Juegos
Jorge, Adolfo y Silvina escribían y luego intercambiaban párrafos. Así empezaba el cadáver exquisito.
Adolfo envidiaba las ideas de Jorge. Jorge envidiaba a Adolfo porque Silvina era su enamorada.
Una noche, Silvina invitó a cenar a Jorge. Adolfo llegó más tarde. Silvina sirvió la comida. Así terminaba el cadáver. Exquisito.
Adolfo envidiaba las ideas de Jorge. Jorge envidiaba a Adolfo porque Silvina era su enamorada.
Una noche, Silvina invitó a cenar a Jorge. Adolfo llegó más tarde. Silvina sirvió la comida. Así terminaba el cadáver. Exquisito.
Ay, qué mal empieza a oler esto... Habrá que ventilar el cadáver.
ResponderEliminarMuy bueno, Sandra.
Un beso.
Inquietante triángulo lúdico este que nos presentas, Sandra. Lo veo tan lleno de celos y envidias que se masca, y nunca mejor dicho, la tragedia. O eso entiendo yo, porque tu también nos haces jugar a las adivinanzas.
ResponderEliminarMuy bueno y original.
Enhorabuena y un abrazo.
Es el riesgo de este tipo de juegos, nunca se sabe cuál puede ser el resultado. Podríamos incluso intercambiar los nombres de tu relato y barajar un montón de posibilidades «exquisitas».
ResponderEliminarMuy interesante, Sandra.
¡Enhorabuena!
Vicente
¡Vaya! Hay juegos peligrosos... Envidio a tu protagonista, yo también me quiero zampar a más de un enemigo... Tonterías a parte, me gusta como hilas y juegas con las tramas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho Sandra.
Un saludo,
Exquisito es el relato. El cadáver olerá pronto. A mí me suenan los tres nombres. Me recuerdan a tres grandes escritores argentinos: Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo. El juego está servido.
ResponderEliminarMuy interesante, Sandra. Un gran abrazo.
Si es que los tríos, al final acaban mal, o muy mal, como es el caso.
ResponderEliminarMuy bien hilado Sandra.
Un beso.
Malu.
Sandra este cadáver literario a tres ha acabado, sino interpreto mal, con un verdadero cadaver en la mesa.
ResponderEliminarBuen relato Sandra.
Besos.
Sandra, tal y como han dicho ya los compañeros, tratándose de un trio, la tragedia se veía venir. Aunque todo empieza de una forma lúdica e inocente acaba mal para uno de los tres.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Un juego literario, cuya curiosa denominación termina siendo literal y aplicándose a la realidad.
ResponderEliminarBien jugado, Sandra.
Un abrazo
No sé si ese cadáver exquisito acabará en un acto de canibalismo, pues tiene todos los ingredientes y los dientes para que así sea.
ResponderEliminarAdolfo envidia a Jorge por sus escritos y, además, seguro que sabe que Adolfo le odia porque Silvina le ha elegido en vez de a él.
Silvina ha invitado a cenar a Jorge, Adolfo llega, ve el panorama, y, supongo, los celos y la envidia le nublan la vista. Quizá, aprovecha un descuido de Jorge para arrearle en la cocorota con el guerrero de Xian, que le regaló a Silvina uno de esos días tontos en los que no sabía cómo halagarla.
Jorge casca, así que ya no hay remedio, hay que hacer que el cuerpo desaparezca, a Adolfo le da la idea el cadáver exquisito que estaban escribiendo a seis manos.
“¿Nos zampamos a Jorge? Mientras le descuartizo, prepara el horno”, le dice a Silvina...
En fin, creo que me he dejado llevar inspirado por Hannibal Lecter. Quizá todo acaba de forma más lúdica y pacífica.
Sea como fuere, la historia tiene todos los ingredientes necesarios para que en ese triángulo irregular a alguno de su protagonistas se le atragante una bisectriz o un ángulo agudo.
Mi enhorabuena Sandra, un abrazo.
A uno de los dos (a Jorge, creo) la cena no le sentará nada, pero que nada, nada bien.
ResponderEliminarSaludos, Sandra.
Un juego no tan inocente de intercambios a tres bandas en el que, por lo que entiendo, lo que comienza como una historia de ficción, acaba en un hecho real. Me ha gustado tu apuesta de este mes, Sandra, felicidades. Un beso.
ResponderEliminar¡Muchas gracias a todos por comentar!
ResponderEliminarBesos.