Ojipláticos
Los Ojipláticos vagaron por el desierto durante quinientos años. Para cuando llegaron a la tierra prometida los Rombomorfos estaban asentados. Tuvieron que compartir la arena, la tierra... Los Ojipláticos empezaron a invadir su espacio vital, por lo que los Rombomorfos respondieron. Me vi obligado a separar a los nuevos peces.
En este microcuento tuyo Lucía, nos muestras la cruda realidad humana vista desde el mundo alegórico de los peces de diversa especie. Es triste el no comprender al distinto, al extranjero, es difícil hacerse entender de que hay que compartir el espacio vital. Los unos por acaparadores, los otros por invasores... es lo que estamos viendo todos los días. Simplemente la lucha por la existencia. Me gustó el punto de vista del micro. Abrazos.
ResponderEliminarLa pecera y los peces como la vida real, el que llega invade, el que está se defiende, ambos se creen con derecho a la posesión del espacio, y como ocurre en ocasiones tiene que llegar un tercero que intente poner paz.
ResponderEliminarBuen relato Lucia, protagonizado por peces pero muy real.
Besos.
Me alegro de que os haya gustado. Como bien decís esos pececillos son un reflejo de la vida real, una extensión. En el reino animal se tiende también a ser territorial y dar la espalda al "intruso". Afortunadamente como seres humanos que somos y a pesar de tener instintos animales, nuestra es la labor de conseguir tender una mano al nuevo.
ResponderEliminarLucía, bienvenida a la familia cincuentista!
ResponderEliminarNos has contado, usándo el mundo en una pecera, la lucha entre los habitantes de un lugar y los intrusos. Es la historia interminable y no aprendemos. Hemos de aprender a compartir y dejar a un lado las luchas territoriales.
Una forma original de contarlo.
Besos.
Por un momento creía que hablabas de Isael y Palestina. Pero veo que tu micro es mucho más abierto. Ahí va mi me gusta y mi bienvenida al clan.
ResponderEliminarUn saludo,
Hasta que no llegué a la última frase estaba convencida de que hablabas de algún acontecimiento histórico. El recurso a los peces le da un giro simpático sin que por ello pierda su espíritu crítico y real. ¡Genial tu primer micro!
ResponderEliminarUn texto inteligente, alegórico y real, Lucía.
ResponderEliminarBuenísimo.
Además, es cierto lo de los peces.
Un saludo.
Veo el gran dilema entre Israel y Palestina, plasmado en un acuario. Me gusta muchísimo tu alegoría de los acontecimientos.
ResponderEliminarUn relato redondo. Enhorabuena, Lucía. Un beso.
Genial la alegoría que haces en el relato de peces, sorprendente y con un muy buen giro.
ResponderEliminarMis felicitaciones Lucía. Un gran beso y un abrazo.
Los pobres Ojipláticos, con respecto al pueblo judío, multiplicaron por más de diez sus años de errancia en el desierto, no sé cuáles serían sus pecados para que el Señor de los peces fuese tan duro con ellos.
ResponderEliminarY siguiendo con las similitudes del texto bíblico, así como los judíos tuvieron que conquistar Jericó y otras ciudades para asentarse, también los Ojipláticos se encuentran con los Rombomorfos y, claro, llegaron a las manos, o, mejor dicho, a las aletas.
Aquí es cuando tiene que intervenir el narrador del microcuento que no sabemos si es el Dios de los peces, o el dueño de la pecera, pero, para el caso, llámalo hache.
La fábula puede aplicarse a muchas situaciones, a multitud de conflictos, sin ir más lejos, al problema de los refugiados, o por ir a un hecho nimio, cuando en un medio de transporte público se nos sienta al lado alguien y lo recibimos con frialdad, o hasta con un gruñido, porque preferíamos estar solos. Pues, realmente, la convivencia es muy complicada, y parece que buscamos más lo que nos separa que lo que nos une.
Originalidad e ironía en este tu primer microcuento en esta página, enhorabuena, Lucía.
Qué difícil nos resulta compartir un espacio o un territorio con quienes vemos como intrusos. La fábula de los peces se presta a muchas situaciones históricas y reales. No es casual que muchos de nosotros hayamos pensado en Israel y Palestina.
ResponderEliminarEnhorabuena y bienvenida a esta familia cincuentista, Lucía. Un beso.
Gran homenaje a uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos: Cortázar. Los peces cada vez se parecen más a los hombres, al menos en tu relato.
ResponderEliminarUn beso, Lucía.
Egoistas por naturaleza, así somos los seres humanos y los peces, menos mal que estos últimos tienen al dueño de la pecera para que ponga orden. Lo de los humanos, ya es otra historia más difícil de solucionar.
ResponderEliminarBienvenida Lucía, besos.
Malu.