Tiempo analógico
El reloj de zafiro y lapislázuli que adorna la muñeca de Madame Pompadour ha dejado de latir. En la punta de la aguja que marca las doce, un castillo con la mesa servida en el gran salón.
Recorre un laberinto de pasillos, empuja una puerta. Ahora será un humilde barrendero.
Recorre un laberinto de pasillos, empuja una puerta. Ahora será un humilde barrendero.
Me gusta mucho la forma en que «encierras» la narración en un mecanismo de reloj, Pepe, dándole un espacio-tiempo propio muy original.
ResponderEliminarSaludos.
Vicente
Me place que os guste don Vicente, viniendo de un matemático es un elogio y como todo es relativo, el tiempo y el espacio se pueden cuadrar en en una esfera. Gran saludo. Pepe.
EliminarVaya de entrada que pienso que el tiempo analógico tiene sus ventajas sobre el tiempo digital.
ResponderEliminarSobre el microcuento, diré que veo que se compone de tres frases a las que les estoy dando vueltas como a las piezas de un rompecabezas y no logro que me salga una figura reconocible, y esto no por impericia del autor, sino por ignorancia del lector –en este caso yo- acerca de los intríngulis de los que se compone el artefacto literario en cuestión.
Por la primera frase me entero de que el reloj de Madame Pompadour se ha parado. ¿El reloj está en la muñeca de Madame Pompadour? ¿Está en el Palacio de Versalles? ¿Está en algún museo?...
En la segunda frase nos centramos ya en ese reloj fastuoso y sabemos que sobre la aguja que marca las doce hay un castillo, en ese castillo un gran salón, y en ese salón una mesa servida. ¿Está en ese castillo Madame Pompadour, quizá acompañada por su amante Luis XV?
En la tercera frase, un personaje masculino recorre un laberinto de pasillos y, tras pasar una puerta, sale a otra realidad en la que será un barrendero. ¿Es Luis XV que ha tenido una premonición sobre cómo acabarán los Borbones en Francia, y prefiere perderse en el anonimato de una profesión sin relevancia social?
¿Las tres frases marcan tiempos diferentes de distintas realidades, o de una misma realidad? ¿Estamos ante un microcuento entre surrealista y cubista?
En fin, Pepe, no sé si te he destrozado el microcuento, me ha pasado como con la película de David Lynch, Mullholland drive, me gustó mucho, pero me dejó una sensación desasosegante porque no sabía recomponer lo que había visto.
Quizá ésta ha sido también tu intención, sea como fuere, mis aplausos y mis saludos.
Hermosa entrada, don Enrique, espero estar a la altura de la escena:
EliminarLa 1ª frase haría referencia a la prematura muerte de la amante de Luis XV a la edad de 42 años.
El tiempo se detiene, pero la historia avanza: sobre la inmensa llanura que se perfila en la punta de una aguja un palacio versallesco.
Si te detienes a comer en ese gran salón no podrás volver a la rueda de la vida, así recorres los pasillos hasta dar con la puerta que te transporta a un nuevo ser, en este caso es el barrendero, como podría haber sido un agricultor o cualquier otra circunstancia transmigradora.
Así explicado no parece tan terrible. No llega al reloj de Dalí que se desmaya como un huevo frito, pero un tiempo analógico parece el marco adecuado para la metempsicosis tan de moda entre los espiritistas (Joyce entre ellos). Tengo que ver a D. Lynch y su Mulholland Drive, su Twin Peaks marca las diez y diez con sus agujas analógicas. Un abrazo.
“Ya caigo”, que diría un trapecista que ha perdido el equilibrio y se precipita, no sé si sobre la malla de contención, o sobre el Velo de Maya. En fin, que ahora ya veo la historia al completo y te agradezco la explicación.
EliminarMe ha encantado esa referencia a la metempsicosis, palabra que hace mucho tiempo que no leo en texto alguno, y que, antaño, en otras lecturas, sí que aparecía con más frecuencia, quizá sea porque he cambiado de lecturas; también me ha gustado que aparezca por ahí Joyce, quizá el escritor que compuso el mayor rompecabezas literario del siglo XX con su obra Finnegans wake. En cuanto a David Lynch, dispuso de 147 minutos para su enrevesada película, y tú sólo has tenido 50 palabras.
Un abrazo igualmente.
Metempsicosis o como decía Molly Bloom en su monólogo métense-cosas que no terminaba de entender las epifanías de Joyce, tan actual, el inventor de los quarks, de los rollings stones (la piedra que echó a rodar colina abajo), y de la botella de champán verde y oro de los anuncios. Finnegans Wake, o la caída del borracho que despierta en otro mundo, y el velo de Maya (hermosa referencia de la espiritualidad) como un espejo donde se refleja la ilusión o la vanidad. A Joyce con sus palabras kilométricas no creo que le dejaran participar en estos torneos, o por lo menos no sería bien visto.
EliminarUn abrazo Enrique.
Después de leer tus comentarios veo que se trata de un alma que deja un cuerpo, con una vida llena de lujos, para reencarnarse en otro en el que el duro trabajo apenas kle dará para vivir.
ResponderEliminarEs muy original tu planteamiento, Pepe.
Un abrazo.
Gracias Pablo por tu comentario, así de sencillo, quién sabe qué eramos en otra vida, o lo que nos deparará la rueda que no cesa de girar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Reconozco que tras leer los comentarios he podido ya interpretar tu relato, Pepe. Me pasó lo mismo que a Enrique: cuando lo leí no conseguí darle un sentido, pero el tic tac de ese reloj parado se quedó grabado en mi memoria entorpeciendo el transcurso de las horas y necesitaba con urgencia darle cuerda. Y tanto que lo necesitaba, me estaba retrasando nada menos que seis siglos.
ResponderEliminarUna idea muy original.
Un abrazo
En realidad cómo se podría expresar ese tránsito hacia el más allá en tan solo 50 p., sin caer en los viejos clichés, claro. Aunque si lo consigues no hace falta explicarlo. Tengo mis dudas de si lo he logrado o no. Un cordial abrazo.
EliminarHoy he leído el poema Lapislázuli de W.B.Yeats, con el tema de fondo del tiempo que huye, con las amenazas constantes de bombas que arruinen nuestras civilizaciones, a pesar de lo cual no hay lugar para la tristeza, para el creador, de toda obra de arte, con la mirada antigua y deslumbrante del sabio, todo es alegría.
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