Moviendo lentamente la cola
Era un perro viejo, cojeaba y ya no ladraba. Un día, su dueño cogió su desengrasada escopeta de caza. Al verlo, el chucho sintió cierta emoción. Con un poco de esfuerzo consiguió levantarse y moviendo levemente la cola lo siguió. Al rato se oyó un disparo. El hombre regresó llorando.
Me ha recordado las películas del Oeste en las que el vaquero, con gran dolor de su corazón y alguna lágrima, pese a su dureza, ha de ejecutar a su compañero y amigo equino para que no sufra tras haberse quebrado una pata. Algo similar, pero con una inyección letal en la consulta del veterinario, sucede con más de una mascota. Dura decisión, sin duda.
ResponderEliminarSaludos, tocayo
Viví una experiencia muy similar siendo niña. Uno de mis tíos tenía una perrita llamada Perla. Era blanca y con pelo rizado, de esas que parecen corderitos. Mi tío se alejó del pueblo llevándose lejos a la perrita. Mi hermano y yo, oímos el disparo. Luego supimos que estaba enferma. Nos pusimos muy tristes y nos costó entender la conducta de nuestro tío. Lo has contado tan bien, que me has recordado aquella tarde. La diferencia está en que ahora he entendido muy bien la forma de obrar del dueño del perro; sé que lo hizo para ahorrarle sufrimiento, aunque para él fuese muy duro como muestran esas lágrimas que caen de sus ojos. Lo que más penita me ha dado, es cuando cuentas que el perro siente cierta emoción al ver a su dueño con la escopeta y se esfuerza para seguirlo, tal como habría hecho tantas veces cuando salían juntos a cazar, hace mucho tiempo ya, cuando el perro era joven y la escopeta estaba debidamente engrasada. Bueno, un relato triste pero bellamente contado, Ángel. Saludos
ResponderEliminar¡Qué micro más duro pero tan bellamente narrado! Adoptando en un principio la perspectiva del perro, leal, noble, que no sospecha que su dueño se está enfrentando a una de las decisiones más duras de su vida, nos acercas como un narrador objetivo, al mundo de los sentimientos del animal; nos encoges el corazón para luego dejarnos llorando con el cazador. Impresionante micro.
ResponderEliminarYo como soy tan sentimental hubiese dejado al perro morir de viejo, siempre que no sufriese. Dura decisión del amo, de la cual el perro por su fidelidad y nobleza no sospecha.
ResponderEliminarBuen relato Ángel.
Un abrazo.
Ángel, dura decisión para el dueño acabar con la vida de su fiel perro para evitarle sufrimiento.
ResponderEliminarEl perro confió en su dueño hasta el final, pese a su grave estado, movió la cola al verle, sin sospechar lo que le esperaba.
Muy bien contado.
Besos
Recuerdo a mi perro Nubis.
ResponderEliminarMurió el dia del cumleaños de mi ex.
Tal vez para celebrarlo.
Un buen relato, aunque el perro no merecia ese final..
Saludos.
¿Cómo no llorar cuando te despides para siempre de un compañero así, leal y cariñoso?
ResponderEliminarTriste, muy triste, y muy bueno también.
Enhorabuena, Ángel.
Saludos.
Muy duro y muy triste. ¿No podía vivír un poco más con cuidados paliativos? Qué pena sentir la ilusión del perro siguiendo a su dueño. Muy bien contado, Ángel.
ResponderEliminarJope, qué decisión y tener que hacerlo todo uno mismo. No sé quien me da más pena, si el amo o el perro. Pobres.
ResponderEliminarEn cuanto al autor: felicidades, bien contado
Es tremendo todo lo que dices en este relato y el mensaje final de ese hombre, que mata por amor. Me dejó con el corazón compungido y la mirada perdida, después de haber sido mecida por tan bella historia.
ResponderEliminarUn abrazo, Ángel.
Ufffff. Tan triste verlo mal como tener que quitarle la vida. Muy bonito y duro a la vez. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarTal cual una caricatura de Porky y su perro, al cual convencen que su amo lo llevará al sacrificio. Y se pasa todo el capítulo tratando de eliminar a su amo antes que le dispare, sin resultado. Ahí resulta bastante cómico.
ResponderEliminarOhhhh, qué pena, creo que la mayoría de los que hemos tenido animales en casa hemos pasado por algo así.
ResponderEliminarTu relato me ha removido por dentro.
Besos.
Malu.
He de confesar que tu micro me origina cierto desasosiego, Ángel. Ya solo por eso se merece un me gusta y una felicitación. Un saludo.
ResponderEliminarPara mí, el final de ese perro no es tan trágico como en un primer momento puede parecer. Si su dueño llora tras haberlo matado, se supone que le quería mucho, y la decisión se ha debido a que el animal estaba abocado a una muerte inminente y, seguramente, dolorosa.
ResponderEliminarAsí que, al coger la escopeta, el perro ha creído que volvían los viejos buenos tiempos, y ha vuelto a sentir antiguas emociones, con lo cual, ha muerto en un buen momento, no ha tenido que pasar por las torturas que, quizás, su cuerpo enfermo le hubiese hecho sufrir para abandonar este mundo. Ya se sabe, la muerte es un enemigo intratable.
Y eso pone también, como pantalla de fondo, el tema de la eutanasia, de la muerte digna, del testamento vital y de tantas otras cuestiones relacionadas con nuestro fin en las que andamos enredados sin ponernos de acuerdo, pues toca las fibras más sensibles de nuestro ser.
Emotivo y buen microcuento. Saludos y enhorabuena, Ángel.
Triste, duro, y bien armado. Un buena mezcla para tu cuento.
ResponderEliminarSaludos