el problema es que es demasiado bueno, y sus herederos demasiado poco imaginativos. Quizá algún vagabundo, si se da una vuelta por el vertedero, deje de serlo. Simpático y bien narrado, diciendo sin decir.
ResponderEliminarUn abrazo, Matrioska
Angustias no pisó un banco en su vida y todos lo sabían. Lo que no sabían es que era más lista que el hambre y no se lo iba a poner nada fácil a los buitres de sus sobrinos. Muchas gracias, Ángel. Un abrazote.
EliminarSutil historia en 50, con título imprescindible.
ResponderEliminarLos herederos son los de "Te quiero Andrés por el interés" y poco espabilados. Quizás sólo se enterarían del secreto si el pájaro cucú al marcar la hora, saliera engalanado con varios collares, anillos y billetes en el pico. jejeje!
Mu buen relato. Va mi me gusta y mi abrazo para tí. (que no para los herederos)
Aquí los “pajaritos” pensaban que iba a ser llegar y besar el santo. Seguro que escucharon ruiditos cuando lo cargaron para arrojarlo al vertedero y pensaron que eran piezas sueltas del reloj. :) Muchas gracias, Isidro, y otro abrazo de vuelta.
EliminarComo buitres se han lanzado los herederos a por las cosas de la tía Angustias. Que lista la tía Angustias que le dio por esconder las joyas y el dinero en el reloj, esta noche voy yo al vertedero.
ResponderEliminarBuen relato Matrioska, me ha gustado mucho.
Besos.
Jajaja, si te das prisa seguro que encuentras el tesoro intacto, pero no tardes que como están las cosas, seguro que alguien le echa el ojo y hace con él leña para calentarse. Muchos besos, Javier, y muchas gracias.
EliminarMuy bueno, Matrioska. Posees, entre otros, el arte de comunicar sin decir, lo que me da un poco de sana envidia.
ResponderEliminarEnhorabuena y un besote.
Muchas gracias, amigo Georges, tú sí que tienes arte y vales un potosí. ;-) Un beso grande.
EliminarQué gozada, Matrioska. El guión de tu historia me parece fabuloso, pero aún me gusta más cómo lo has desarrollado. El título, presentación y nudo ya son brillantes, pero es que el desenlace me parece muy inteligente, con esa imagen de los buitres deshaciéndose en plena audición de unos cuartos, de los cuartos que tanto deseaban encontrar.
ResponderEliminarIngenio y frescura a borbotones en este grandísimo relato. Enhorabuena, sí señor.
Un abrazo.
Da gusto tener lectores y críticos como vosotros. La idea de presentar a los protagonistas como buitres y majaderos sí parece que ha calado. :) Muchas gracias por tus palabras, Antonio. Besos y abrazos.
EliminarQué bueno, Matri, ese tocar de cuartos es digno de Poe.
ResponderEliminarAbrazo reverencial.
¿Has visto? Les tocan los cuartos y ellos a por uvas. En fin, hay gente pa tó. Muchas gracias y otro abrazote fuerte para ti, Patricia.
EliminarLa tía Angustias le hizo honor a su nombre en las cabezas de sus codiciosos sobrinos. Paradójicamente, aunque ese viejo reloj los dejará sin tiempo, ellos tendrán muchos años para atormentarse.
ResponderEliminarExcelente, Matrioska. Mis felicitaciones y abrazos.
Vicente
Eso seguro, Vicente. Se irán a la tumba sin saber qué fue de los dineros de tía Angustias. Muchas gracias y un abrazo.
EliminarJajaja, el tiempo es oro, y esmeraldas, y rubíes!! Me gusta mucho tu relato, y que esos sobrinos codiciosos sean precisamente, los que lo arrojen al vertedero.
ResponderEliminarUn beso.
Ahí está, ellos mismos se desheredan, eso sí, sin sospecharlo siquiera. Muchas gracias, Paloma, un beso fuerte.
Eliminar¡Y vaya que si tiene valor el tiempo! Sobre todo si el instrumento que lo mide es el escondrijo de los preciados, codiciados y no encontrados bienes de la tía Angustias.
ResponderEliminarMuy apropiado título para este gran cincuenta. Me ha encantado el uso de la polisemia con el tema de los cuartos. ¡Muy bueno!
Va mi me gusta, Matrioska, y este clic se acompaña de mi enhorabuena por tu historia, espléndidamente contada.
Un beso y nos seguimos leyendo... a la hora que sea. ;)
El que mide ese viejo reloj lo tiene por duplicado, lástima que algunos tuviesen tanta prisas en echar mano a los cuartos. Muchas gracias, José Antonio, un beso grande.
EliminarMatrioska, un relato redondo, con un título muy apropiado, con una historia bien contada, con ese doble sentido de "tocar los cuartos" y con esa manera de decirlo todo sin decir nada.
ResponderEliminarLa tía Angustias lo tenía todo muy bien pensado. Esconder sus joyas en el único sitio en el que sabía que no iban a buscar. Su pequeña venganza final.
Me ha encantado! Aplaudo tus 50 palabras.
Besos.
Ya lo creo que lo tenía todo pensado, no sabes la mala vida que le dieron los egoístas de sus sobrinos. Me alegra mucho que te haya gustado, Pilar, muchos besos.
EliminarLas joyas y el dinero debían estar en ese viejo reloj que todos odiaban. Sería una bonita lección para esos codiciosos sobrinos.
ResponderEliminarMuy bueno. Un beso.
Ellos mismos han tirado al vertedero lo que tanto ansiaban. Muchas gracias, Olga, un besito, guapa.
EliminarReloj no maraques las horas ... Dirían los sobrinos.
ResponderEliminarMuy lista la tía Angustias, les dejó en herencia lo que se merecían.
Enhorabuena Matri. Me encanta como lo has contado, la historia bien podría ser el inicio de una película.
Beso grande.
Malu.
Creo que todavía están pensado si la tía Angustias no se llevaría los cuartos a la tumba, jajaja. Muchas gracias por pasarte a comentar, guapetona. Muchos besos.
EliminarQué sutileza para narrar esta historia de los codiciosos sobrinos. Me ha encantado la escena de la búsqueda de los bienes y el uso del lenguaje. Enorme 50 y enorme abrazo, Matrioska.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Carmen, me hacen mucha ilusión, otro abrazo enorme para ti.
EliminarQué bien has construido el relato, Matrioska, no nos haces desperdiciar ni un segundo con la elección de las palabras que has escogido para contar la angustia de los sobrinos.
ResponderEliminarEnseñas lo justo para seducir y aquí me tienes, rendida al pie de tus letras.
Un beso
Piropazos de una maestra de las palabras. ¡Cómo me gusta formar parte de esta familia! Un besazo, Margarita y muchas gracias.
EliminarEl reloj de los codiciosos sobrinos se detuvo para siempre en las "os lo tenéis merecido" en punto.
ResponderEliminarEl tuyo, Matri, en cambio, señala la hora de los aplausos.
Besos
Jajaja, tú siempre tan ocurrente. Me encanta el comentario de la hora de los sobrinos, mejor resumido imposible. Muchas gracias, Notinc y muchos besos.
Eliminar¡Ay, qué bueno! Seguro que a todos se nos ha puesto la sonrisita imaginando dónde están escondidos los cuartos. Y a punto de salir corriendo al vertedero a ver si hay suerte. Qué hábil y qué bien nos lo has servido en bandeja, Matrioska. Besos y enhorabuena, este es un firme candidato a estar en los mejores del mes.
ResponderEliminarSí, Belén, como en las pelis de terror cuando gritamos a los que se van a cargar que no crucen la puerta porque sabemos quién está detrás y lo que va a hacer con ellos, jajaja. Muchas gracias, bonica, y muchos besos.
EliminarUna sonrisa al pensar en la búsqueda infructuosa. Seguro que la tía Angustias tenía la misma sonrisa mientras escondía sus pertenencias en aquel reloj odiado por todos. Me encanta el relato. Enhorabuena. Besitos
ResponderEliminarLa tía Angustias es la que más se ha reído con la historia, porque aunque no sabía en manos de quién acabarían sus cuartos, sí sabía en qué manos no acabarían. Muchos besos, Carmen, y muchas gracias.
Eliminar¡Qué bien contado! Una escena muy teatral. Desde aquí estoy rogando para que no encuentren la fortuna de la tía Angustias. Lástima que no se la gastara en vida, incluso la podría haber compartido en pequeñas dosis con cada uno de los sobrinos.
ResponderEliminarMuy bueno, Matrioska. Un abrazo.
Tranquilo, Jose, que los tesoros de tía Angustias siguen a buen recaudo en el destartalado reloj que esos cafres arrojaron triunfantes al vertedero. Yo espero que lo encuentren otras personas que se lo merezcan y lo necesiten más. :) Muchas gracias y un abrazo.
EliminarTía Angustias sabía de sus sentimientos materialistas. El bueno del carillón les dio una pista con los cuartos, pero el intelecto de sus sobrinos era inversamente proporcional a su avaricia, jajaja. Muy bueno, Matrioska. Un abrazo.
ResponderEliminarTía Angustias les había visto el plumero desde hacía mucho, lo que no sabían sus sobrinos es que era más lista que el hambre y que tenía un sentido del humor envidiable. Un abrazo, Salvador, y muchas gracias.
Eliminar¡Ay las herencias! ¡Cuántas familias desunen! Y en este caso en el que los herederos son sobrinos, pues los veo presos del ansia viva como diría José Mota, me los imagino poniéndolo todo patas arriba mientras el gusanillo de la codicia se los va comiendo por dentro.
ResponderEliminarPero hay una justicia poética, y ellos mismos, con su ceguera y sus prejuicios desbaratan el fin que persiguen. Quizá, como dice Ángel, algún vagabundo, o algún mendigo encuentre el tesoro de la tía Angustias y le cambia la vida.
Por otra parte, el título me parece de lo más acertado, pues en sí mismo encierra ya una crítica a esas personas que todo lo cuantifican en dinero, en riquezas, cuando la mayor riqueza que poseemos es el tiempo que tenemos de vida y que, por lo general, tantas veces desaprovechamos.
Además de eso, el título da también la clave de dónde está el tesoro que buscan los buitres de los sobrinos, si fuesen más inteligentes y menos avariciosos lo habrían comprendido enseguida.
Mi enhorabuena, Matrioska por tan sutil y gratificante microcuento. Un abrazo.
Los sobrinos llevaban años esperando ese momento, poder encontrar la pequeña fortuna amasada cuarto a cuarto por la tía, por eso, como bien dices, les podía el ansia. :) La historia parece cómica, pero seguro que tiene que haber casos similares a este. Yo conozco el de dos mujeres mayores cuyos herederos sabían que tenían escondido dinero y joyas en casa y nunca dieron con ellas. ¿Las tirarían al vertedero? Un abrazo también para ti, Enrique. Muchas gracias.
Eliminar¡Qué ingenioso, imaginativo, divertido y bien contado, Matrioska! Además, una se queda muy satisfecha cuando lee la última frase. Lo tenían bien merecido. Como bien dices, casos así ocurren. El título no puede ser más acertado con ese doble sentido. Me ha encantado. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarDesde luego que se lo tenían merecido, pero lo bueno es que todo el “mal” se lo han hecho ellos solitos. Muchas gracias por tu generoso comentario, Juana. Un beso grande.
EliminarQué relato más bueno, Matrioska. Nada como el ingenio para burlar la codicia y la necedad, y para hacer una magnífica historia.
ResponderEliminarCreo que pocas veces un título es tan decisivo como el tuyo.
Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Es verdad que si el micro no aclaraba lo suficiente, el título no deja lugar a dudas. :) Muchas gracias por tus palabras, Enrique, otro abrazo fuertote para ti.
EliminarTiempo esperando para tener la herencia y el que marca ese tiempo riéndose de ellos, y no te digo la tía Angustias.
ResponderEliminarEres muy buena, hay que tener arte para hacernos imaginar y visualizar una historia en cincuenta palabras, y siempre lo consigues.
Besos a esgalla.
Jajaja, así es, aquí se ríen todos, incluso los sobrinos creyendo que por fin habían hecho “justicia” con el viejo armatoste de la tía Angustias. Muchas gracias por leer y comentar, Maite. Un besazo.
EliminarDesde el título tan apropiado hasta ese final me ha encantado. Como debe reirse tu tía desde el otro lado del tiempo. Y es que algunos sobrinos no se deberían merecer ni un cuarto, ni un medio ni tan siquiera un segundo de todo aquello atesoró en vida.
ResponderEliminarQue bien lo has dibujado y que sonrisa me has dibujado. Genial siempre Matrioska.
Mil besos bonita.
De vez en cuando se hace justicia, en este caso ellos mismos se han dejado sin perras fáciles que gastar a costa de tía Angustias. Muchas gracias, bella Mª Belén. Besazos.
Eliminar¡Nooooo! Ese fue mi grito en cuanto leí que tirarían el reloj al vertedero. Muy divertido, Matrioska.
ResponderEliminarUn beso grande.
Jajaja, esa es la primera reacción, pero seguro que luego pensaste: ¡Que les zurzan! :D Muchas gracias, Sandra. Muchos besos.
EliminarJajaja Muy bueno y ácido tu relato, no te había leído. ¿Puede que las perrillas de la tía Angustias,estuvieran en ese reloj??
ResponderEliminarSi es que la avaricia nubla la razón, y no deja ver más allá... Jajaja
Un saludo Matrioska y suerte,
Mmmmm, no sé, Raquel, pero he visto a algunos compis merodeando por el vertedero. ;-) Muchas gracias, guapa. Un beso.
EliminarEso, eso, que lo tiren! Registrándolo todo... así no lo merecen!
ResponderEliminarY sobre todo, tapa el título, no vaya a ser que lo lean y encuentren la pasta ;-)
Divertida historia Matrioska.
Un beso.
No te creas, estos ni tocándoles los cuartos se enteran, jajaja. Muchas gracias por pasarte a comentar, M.Carme. Un besote.
EliminarMuy bueno, Matrioska. En tu línea. ;) Un besazo.
ResponderEliminar¡¡¡Lavanda!!! Qué gustazo ver ese nombre entre nosotros. Una grande entre las grandes de las letras. ¡Bienvenida a esta tu casa! Muchos besos, coraçao. ;-)
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