La eternidad bien vale una misa
He pedido perdón por todos mis pecados.
—Ego te absolvo...
Mi padre bromeaba con todo y yo he seguido algunos de sus consejos más disparatados.
"No vivas constreñido, siempre libre; pero en el último momento…"
¿Y ahora qué? Tal vez volvamos a encontrarnos o quizá compartamos el vacío más absoluto.
—Ego te absolvo...
Mi padre bromeaba con todo y yo he seguido algunos de sus consejos más disparatados.
"No vivas constreñido, siempre libre; pero en el último momento…"
¿Y ahora qué? Tal vez volvamos a encontrarnos o quizá compartamos el vacío más absoluto.
Je, je, je. Mucho me temo que el arrepentimiento debe ser de corazón. Aunque, quién sabe, algunos padres saben mucho más de lo que imaginamos.
ResponderEliminarMuy bueno, José.
Saludos.
Jose, un micro muy original con mucho dentro. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Parece ser que el padre aconsejaba y vivía la vida como quería, pero en el último momento por si acaso se encomienda a Dios, por lo que pueda ser.
ResponderEliminarBuen relato José.
Un abrazo.
Un micro muy original. El padre es un librepensador, pero no deja de proteger al hijo de los posibles infiernos.
ResponderEliminarMe ha gustado,José. Un abrazo.
No es la primera vez que alguien sugiere que la religión católica pasa por alto todo tipo de existencias, con tal de que se produzca una confesión final que limpie al sujeto de todo extravío y lo sitúe en lo que llaman estado de gracia. Creencias aparte, pienso que las palabras de un padre deben ser tenidas en consideración, por lo que no hay por qué dudar de que "la eternidad bien vale una misa". Supongo que algún día lo sabremos.
ResponderEliminarUn abrazo, José
Jose, el padre le daba consejos para una vida en libertad, pero al llegar el final le entran las dudas. Por si acaso, pide perdón por sus pecados. Merecía la pena asegurarse una buena eternidad.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos
¿Y ahora qué? Eterna pregunta sin respuesta.
ResponderEliminarOriginal apuesta, Jose.
Un saludo
Vicente, Pablo, Javier, Carmen, Ángel, Pilar y Margarita, muchas gracias por vuestra lectura y comentarios.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Nadie nos garantiza nada en esta vida, ni por un lado ni por el otro, así que, por si acaso, más vale no pecar de sobrado y no cerrarse puertas, menos aún las de la eternidad. Muy bueno, Jose, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarA saber si en la eternidad se encontrarán... él por si acaso, se confiesa, y para el padre, una misa (bueno, eso entiendo yo).
ResponderEliminarVivir a lo loco, pero en el último momento...
¿Quién sabe?
Un abrazo.
Carme.
Si la fe (por poner una hipótesis)nace de nuestros miedos, qué momento más apropiado para aceptarla, aunque solo sea por sentido práctico, que el de nuestra proximidad a la muerte.
ResponderEliminarMuy buen relato, Jose, de los que abren debate.
Un abarazo.
La verdad es que a un paso de la muerte, uno se debe agarrar a un clavo ardiendo si con ello se consigue ser eterno.
ResponderEliminarNos dejas una gran reflexión... ¿Y ahora qué? Quizá dentro de mucho, pero mucho tiempo podamos contestarnos todos a esa pregunta.
Un beso Jose.
Malu.