Un oficio antiguo
Sentado en el sillón de una barbería en el barrio más lujoso de la capital, el líder del partido político más votado del país se siente vulnerable al contemplar, angustiado, cómo el decidido barbero no sigue las instrucciones de afeitarle por encima del cuello de una manera suave y precisa.
Pues que lo diga pronto al barbero y con instrucciones precisas, sin utilizar el ambiguo estilo "a la gallega". Hay cosas con las que no se juegan y los estilos y regionalismos se pueden dejar a un lado.
ResponderEliminarWou! que sensación tal espeluznante he sentido!
Muy bueno tu relato. Un abrazo Josep
Si ahora los políticos fueran al barbero, ya te digo yo, que más de uno habría preferido dejarse las barbas... jajaja. Pero más le vale estarse quietecito y calladito, porque ahora es el barbero quien tiene la sartén por el mango, perdón, la navaja.
ResponderEliminarUn beso.
Así me gusta Josep, dando rienda suelta a la imaginación. Eso de momento no esta prohibido.
ResponderEliminarUn saludo,
Pues solo espero que el barbero sea votante de su partido, y aún así no estaría yo muy tranquilo.
ResponderEliminarBuen relato Josep, y enhorabuena por esos 10 relatos.
Un abrazo.
Hola Josep, muy bueno tu relato, me ha divertido al imaginar la situación que supongo es familiar en todo político que -inconscientemente- sabe que cualquier día le llega el justo castigo.
ResponderEliminarSaludos!!!
Por desgracia, la actualidad puede hacer al lector ponerse del lado del barbero, aunque ello conlleve una cierta apología de la violencia. No todos los políticos han de ser villanos. Otra cosa es que el protagonista sienta temor sin auténtico fundamento, más bien porque quizá tenga algo que ocultar. Nos guste o no, estamos en manos de los políticos. Que uno de ellos se vea en el otro lado por una vez y con una hoja afilada no debe ser plato de gusto. Un relato que inquieta y mueve a pensar.
ResponderEliminarSaludos, Josep
Yo le sacaría, en el caso de ser el barbero y como quien no quiere la cosa, los muchos problemas que sufren los autónomos (emprendedores se dice ahora). ¡Y a ver qué cuenta ahora ese líder, sentado en el sillón y con la navaja barbera al cuello!
ResponderEliminarVa mi me gusta, Josep, y enhorabuena por tu décima aportación cincuentista.
Saludos cordiales.
La alegoría del barbero me ha encantado. No como una imagen de la guillotina sino como ejemplo de que no el político más votado puede sentirse tranquilo ya que puede perder las próximas elecciones, o ver cómo sale adelante una moción de censura o como el día de mañana pueden pedirle cuentas por su gobierno. Ese debería ser el verdadero sentido de la democracia y por eso me ha encantado la sensación de intranquilidad, de tensión permanente que transmite el mico. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarJosep me parece que el barbero no está muy contento con la gestión de político. Si esto sucede en un barrio lujoso, debe ser que el barbero ha visto empeorar su situación laboral desde que gobierna el partido del que es el lider.
ResponderEliminarIgual ha llegado el momento de la verdad...
Buen relato.
Besos
Tentaciones no le faltan al barbero, pero lo interesante es la inquietud del político. Nunca estará tranquilo ni aun siendo el líder del partido más votado. Cuánto mayor es el poder, mayor puede ser la repulsión ciudadana. Me he divertido, Josep. Enhorabuena.
ResponderEliminarEl título me sugirió otro oficio antiguo, jejeje. Pero enseguida me pusiste en la dirección correcta. Y mira, ni los barberos ni las peluqueras siguen instrucción alguna, nunca; y si él tiene miedo es que... ¿no habrás hecho algo de lo que arrepentirse?
ResponderEliminarMe gusto mucho, mucho. Nada sobra, nada falta.
Josep, este relato me parece sublime. Además lo has dejado en el punto correcto para que nosotros, tus lectores, sigamos la historia. Muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos.
Me recuerda la escena donde Robert De Niro interpreta a Al Capone y va siendo rasurado por un barbero.
ResponderEliminarSaludos.
¡Uy! Veo peligrar ese cuello ... Ahora cada uno que acabe la historia como más le guste, creo que habrá muchos finales con sangre, no digo más.
ResponderEliminarEnhorabuena Josep.
Besos.
Malu.
“Por muy alto que sea el trono, siempre está usted sentado sobre su culo”, decía Montaigne. Es decir, por muy endiosado que esté uno, por mucho poder que tenga, nada le asegura que eso vaya a perdurar toda la vida. Torres más altas han caído, se dice, y esto cobró una significación terrorífica cuando se vinieron abajo las Torres Gemelas de Nueva York por culpa del atentado terrorista.
ResponderEliminarUn atisbo parecido ha debido de tener el líder político más votado, de pronto, ha debido de asaltarle la inseguridad acerca de su poder, y ha debido de comprender que un simple barbero le puede rebanar el cuello en un pispás.
¿Conoce bien al barbero? ¿Ha podido hacerle algo que ha hecho que le odie de tal manera que desee acabar con su vida? Esos interrogantes han debido de pasar por su mente al percibir la extraña maniobra del barbero. La incertidumbre sobre lo que va a ocurrir queda y, como lector, una especie de escalofrío temiéndose uno lo peor.
Enhorabuena, Joseph y un saludo.
Uy, mal asunto este. Un buen ejercicio el tuyo dejándonos la escena en bandeja, Josep. Un saludo.
ResponderEliminar