Voyeur
El ojo de la cerradura está insoportable. Cuando se puso rímel decidí no darle importancia. Empezó después con las sombras y el efecto ahumado y no le presté atención. Pero lo que no pienso soportar ni un minuto más son sus guiños insinuantes cada vez que me quito el pijama.
Es un conocido por todos los cincuentistas que Margarita del Brezo es capaz de sacarle agua a las piedras con su capacidad imaginativa. En este relato, partiendo de un objeto tan corriente como el ojo de una cerradura construye un voyeurista insaciable. En lo personal, creo que nunca volveré a meter una llave sin pensarlo dos veces. Admirable.
ResponderEliminarGenial, Margarita. Muchas felicidades.
Un abrazo.
Vicente
*Donde dice 'Es un conocido' debe decir 'Es bien conocido'. Cosas del móvil maligno. :-/
EliminarNo te creas, Vicente; de pequeña jugaba con las piedras a la tanga (o la rayuela), pero ya no soy capaz de andar a la pata coja así que ahora, la mayoría de las veces, lo único que consigo con ellas es tropezar, como el común de los mortales.
EliminarEn cuanto a lo personal..., pensar dos veces nunca está de más ;D
¡Gracias!
Un abrazo
¡Genial! ¡Espléndido! ¡Magnífico!
ResponderEliminarUn cincuenta de los de lujo este que nos has regalado en esta ocasión, Margarita. Solo permíteme una recomendación: ¡Sustituye, pero ya, esa cerradura, y su ojo mirón, por un cerrojo! ¡Te sentirás y estarás más tranquila! :D
Va mi me gusta (y mucho más). Y con ese clic además tengo que darte mi enhorabuena por tu enorme e inagotable imaginación.
Un beso y nos seguimos leyendo.
A mí me gusta hacerte caso, José Antonio, pero es que "cerradura" rima (demasiado) con "caradura" y "cerrojo" con "birojo" y no sé yo qué decirte... solo de pensarlo, más que quitarme el pijama me entran ganas de ponerme el abrigo y salir corriendo. Eso sí, tu "me gusta" me lo llevo puesto, que mira que me gusta. Y el trío de adjetivos, también.
EliminarUn beso y un montón de gracias.
Margarita en principio pienso como José Antonio cambia esa cerradura por tu tranquilidad.
ResponderEliminarHas escrito un excelente 50 palabras partiendo de una simple cerradura, le has dado vida y nos lo has hecho ver, no paro de imaginarme esos guiños.
Me ha gustado Margarita.
Besos.
Es que esos guiños son para verlos, Javier, porque la cerradura de simple no tiene nada. Creo que os haré caso y la sustituiré por un candado, al menos me ahorraré una pasta en maquillaje, o eso espero.
Eliminar¡Gracias!
Besos
Margarita... ¡¡¡Genialllllllllll!!!
ResponderEliminarSalvador... No se puede decir más alto. Ni más claro.
EliminarMargarita, lo has hecho otra vez! Me has sorprendido y divertido a la vez! Tu imaginación es inagotable! Eso ojo de tu cerradura cada vez más coqueto, te tira los tejos... tendrás que darle cerrojazo si quieres que deje de insinuarse...
ResponderEliminarGenial! Ya sabes que me dejas con una sonrisa amiga!
Besos
Es cierto: el ojo de la cerradura me tira los tejos, pero por fortuna tiene mala puntería y no siempre acierta porque no veas tú lo que duele un "tejazo". Hoy le he escondido el rímel, a ver si así...
EliminarUna de las cosas que más me gustan es verte sonreír. Solo por eso ya merece la pena imaginar.
¡Gracias!
Besos
Confiesa, Margarita, ¿a que de pequeña te caíste en la marmita de la imaginación y la originalidad? Vuelves a crear magia, esta vez con el ojo de una simple y picarona cerradura. Fantástico micro. Felicidades y muchos besos.
ResponderEliminarAy, Matrioska, no me delates, por favor. Lo confieso, de pequeña me sentaba en el mismo pupitre que Obélix y le dejaba copiar mis exámenes de matemáticas a cambio de que le robase un poquito de poción a su vecino Panorámix. Pero solo lo hicimos tres veces, lo prometo ;D
EliminarMe encantan esos galos. Tanto como tu comentario.
Baisers
Divertidísimo micro con un toque de morbo sutil en el que un ojo de cerradura es el absoluto protagonista. Me ha fascinado esa capacidad para extraer la magia de objetos cotidianos. Nunca volveré a ver las cerraduras con los mismos ojos de antes. Mi aplauso y mi sonrisa para tu micro, Margarita
ResponderEliminarLa magia está en todas partes; el problema es que no siempre se ve. Y nada mejor para ver que un buen ojo, aunque sea el de una cerradura. Puedes usar también el de un huracán, pero ten cuidado porque suele arrasar con la mirada y puede llegar a descolocarte.
EliminarMuchas gracias, Raquel.
Fascinante personificación del ojo de una cerradura. La lectura de tu micro me deja atrapada visualmente y sufro por tu protagonista, que tendrá que poner un cerrojo para poder tener intimidad. Tu imaginación es desbordante, Margarita. Y el tono, pícaro e inquietante. En definitiva, me ha parecido genial, muy propio de ti. Un besazo.
ResponderEliminarIntento mezclar un poco de seducción con humor, picardía, absurdo y algo de ironía, pero no siempre lo consigo. Y a veces temo pasarme o no llegar. ¡Qué complicado es eso del término medio! Me pregunto a quién se le ocurriría inventarlo.
EliminarAh, intenta no sufrir, Carmen, que mi protagonista se ha comprado un pijama antilujuria y seguro que esta noche la cerradura no abre el ojo.
¡Gracias!
Un besazo
Muchas gracias por mostrarnos que la materia prima para escribir un relato es infinita. Genial, Margarita. Un abrazo.
ResponderEliminarTú eso ya lo sabías, Salvador, que eres un experto en materias infinitas, y en primas, hermanas y hasta cuñadas, que al final todo queda en casa.
Eliminar¡Gracias!
Un abrazo
Inmejorable, Margarita. ¡Qué imaginativo y bien contado! Ojo con el ojo. Un abrazo
ResponderEliminarTe confieso que la visión empieza a fallarme; espero que al ojo de la cerradura, también.
EliminarMuchas gracias, Juana.
Un abrazo
Esa relación no es sana, Margarita. Corta con la puerta y dale una oportunidad a la ventana, que ya ha visto mucho mundo y más de mil soles espléndidos.
ResponderEliminarExtraordinariamente sensacional.
Besotes.
Más que la relación, que también, yo diría que es el ojo el que está enfermo. ¿Puedes creerte que ahora dice que le pican los dedos? y, claro, tanto rascarse, le ha salido una roncha del tamaño de una mandarina que ha debido de afectarle el nervio porque habla de estrellas y universos y seres diminutos que pueblan en su retina. Seguro que si hablas con él...
EliminarBesicos, Mañica
Ja, ja, ja... Confirmado: somos hermanas de gallina.
EliminarJajaja Qué más quisiera yo. A mí solo me acepta como animal de compañía.
EliminarOriginal, mágico, perfectamente tramado, qué más se puede pedir? Bravo, Margarita. Seguro que va a ser una de las estrellas del mes!
ResponderEliminarQue no te oiga, Belén, que este es capaz de comprarse antiojeras y un perfilador para estar mono, ¡con lo presumido que es!
EliminarMuchas gracias.
Un divertido relato con un ojo mirón de la cerradura como protagonista, cargado de imaginación y simpatía. Un placer leerte siempre.
ResponderEliminarEnhorabuena, Margarita. Un abrazo.
Lo que es un placer es echar un vistazo por aquí y leer comentarios y relatos de buena gente con la que puedes disfrutar.
EliminarUn montón de gracias, Mª Jesús.
Un abrazo
El ojo de una cerradura tiene un poder de atracción especial, igual que asomarse a cada uno de tus relatos. Después de leer los comentarios de los compañeros no me queda más que asentir con la cabeza y felicitarte.
ResponderEliminarUn beso.
Qué comentario más generoso, Jose. Estoy un poco bastante ruborizada.
EliminarMil gracias.
Un beso
Desde que desaparecieron aquellas llaves antiguas cuyo ojo de las cerraduras tanto daba de sí en algunas películas eróticas, lo de mirar por el ojo de la cerradura ya no es lo que era, y no te digo con las modernas cerraduras que se abren metiendo una tarjeta, ahí ya que si el voyeur no tiene nada que rascar.
ResponderEliminarAsí que, quizá, ese ojo de cerradura del microcuento conserve algunas viejas mañas, haya ido aprendido de todos los mirones que han apoyado sus pestañas sobre él, y sea un viejo verde, en plan cerradura, con el que hay que andarse con mucho cuidado, a lo mejor hasta se ha modernizado y tiene algún dispositivo electrónico para sacar fotos y hacer vídeos.
Y encima se pone seductor, que si sombra aquí que si sombra allá, en plan canción de Mecano, que si efectos enervantes, que si guiños insinuantes...
Aunque quizá a la protagonista del microcuento también le guste entrar al trapo -la pobre cerradura no es de piedra, como mucho, supongo, será de metal-, y sus protestas son sólo con la boca pequeña, como suele decirse, quizá le guste ver bizquear a la cerradura cada vez que ella se quita el pijama...
En fin, Margarita, me adhiero a las alabanzas de mis compañeros, haces de las piedras pan, o de las cerraduras microcuentos. Entroncas directamente con Kafka, que, en un cuento corto titulado Las preocupaciones de un padre de familia, hace protagonista del mismo a Odradek, un carrete de hilo plano y en forma de estrella.
Siempre aprendo, o recuerdo, con usted, señor Angulo. Vaya eso por delante.
EliminarEs una lástima que vayan desapareciendo las cerraduras; dicen que las tarjetas son más cómodas, pero yo no consigo abrir la puerta casi nunca a la primera. Me las veo y me las deseo hasta que aparece la lucecita verde que me da acceso a la habitación. Está claro que soy un poco cromañona, y donde esté una buena llave y el chirrido del cerrojo cuando la giras...
Además, qué sería del cine sin una buena cerradura, y de las ganzúas, y de los llaveros de plástico con forma de medio corazón desgarrado en busca de su otra mitad - adiós a los regalos de San Valentín, tendríamos que volver a los calcetines de rayas -, y del sereno, y de los malabarismos que hacíamos cuando nos dejábamos la llave puesta por dentro y teníamos que empujarla con un alambre y tirarla sobre el papel que habíamos metido antes por debajo de la puerta (mal invento cuando empezamos a poner la espuma esa que evitaba las corrientes frías de la calle).
Resumiendo, que estoy empezando a pensar que no es tan malo el ojo de la cerradura como lo pintan, o cuando se pinta.
En lo que no había pensado es en la posibilidad actual de inmortalizar la intimidad con fotos y vídeos y colgarlos por aquí y por allí porque tendríamos que empezar a quitar los "in" por aquello de que pierden su significado interno, interior e intenso de andar por casa en pijama y zapatilla, y las palabras quedarían un poco desnudas, ¿no?, sobre todo "timidad": no suena igual, le falta ritmo y algo más.
Sobre la protagonista y los trapos no voy a pronunciarme porque sería mi perdición con plena seguridad y tengo que ir pensando en ponerme el pijama que mañana es día de escuela.
En fin, señor Angulo, prometo releer a Kafka en breve. Y poco más y nada menos.
Un cordial saludo de esos latinos.
Muchas gracias, Margarita, por tan pormenorizada contestación, me ha encantado tu alarde de ironía y de buen humor cuando ya declinaba el día, y el pijama de marras, supongo, reclamaba meterse entre las sábanas.
EliminarEn cuanto a lo de releer a Kafka, o a cualquiera de los grandes, siempre es un ejercicio recomendable para la mente, que, hablo por mí, no hago tanto como debería. La vida moderna tiene demasiados estímulos y tentaciones, y lo que es mucho peor, inevitables engorros y trastornos diversos.
Recibidos esos cordiales saludos. Un abrazo.
Tantas veces vehículos de la indiscreción, por fin se dieron cuenta nuestras amigas de su privilegiada posición para enfocar personalmente la luz al oscuro objeto del deseo.
ResponderEliminarNo sólo dominas absolutamente los juegos de palabras, Margarita, sino que cuando decides jugar con la imaginación y el sentido del humor, eres capaz de componer una escena que no querrías que terminara nunca. El planteamiento de tu historia me parece de una creatividad asombrosa y su desarrollo sabe sacarle todo el partido para conseguir un relato consistente, sorprendente, seductor y muy divertido.
Es un micro magistral, campeona, sólo posible en el interior de los inexistentes límites de tu imaginación.
Un abrazo con un par de besos.
Si te hiciera caso, ahora escribiría "gracias" y ya está porque no sé muy bien qué contestar. Tienes mucha razón cuando dices que lo más complicado es responder a los comentarios e intentar estar a la altura del cariño, la dedicación y el esfuerzo que todos ellos llevan consigo. Pero a mí las alturas me dan vértigo, y aunque intento respirar hondo (y con el diafragma), mirar a un punto fijo y apretar con fuerza hasta estrujarlos dos libros de autoayuda, uno en cada mano, para mantener el equilibrio, no siempre consigo disimular mi miedo y se me acaba viendo el plumero. Así que, puestos a elegir, prefiero mantener el enfoque del ojo de la cerradura en mi imagen embutida en un confortable y cálido pijama (y coqueto, eso también) a que me veas con los rulos puestos, envuelta en mi bata guateada y florida y empuñando el susodicho plumero en mi guerra personal contra los ácaros y otros seres tan peludos como ellos, pero algo más etéreos.
EliminarY ahora sí te hago caso, Antonio, y te digo simplemente gracias.
Dos besos y un abrazo.
Una abertura con ribetes metálicos ensartada en un panel de madera, que hace justicia al nombre con el que se le denomina. Al designarle con un vocablo propio de los seres vivos, se le atribuye sus cualidades, con el añadido humano de mirón. Antes de que existieran las webcam ya teníamos este túnel entre diferentes dimensiones, que algunos utilizan para observar sin ser vistos aquello que les está vedado.
ResponderEliminarOriginal e imaginativo, marca Margarita.
Un abrazo
La personificación da mucho juego y bien sabes ya que todo lo que sea jugar "me lo pido".
EliminarMe gusta mucho esa idea que apuntas del túnel entre diferentes dimensiones: por ejemplo, mirar por el ojo de la cerradura de la habitación y encontrar tu imagen (en pijama, vale) veinticinco años después.
Ya es una costumbre en ti enriquecer las historias con tus comentarios, y lo haces tan bien que esa costumbre no se convierte nunca en rutina. Así da gusto.
Muchas gracias, Ángel.
Un abrazo
Margarita, buen micro y realmente su tono humorístico nos viene muy bien para olvidar ciertas pesadumbres que traen los días. Abrazos.
ResponderEliminarCuando no apetece mucho reír, es bueno encontrar a alguien que esté dispuesto a hacerlo por ti para que no se nos olvide que "hay vida más allá de la pesadumbre".
EliminarY siempre es bueno encontrar comentarios amables como el tuyo. ¡Gracias, Carmen!
Abrazos
Como me gusta, pero ¿al final, hay sedución? ¿Quien seduce a quien?
ResponderEliminarMe gusta pregutarle a los personajes, y que el autor integre la respuesta en el propio micro. Es una forma de hacer crírtica creativa.
No se si habrá ra segundas partes, pero me quedo con la curiosidad, despues de haber leido este magnifico relato. Besos de los dos
¿Os han contestado ya los personajes? Mirad que tengo ganas de saber si al final la muchacha se ha comprado un camisón y, si es así, de qué color es. Y el del ojo, también (el color).
EliminarTomo buena nota de esa crítica, todo lo que sea aprender me viene mejor que bien.
Y si os enteráis de algo, hacédmelo saber; quizá podamos escribir una segunda parte entre los tres.
Besos para repartir.
Maga de la pluma que enlaza inviernos con primaveras, príncipes falsos con princesas desencantadas, fiestas con cementerios, navidades alegres con casas tristes, sábanas recién lavadas con fantasmas en la alcoba, mascotas invisibles con los primeros síntomas de la adolescencia, frailes con cocineros, juegos de números con el séptimo cielo, carreteras cortadas con conductores tercos, figuras del ajedrez con las cartas de una baraja, pantallas vestidas de blanco con plumas cargadas de tinta e imaginación, La nada con promesas incumplidas, letras quejosas con cien renglones torcidos de un 'te quiero' interrumpido, la filosofía matemática con el destino del encuentro y, finalmente, una cerradura presumida con guiños conquistadores.
ResponderEliminarMargarita del Brezo, eres insuperable. Gracias por escribirnos cada mes una obra de arte.
Besos.
Pablo.
Mi querido Pablo:
EliminarUno de mis hermanos, el que me inspiró sin querer "Filosofía matemática", es algo así como mi memoria en tiempos de penumbra y se dedica a recoger, recomponer y devolverme los instantes que se me escapan entre los dedos sin darme cuenta. Salvando las distancias, y no solo las territoriales, tú me lo recuerdas mucho a pesar de lo poco que tenéis en común. Y no porque ahora hayas hecho este magnífico resumen-recordatorio de mis historias, si no porque eres un maestro en recoger, recomponer y devolvernos lo mejor de cada uno de nosotros. Y eso te hace insuperable y "querible". ¡Gracias!
Un beso
Y haces bien Margarita, se empieza por ahí y luego...Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso
Cuanto antes se ponga remedio, mejor que mejor, Paloma, que luego los ojos se nos van de las manos y terminamos eligiendo algún parche que nos haga juego con los zapatos.
EliminarUn montón de gracias y un beso
Me asomo por eso ojo de cerradura y compruebo algo evidente: que soy un voyeur de las palabras y tu micro seduce, aunque por favor, déjate el pijama y que siga el morbo de tu excelencia.
ResponderEliminarFelicidades y saludos de un confesado voyeur.
Vale, está bien, me dejo el pijama. Me has conquistado con tu confesión. Y visto lo visto me voy corriendo a la "pijamería" más cercana para alimentar el fuego e intentar que no decaiga la pasión.
EliminarMil gracias, Miguel
Ojito con la nueva travesura de Margarita. Yo nunca la pierdo de vista. ;
ResponderEliminarSaludos.
¿El ojo que todo lo ve? Yo más bien te definiría como el hombre que todo lo escribe.
EliminarGracias, Carles.
Saludos
Oy, oy, oy ... Desde luego, hay que ver cómo está el panorama, si es que estas puertas modernas, con esas cerraduras, ya sabía yo que no podrían traer nada bueno. Mucho mejor esas puertas antiguas, con ojos de cerradura tamaño gigante donde se puede ver TO-DO...
ResponderEliminarGenial Margarita, pienso lo mismo que Matrioska, te caíste de pequeña en la marmita de la imaginación y la originalidad y qué suerte para nosotros, porque tenemos la suerte de tenerte y leer tus creaciones todos los meses.
Un beso enorme campeona.
Malu.
Pues eso digo yo, Malu, puestos a ver, es mejor verlo todo y dejar lo justo a la imaginación, que ya sabemos lo que pasa con esta amiga fantasiosa y fabuladora: coge carrerilla, se dispara y luego no hay quien la pare. Y por mucho que nos digan una y mil veces que la curiosidad mató al gato, yo sigo pensando que la curiosidad es la madre de la ciencia y de algún que otro relato.
EliminarY hablando de suerte. suerte es estar aquí, con todos vosotros, aunque no estaría mal tampoco un pellizquito en la lotería porque ahora que no hacemos exámenes de matemáticas, sobornar a Obélix me sale cada vez más caro ;)
Un beso grande, dulce mujer
Muy buen micro Margarita, además de original. Saludos.
ResponderEliminarHola, Rosa. Muchas gracias por tus palabras y por tu tiempo.
EliminarSaludos
Es genial tu relato Margarita. Un hecho tan cotidiano puede ser descrito tan maravillosamente. Ahora yo miro la cerradura para ver su me hace guiños.
ResponderEliminarLas más merecidas felicitaciones!
Abrazos.
Mírala bien, Anaid, porque estoy segura de que se está desojando para llamar tu atención. Y si le prestas tu rímel, te contará un montón de secretos.
EliminarRecojo contenta y agradecida tus felicitaciones.
Abrazos
Este formato puede condicionar el tamaño de tus historias, pero en ningún modo el de tu imaginación, algo que sin duda te habría permitido en este caso, como en otros muchos, seguir sacando mucha más punta a ese ojo, que podría parecer indiscreto pero que, bien pensado, qué otra cosa puede hacer sino mirar.
ResponderEliminarOtra joya de 50 quilates para tu colección, Margarita. Enhorabuena.
Un abrazo.
Mi querido Enrique: llevo un rato dándole vueltas a tus palabras porque ¡hay que ser torpe! (yo). "Qué otra cosa puede hacer un ojo sino mirar", ¡pues claro!, pero aunque no te lo creas, no imaginas la cantidad de veces que lo único que hago con mis ojos es maquillarlos y ya está, y así me va.
EliminarDe lo que no tengo duda es de que tú los usas para ver mucho más allá y de que me encantaría parecerme a como tú me ves.
Gracias por abrirme los ojos.
Un abrazo
Marbrezo, como siempre genial. Te propongo algunas soluciones para evitar la tentación de caer en tus encantos: colgar un cartelito de do not disturb, un parche de pirata, tirarle una zapatilla cuando te guiñe el ojo. En fin que siempre hay un punto de erotismo en las dos direcciones y quizá sea mejor dejarse ver.
ResponderEliminarTe cuento, Pepe: el cartelito cuelga demasiado y a mí se me dan fatal las manualidades; una vez intenté acortarlo y no veas la bronca que me echaron en recepción porque quedó torcido y llené la moqueta de pegamento. En otra ocasión le tiré una zapatilla y me tocó echarle colirio y ponerle pomada para los moratones, y ¿sabes?, tengo la impresión de que sonreía, así que esa opción también está descartada porque fue peor el remedio que la enfermedad. Pero lo del parche de pirata... esa idea no se me había ocurrido, y me gusta, me gusta mucho. La probaré y te sigo contando.
EliminarGracias mil
¡Qué ojo para los microcuentos, Margarita! ¡Muy divertido!
ResponderEliminarUn beso grande.
Tenemos los ojos maquillados y un precioso sombrero, ¿a qué esperamos para ir a celebrarlo?
EliminarUn gran beso, Sandra, y muchas gracias.
Buena imaginación la tuya Margarita y fantástico 50. Ese ojo tan coqueto y picarón me ha conquistado. De todos modos creo que le buscaré una llave a su medida, jajajja...
ResponderEliminarGenial siempre, un beso inmenso.
Muy capaz eres de encontrar la llave en el fondo del mar, Mª Belén, y abrir con ella la casa de las sirenas y escribir la letra de sus bellas melodías.
EliminarUn beso, chica dulce.
Y es que un buen ojo de cerradura, de esas llaves grandes antiguas, da para ver muchas cosas a través suyo.. Y si hay imágenes pícaras, qué menos que guiñar el ojo!
ResponderEliminarFantásticos como siempre tus juegos de palabras y esa imaginación que nos regala originales historias cada mes.
Un beso (sin rímel ;-)
:D Voy rauda a por el pintalabios que la sonrisa que me has dejado no es para menos.
EliminarUn beso rojo de textura confortable.