Náufrago
Aquellas rocas no estaban dibujadas en los mapas. Tras la conmoción, recuperó el aliento y arrastrado por la marea alcanzó la orilla.
El viento borró el mensaje escrito sobre la gris arena, pero no pudo desvanecer su sueño; despertar en otro lugar, de nuevo a su lado, en tierra firme.
El viento borró el mensaje escrito sobre la gris arena, pero no pudo desvanecer su sueño; despertar en otro lugar, de nuevo a su lado, en tierra firme.
Jose, no sé si me equivoco, pero tras leer tu relato yo veo el naufragio de la vida de tu protagonista. Tropieza con dificultades no esperadas que le hacen caer, dudar, pero que no le impiden soñar con alcanzar lo que siempre ha deseado.
ResponderEliminarBuen relato, me ha gustado José.
Un abrazo.
Si el amor mueve el mundo, seguramente cuando se rompe, algo se quiebra bajo nuestros pies.
EliminarHe intentado contar la historia de una ruptura, de la que el personaje no ha percibido ningún indicio y ante la que se encuentra sin nada a lo que aferrarse, aturdido y desorientado.
Gracias por tu lectura y tu comentario. Un abrazo, Javier.
Muy bueno, José. A mí tu relato me cuenta una historia de un amor poderoso con sus protagonistas alejados por un mar de obstáculos vencidos y un final feliz sobre la arena.
ResponderEliminarSaludos.
Vicente
Ese final feliz no lo veo tan claro. El tiempo juega en su contra y su amada ha tomado un camino de un sólo sentido.
EliminarGracias por comentar. Saludos, Vicente.
Jose, tus relatos suelen tener la rara cualidad de no permitir una lectura directa o literal, obligándote a analizarlos en busca de ese significado profundo que sin duda esconden, e indefectiblemente te sorprenden con sus múltiples interpretaciones. Y para lograr esto hay que tener mucho talento. En el caso de este estupendo "Náufrago", me alegro de coincidir en mi lectura con Javier y Vicente, aunque no habría sabido expresarla tan bien como ellos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo cierto es que me suelen salir unos relatos un tanto intrincados, pero siempre me han gustado los autores que a la hora de contar una historia dan tanta importancia a la forma como al contenido.
EliminarMe alegro mucho que te haya gustado y gracias por tus siempre generosos comentarios.
Un abrazo, Enrique.
Un superviviente en naufragio continuo, que no se deja vencer por los temporales de la desesperanza o los inconvenientes, como tampoco por inclemencias o fatalidades o un rechazo repetido, que no se rendirá mientras le quede un hálito de vida, que volverá a escribir ese nombre en la arena una y otra vez, porque no puede ni quiere hacer otra cosa, porque no concibe la vida de diferente forma. Creo que me uno a la interpretación general, ya nos dirás si nos hundimos o nos salvamos todos.
ResponderEliminarUn abrazo, José
Debemos salvarnos todos para, junto al personaje, no abandonar nunca nuestros sueños, por muy disparatados o improbables que éstos sean.
EliminarLa única forma de recuperar el amor es no perder la confianza y si no fuera posible, no apartar la mirada del cielo por si alguna nueva estrella se cruza en su camino y pueda guiar su singladura para retomar el rumbo y continuar el viaje.
Positiva interpretación. Un abrazo, Ángel.
José, coincido en que tu relato es muy metafórico. Crea la imagen del náufrago que, en mi caso, yo interpreto como el amor no correspondido. Él sigue dibujando su nombre en la arena, soñando con despertar a su lado, pero ella, al tropezar con las rocas, ha aterrizado en otra isla; lejos de él. Muy bello y muy triste. El náufrago es una de esas figuras socorridas a la que tú, sin embargo, has conseguido darle una vuelta de tuerca.
ResponderEliminarSigue dibujando su nombre en la arena, pero el viento y las olas lo borran una y otra vez y, cada día que pasa, él idealiza más aquel amor, que perdió y lo dejó aislado y desvalido. Esperemos que aparezca un nuevo y vigoroso viento que infle sus velas y lo situe de nuevo en el buen rumbo.
EliminarMuchas gracias, Raquel, por tu comentario. Un abrazo.
Jose, veo en tu relato una relación que naufraga por situaciones imprevistas y hace ir a la deriva al protagonista, hasta que consigue superar las dificultades y volver al lado de quien ama.
ResponderEliminarMuy metafórico. No se si estaré equivocada en mi interpretación.
Muy buen relato.
Besos
Desde luego, cuando no se sabe por qué suceden las cosas, las consecuencias son más difíciles de superar. Esperemos que ella haya acertado y que él se pueda recuperar en breve. Las rupturas siempre ofrecen nuevas oportunidades.
EliminarGracias por tu comentario, Pilar. Besos
Para empezar ¿quién no es un náufrago en esta vida? Al que se cree más seguro, en un instante, y cuando menos se lo espera, se lo lleva un golpe de mar.
ResponderEliminarLo que sí que es el protagonista del microcuento es un luchador, pues no se arredra al ver que no coinciden las rocas que tiene ante sus ojos con las que ve en su mapa. Él sigue en busca de su sueño. Lo veo braceando en un mar encrespado en busca de la arena salvadora, a la que, finalmente, llega, exhausto, supongo.
Pero allí se encuentra con otro inconveniente, el mensaje que debería orientarle ha sido borrado por el viento. Tampoco eso va a detenerle, lo veo incluso dispuesto a sustituir a la realidad por sus quimeras.
¿Lecturas? Muchas, en todos los comentarios anteriores ya se han apuntado varias y muy inteligentes. Yo también veo una historia de amor, una lucha contra el destino, una fidelidad a los sueños propios, una voluntad a prueba de bombas...
Enhorabuena, José, por tan poliédrico microcuento, y un saludo.
Un personaje que lucha contra el destino, que persigue su sueño ante las adversidades, que alcanza sus objetivos. Sin duda, la única forma de conseguirlo es desearlo con fuerza. La misma fuerza que transmite tu comentario.
EliminarUn abrazo, Enrique.
A mí este náufrago que salva cualquier obstáculo para reunirse con el amor de su vida me ha recordado la novela bizantina del Renacimiento. Llamada así por tener su origen en una novela griega de Bizancio, los protagonistas viven un peregrinaje azaroso hasta que logran encontrarse. Cervantes acabó la suya, "Los trabajos de Persiles y Sigismunda", dos días antes de morir.
ResponderEliminarMucho mérito tiene un micro bizantino de 50 palabras. Mi más entusiasta enhorabuena, José, y un abrazo.
Desconocía lo que comentas sobre la novela bizantina. Los tiempos pueden haber cambiado pero las metas siguen siendo las mismas.
EliminarGracias por tu aportación, Carmen. Un abrazo.
Hay naufragios que uno lleva con uno mismo, vare donde quede varado, isla desierta o fiesta en un crucero.
ResponderEliminarFelicidades
Como bien dices, esa isla barrida por el viento lo mismo puede estar en nuestro salón o en el lugar más recóndito.
EliminarGracias por comentar, Luisa. Saludos.
El naufragio del enamorado sin correspondencia, es el peor naufragio. Sabes que el barco que tú quieres no es el que te salvará de la isla de la soledad.
ResponderEliminarUn abrazo, Jose. Como siempre, un buen micro.
Igual que los náufragos escribían sobre la arena sus mensajes pidiendo auxilio, con la esperanza de que alguna avioneta o vete tú a saber quién pudiera leerlos; el personaje, abandonado y desesperado, confía en la vuelta de su amada sin darse cuenta de que todo ha acabado.
EliminarGracias, Pablo. Un abrazo.
Querido José, las rocas nunca están dibujadas en los mapas del amor y cuando uno encalla por su culpa es muy difícil recuperarse, aunque nunca imposible. Seguro que ese mensaje volverá a ser escrito, aunque con otra-otro destinatari@. De esa forma sí que veo un despertar en otro lugar, en tierra firme.
ResponderEliminarFelicidades, aunque es una triste historia, me parece preciosa y narrada de una forma muy bonita.
Besos.
Malu.
Segundas o terceras oportunidades deben vivirse con tanta pasión como la primera. Quizás en cada isla haya escondido un tesoro y sólo necesitemos para encontrarlo un pequeño mapa y una mirada cálida.
EliminarBesos, Malu.
El desamor o el fracaso nos hacen sentirnos como náufragos, intentando agarrarnos a los restos del barco desesperadamente por miedo a quedarnos perdidos en el inmenso océano. Muy bellamente escrito, me gusta mucho esa primera frase. Un beso, Jose.
ResponderEliminarCuando un barco rompe contra el acantilado siempre quedan en el agua tablones a los que aferrarse. Seguro que después, la marea y nuestro esfuerzo nos pondrán a salvo.
ResponderEliminarUn beso, Matrioska.
Islas teosoros, oprtunidades... ¿Quien da más? Me gusta esa subasta y el relato. Coinsigues hacer que de la duda se pase a la seguridad. De lo negro a la luz. Saludos.
ResponderEliminarGenial.
Gracias por tu comentario. Me alegra mucho que te haya gustado.
ResponderEliminarSaludos, Gil.