Etimología
Al llegar a la academia nocturna donde estudiaba la encontró precintada. La policía había desmantelado una red de falsificadores de palabras que la utilizaba como tapadera. Se decomisaron trescientos verbos, cien adjetivos y cuatrocientos sustantivos.
Volvió a casa y explicó lo ocurrido. Su mujer puso cara de no entender nada.
Volvió a casa y explicó lo ocurrido. Su mujer puso cara de no entender nada.
No es poco delito falsificar las palabras. Las academia es una tapadera de esta red de delincuentes del idioma. Las palabras decomisadas no respetan las reglas etimológicas.
ResponderEliminarEntiendo que tu relato es una denuncia de la perversión del lenguaje y no son pocos los ejemplos de eufemismos que se ponen de moda en aras de la corrección política, por citar uno de los fenómenos más actuales.
Me ha encantado el relato, Dídac. Es muy ingenioso.
Un abrazo.
Original relato Didac, te basas en una actuación policial de las muchas que escuchamos en las noticias, pero en esta ocasión nos hablas de falsificadores de palabras, y de esta forma tan original nos invitas a reflexionar sobre el mal uso del lenguaje que hacemos en muchas ocasiones hoy en día.
ResponderEliminarBuen relato Didac.
Un abrazo.
Didac, coincido plenamente con los comentarios de los compañeros. No estaría nada mal que estuviese tipificado como delito la perversión del lenguaje, más de un político acabaría entre rejas.
ResponderEliminarMe ha encantado tu original forma de dar visibilidad al problema.
Enhorabuena!
Besos
Seguramente es la escuela donde aprendieron a hablar muchos políticos porque cuanto más los escucho menos los entiendo.
ResponderEliminarMuy buen relato, Didac. Y muy original.
Un abrazo.
Pablo.
Hay palabras hermosísimas, que pierden su significado, contaminadas de tanto ser pronunciadas de forma distinta a como luego se aplican, algo que no sucedería si los vocables coincidiesen con la realidad a la que aluden. Es inevitable acordarse de los políticos al leer tu relato.
ResponderEliminarUn saludo
Me encanta, Dídac.
ResponderEliminarY poco más y nada menos.
Un saludo
Exijo redadas policiales para que desaparezcan de una vez por todas esas academias donde se falsifican palabras.
ResponderEliminarBesos Dídac.
Malu.
Muy ingenioso, Dídac. Para mí, una palabra falsificada es aquella que no se pronuncia, además de con los labios, con el corazón.
ResponderEliminarSaludos.
Bien por ti, Dídac. Y el fiscal antianglicanismos también debería tomar cartas en el asunto.
ResponderEliminarSaludos.
Sería conveniente que, de cuando en cuando, se hiciera alguna redada al respecto. Muy interesante y original esa relación de ideas. Felicidades, Dídac, y un saludo.
ResponderEliminarEscaso decomiso a mi entender, si bien supongo que a esta redada seguirían otras más. Le propongo a la policía que se acerque un día a La Moncloa. Y al día siguiente, al Congreso de los Diputados y al Senado. Y así sucesivamente en los distintos niveles de la administración pública... ¡Ahí sí que hay donde indagar!
ResponderEliminarBuen e ingenioso relato el tuyo, Dídac. Va mi me gusta y con ese clic también mi enhorabuena.
Saludos cordiales.
Me ha gustado mucho tu micro, Dídac. Además de divertir, por la forma, da mucho que pensar, por lo que cuenta acerca del mal uso de las lenguas. Demasiada gente presume del dominio de un idioma cuando, en realidad, su expresión escrita y oral deja mucho que desear, y lo que es peor, esto ocurre mucho en centros de enseñanza...
ResponderEliminarUn abrazo.