Oveja negra
Érase una ovejita negra. Había sido tan blanca como la leche que le robaban a diario.
Vegetariana y disciplinada, seguiría a sus hermanas hasta la muerte.
Un día el lobo enseñó sus colmillos. Impresionada, entre balidos y gemidos se descarrió. Juntos disfrutaron del sabor de la carne, compartiendo chuletón de pastor.
Un día el lobo enseñó sus colmillos. Impresionada, entre balidos y gemidos se descarrió. Juntos disfrutaron del sabor de la carne, compartiendo chuletón de pastor.
¡Ostras, menudo giro! Bravo, Mª Jesús. No me esperaba para nada el final y eso que has ido dejando miguitas de pan por el camino.
ResponderEliminar¡Muy bien!
Saludos cordiales
Como siempre gracias, Carles por tu halagüeño comentario
EliminarUn afectuoso saludo
Vas contando, sin saltos, y aún así es inevitable el sobresalto.
ResponderEliminarA ver quién es el guapo ahora que se pone a contar ovejas cuando no puede dormir.
Enhorabuena.
Un saludo, María Jesús.
Me ha encantado tu apreciación, Margarita
EliminarDe ahora en adelante contaremos lobos para estar despiertos.
Besito virtual
Genial metáfora sobre la inflexión vital que puede dar nuestra vida. Las compañías pueden hacer virar nuestro comportamiento para bien o para mal. La protagonista del relato ha pasado del verde hierba al rojo sangre, y parece que le gusta, jajaja. Un abrazo, María Jesús.
ResponderEliminarNunca pensé que una humilde ovejita negra, pudiera tener tantas interpretaciones.
EliminarSuper agradecida por tener la paciencia de seguirme, Salvador
M. Jesús, buena metáfora sobre el cambio de comportamiento de quien sufre injusticias y es tratado mal, que acaba rebelándose contra el que abusa de él.
ResponderEliminarElegir ser víctima o verdugo.
Bien contado.
Besos
Me interesan mucho tus apreciaciones, Pilar.
EliminarMil gracias
Hay relatos de los que se aprende y este es uno de ellos. Carles lo ha expresado muy bien. Es un relato bien estructurado, de historia muy bien dosificada que lleva a un final que realmente no te esperas y con muchos elementos narrativos: el amante que despierta las pasiones, el despertar de la mediocridad, el abuso del dócil, la venganza salvaje al opresor...
ResponderEliminarAdemás, la historia contiene esa chispa de originalidad que deja regusto al finalizarla. Es un relato con hechuras de finalista. Enhorabuena, María Jesús.
Un abrazo.
Tus halagos me sonrojan. Voy a desmayarme de un momento a otro por la emoción.
EliminarOtro abrazo para ti, Bolant.
Cuando salta la chispa de la rebelión el dócil corderito negro se transforma en lobo sanguinario. Se ve que esta ovejita sabía aquello de que «cuando no puedas vencer a tu enémigo, únete a él».
ResponderEliminar¡Bravo, tocaya! Un abrazo.
Millones de gracias, tocaya.
EliminarEspero con ansiedad tu próximo relato.
Besito y abracito virtual
Bien por la oveja negra que supo interpretar su destino y sacar provecho de él. Muy logrado, Mª Jesús. El final, genial. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarSólo por vuestros comentarios, merece la pena escribir.
EliminarGracias
Abandonar el redil es lo que la convierte en negra para las demás que pastan y se mueven a la voz del pastor. Bravo por tu oveja descarriada. Un micro muy bien planteado y rematado, María Jesús. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, y la interpretación que te ha sugerido.
EliminarCordiales saludos
MJesús nos has contado una verdadera fabula.
ResponderEliminarEstá claro que ante la opresión llega un momento que solo queda la lucha y convertirse en oveja negra.
Me ha gustado MJesús.
Besos.
Nunca se sabe la evolución de cada uno, en el largo camino de la vida.
EliminarAgradezco mucho tu punto de vista sobre las fabulas. A mí me encantan.
Saludos
¡Bien, María Jesús! Dicen que lo más sano del mejor de los hombres y lo más bajo del peor de los criminales conviven en cada uno de nosotros, tu relato lo deja bien claro.
ResponderEliminarSaludos.
Vicente
Muchas gracias Vicente. Yo también pienso lo mismo del ser humano.
EliminarSaludos
Me ha parecido muy original la reacción de la oveja. Que sigas tengas mucho éxito con tus publicaciones.
ResponderEliminarTe agradezco mucho tus buenos deseos, Oscar.
EliminarSaludos cordiales desde Madrid.
Buen relato y muy "moralizante" Si hubiesen podido ser unas palabras más, podrías haber escrito una fábula fabulosa.
ResponderEliminarTe mando mi felicitación, mi me gusta, un abrazo y un beso. (No sé si el envío de tantas cosas te llegará bien. jajaja!)
Isidro, Viniendo de ti, este comentario me da marcha para seguir intentándolo cada vez.
ResponderEliminarUn saludo
Jajaja Me has arrancado una sonrisa María Jesús. ¡Y a mi, que me gustan más las ovejas negras!
ResponderEliminarUn saludo
Me alegra, que el cuentito te haya arrancado una sonrisa, Raquel
EliminarGracias, por hacérmelo llegar.
Tan dulce, tan blanquita y tan obediente, lo normal es que descubriera el eje del mal y se uniera a él. Ahora tiene que decidir ella si quiere seguir descarriada o volver al redil.
ResponderEliminarMuy bueno Mª Jesús, felicidades.
Besos.
Malu.
Muchas gracias, Malu, por tus impresiones. Seguro que la ovejita se queda con el lobo protector y proveedor de alimentos.
EliminarBesito virtual
Que bien María, en relato redondo donde se juega muy bien con la situación y los conceptos que se tienen de ovejas, rebaño, pastor, lobo y oveja negra dándole unas sabrosas dobles lecturas.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Saludos.
Y a mí con lo que me gustan las dobles lecturas!.
EliminarSaludos cordiales, Jean
Me encanta tu relato. Es una buena metáfora la que usas con esta ovejita y el lobo. Una versión particular de la historia, aunque diste un poco, me has recordado a Rebelión en la granja de Orwell.
ResponderEliminarUn abrazo y felitaciones!!
Sí, sin duda disto mucho de Orwell, ¡ójala me pareciese minímamente a él!
EliminarOtro abrazo para tí
Las ovejas negras nacen, pero también se hacen, o necesitan de una chispa definitiva para sacar a relucir su verdadera naturaleza. Dentro de esa inocente herbívora latía una depredadora de carne implacable, capaz de hermanarse con su bestia negra, hasta el punto de devorar la mano que le da de comer (y todo lo demás).
ResponderEliminarUn abrazo, María Jesús
Has hecho una interpretación muy importante de mi relato.
EliminarMuchas gracias por ello, Ángel
¡Fabuloso microrrelato (de los de fábula incluida)! Cuando la ovejita conoció el poder del lobo, no lo dudó un instante y se unió a él, para conseguir objetivos comunes. ¡Eso es un pacto y no lo que pretenden otros! ;)
ResponderEliminarVa mi me gusta, María Jesús, y con este va mi enhorabuena también por tu espléndida historia, tan bien construida y mucho mejor escrita.
Muchos saludos.
Me encanta la ironía empleada en el análisis de mi relato, y el trasfondo que se adivina en el mismo.
EliminarMillones de gracias, José Antonio
Si no fuera por lo bien hecho que está el relato, me comeria al lobo.
ResponderEliminarUn abrazo de los dos.
No nos dejes sin lobo, José María. Son necesarios para el equilibrio ecológico.
EliminarMoltas gracias, a ambos dos
Besito virtual desde mi correo
En todo rebaño, la oveja negra suele ser la más interesante. La de este microcuento parece que es una conversa, quizá haya pasado por una peluquería para que la tiñan.
ResponderEliminarLo cierto es que su vida ordenada en un mundo de ovejas, corderos, perros, lobos y pastores, parece que no era la más apropiada para sobrevivir.
Su conversión fue al estilo de la de San Pablo, éste se cayó del caballo y la ovejita le vio las orejas al lobo, como suele decirse. Y así, no sé si tras una historia de amor con el lobo, decide hacerse carnívora. El pobre pastor, que quizá estuviese oyendo el carrusel deportivo en su transistor, debió de quedarse espantado al ver que se le echaban encima la oveja negra y el lobo con terroríficas intenciones.
Dicho esto, el microcuento se puede leer de formas diferentes, pero esa es otra historia.
Enhorabuena, María Jesús, por tan sutil fábula. Saludos.
EliminarLa potencia del lobo, impresionó tanto a la ovejita que quiso probar con él todo tipo de banquetes "carnívoros".
Agradezco mucho tu análisis, Enrique
Siempre resultan simpáticas las ovejas negras por aquello de la disidencia. Esta oveja va más allá, se alía con el lobo contra un óleo mayor. Un micro con muchas y jugosas lecturas, María Jesús. Enhorabuena y un beso.
ResponderEliminarGracias, Carmen por tus amables palabras.
EliminarOtro beso para ti
Se alía con el lobo contra un opresor mayor.
ResponderEliminarMe encanta tu relato. Es una buena metáfora la que usas con esta ovejita y el lobo. Una versión particular de la historia, aunque diste un poco, me has recordado a Rebelión en la granja de Orwell.
ResponderEliminarUn abrazo y felitaciones!!
En el título me recordaste a Monterroso. Luego tu relato es diferente al de él, y muy ingeniosos, con un mensaje muy claro. Está bastante bien. Me gustó.
ResponderEliminarUn beso, Mº Jesús.
Disfruto mucho con el disfrute de mis cuentos, en los lectores.
EliminarUn abrazo, Pablo
Al final va a resultar que los buenos no son tan buenos... sino que todo depende de las compañías que le rodeen. El cuento de la caperucita y del lobo es del todo menos infantil a pesar de que lo narres en ese tono para así pillarnos por sorpresa con la oveja comiendo chuletones de lechal. Sorprendes al lector ¡y eso no es nada fácil! Good job! ;-)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. Los cuentos infantiles clásicos, son lo menos infantiles, todos tienen un más allá, que sólo los lectores avezados son capaces de reconocer.
EliminarAgradezco tu comentario, Raquel
Fíjate que me los imagino zampándose el chuletón....será que me los has dibujado a la perfección, hala, con rima y todo! Muy bien María Jesús.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias mil por tu imaginación, siempre soberbia.
ResponderEliminarMagnífico, María Jesús. Un relato maravillosamente contado y del que con tu permiso voy a copiar la fórmula para hacer uno con galgos, liebres y cazador.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Me tenéis conmocionada con vuestras respuestas.
ResponderEliminarEnrique, no creo que te haga falta copiar la idea, a ti te sobran y mucho mejores.
Otro abrazo para ti, amigo