Sherezade
Vive atrapada en el cuerpo de un hombre. Forzada a contar historias a un uniformado cautivo de sus propias obsesiones. Susurros en la noche delatan inocentes.
Cuerpos que nunca se han tocado. Mentes entretejidas. No es una historia de amor.
Amanece. Interrumpe el relato y sale. Afuera espera la vida.
Cuerpos que nunca se han tocado. Mentes entretejidas. No es una historia de amor.
Amanece. Interrumpe el relato y sale. Afuera espera la vida.
María, has sabido vestir tan bien tu relato, que voy a llamarte a ti también, Sherezade. Conseguir que una situación tan dura provoque ternura y comprensión, no es fácil y tú lo has bordado.
ResponderEliminarCreo que este mes aún no había desempolvado mi sombrero de plumas.
Reverencia hasta el suelo.
Me quedo con la frase: «Susurros en la noche delatan inocentes».
ResponderEliminarUn micro lleno de dolor, angustia y realismo.
Excelente, María.
Saludos.
Bravísimo, excelente estreno María, qué bien has contado la historia de Sherezade.
ResponderEliminarBienvenida a la familia cincuentista.
Besos.
Malu.
Espero que aún te queden 1000 historias por contarnos y que nunca te sientas cautiva en esta página tan llena de vida.
ResponderEliminarSaludos, María
Tenemos aquí a una Sherezade muy especial, ya que vive atrapada en el cuerpo de un hombre, y eso nos lleva al problema de la transexualidad, que tantos sufrimientos produce a quienes tienen la desdicha de ser tan diferentes a los demás; una condición existencial que genera mucha incomprensión y hasta violencia, sólo hay que ver y leer las noticias.
ResponderEliminarSherezade, para sobrevivir, ha tenido que inventarse un personaje y unos relatos en los que sumergirse cada noche, lo mismo que la heroína de Las Mil y Una Noches.
Luego, el microcuento avanza con frases telegráficas que van desgranando una historia que, con esas cuatro pinceladas, uno se imagina llena de dolor y frustraciones.
Amanece, Sherezade ha sobrevivido un nuevo día, el relato queda en suspenso, la vida espera, esa vida llena de crudas realidades y, sin duda, de nuevos desprecios y, quizá, hasta de agresiones físicas.
Es difícil imaginarse, como le ocurre a su homónima, un final feliz para esta Sherezade, pero ella seguirá con su ovillo de historias, con sus fantasías, que son su gran lenitivo, supongo; y, quién sabe, puede que un día le sonría alguna tipo de felicidad, que el destino tome para ella un camino menos pedregoso.
Espléndida tu tarjeta de presentación, María, un gran microcuento lleno de matices. Saludos.
El tono triste aunado a la última frase hace de este relato una delicia.
ResponderEliminarFelicidades.
Hola María, bienvenida a 50 palabras.
ResponderEliminarTe relato encierra algo de misterio en él o la protagonista.
Es una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre, se siente mujer, esos cuerpos que no se han tocado, la historia que no es de amor. Es ella pero no puede mostrarse de momento como mujer.
Lo has contado muy bien María, me ha gustado.
Besos.
Sherezade con cuerpo de hombre obligada a contar historias que delatan a otros... ¿Hay mayor castigo? Excelente microrrelato, María. Bienvenida a a la familia cincuentista. Un abrazo y a la espera del próximo relato.
ResponderEliminarUn gran estreno, María. Me gusta cómo desmenuzas la historia con frases cortas, aparentemente frías, pero cargadas de fuerza. Un saludo y bienvenida.
ResponderEliminarBienvenida María a la familia cincuentista.
ResponderEliminarNos has traido una Sherezade más actual pero igual de infeliz. La vida comienza para ella cuando terminan las historias...
Besos